El violador del río Sambre
La miniserie 'El caso del Sambre' expone la negligencia y el desinterés de la policía para descubrir a un violador en un pueblo francés, una excelente propuesta para los devotos del true crime
5 julio, 2024 19:06Entre 1988 y 2018, un violador en serie actuó sin especiales problemas en una zona de Francia, colindante con Bélgica, cuyos pueblos se extienden a lo largo del curso del río Sambre. El tipo, empleado de una fábrica, casado y con hijos, no es que pasara desapercibido, sino que era un pilar de la sociedad local, entrenando al equipo infantil de fútbol y echando algún partidillo de vez en cuando con los agentes de la policía nacional destacados en su pueblo, quienes lo consideraban un tipo estupendo. ¿Cómo fue posible que alguien se tirara tres décadas violando a diestra y siniestra sin que las fuerzas del orden le echaran el guante?
A esa pregunta intenta dar respuesta (y lo consigue muy bien), la miniserie francesa El caso del Sambre (título original: Sambre, a secas), dirigida por un (relativamente) joven maestro del true crime, Jean-Xavier de Lestrade (Mirande, Francia, 1961), de quien ya comprobamos la eficacia con la serie de HBO The staircase (La escalera) o el largometraje Laetitia o el fin de los hombres, adaptación del inquietante texto homónimo de Ivan Jablonka publicado entre nosotros por Anagrama.
Pachorra y desinterés desoladores
El interés de El caso del Sambre no radica en descubrir quien es el perturbado que semi estrangula y viola a desconocidas en las inmediaciones del río que atraviesa la región, pues tal cosa se nos revela en el primer capítulo de los seis de los que consta la serie (que no es un documental). La cosa está en dilucidar cómo fue posible que la policía no solo se tirara treinta años papando moscas, sino que se enfrentara al asunto con una pachorra y un desinterés desoladores, como si las violaciones de mujeres fuesen un problemilla irrelevante o, aún peor, algo que se merecían por ir por ahí al amanecer, provocando (que todas tuviesen trabajos de los que obligan a madrugar no les pareció relevante a los cerebros privilegiados encargados, en teoría, de la investigación).
El caso del Sambre es, básicamente, el retrato de unos policías machistas, ineptos y de una venalidad pasmosa que nunca se tomaron en serio el caso. A uno de ellos (puede que el menos tóxico, aunque no muy sobrado de luces) lo conocemos al principio de la serie como novato recién incorporado al curro, y lo vemos ascender a lo largo de treinta años, durante los cuales no alberga jamás la menor sospecha sobre ese chaval tan simpático con el que juega al fútbol y hasta da lecciones de ese deporte a su hijo.
Durante tres décadas, cada vez que alguien (destaquemos a una joven juez y a un policía del departamento de casos no resueltos, o cold cases, como dicen los franceses sin molestarse en traducir del inglés lo que serían casos fríos) intenta tomarse en serio el asunto del violador del Sambre, la policía local se las apaña para pasar de él o, en el caso de la jueza, librarse de ella porque la encuentran muy mandona (simplemente, porque la pobre intenta que cumplan con su obligación). Y así fue cómo un tarado disfrazado de ciudadano ejemplar, un lobo con piel de cordero, hizo lo que le dio la gana durante la friolera de treinta años.
Miseria rural
Además de destacar la inoperancia y el pasotismo machista de los flics locales, Lestrade incide también en ciertas miserias del mundo rural: la falta de solidaridad con las mujeres violadas, a las que se acaba mirando mal por ensuciar con sus desagradables experiencias la apacible vida de un villorrio de la Francia profunda, o el desinterés de quienes no han sufrido semejante desgracia por las que sí. Es también muy interesante el personaje del violador, ese tipo que es capaz de colocarse junto a su propio retrato robot en una pared de la comisaría y bromear acerca de que es clavado a él y los polis le están buscando la ruina (sabe que la flicaille se va a tronchar de risa, ya que, ¿cómo va a ser el adorable Enzo ese rijoso violador que asuela la zona?).
Miseria rural e ineptitud machista policial son los dos grandes elementos que configuran El caso Sambre, una excelente propuesta de Movistar para los devotos del true crime llevada a cabo por alguien que domina el género, tanto en su versión documental como en la de ficción (en este caso, ayuda especialmente un elenco de actores no muy conocidos en España, pero de una solvencia indudable: destaquemos a Olivier Gourmet como el comisario Winckler, el de los casos fríos, un tipo concienzudo que se hace cruces ante la ineptitud y la frivolidad de sus colegas del medio rural).