'El problema de los tres cuerpos': vieja invasión, nuevo enfoque
La serie, basada en una trilogía de un escritor chino, refleja una invasión alienígena que provoca en el espectador una honesta y espectacular diversión
29 marzo, 2024 20:44La invasión extraterrestre es un viejo tema de la ciencia ficción, tanto en su versión literaria como cinematográfica: ya lo abordó el escritor británico H. G. Wells en 1898 con su novela La guerra de los mundos, texto pionero y ejemplar. Desde entonces, los humanos hemos experimentado un agradable escalofrío cada vez que alguien nos explicaba que los alienígenas venían a por nosotros, aunque fuese con ficciones tan lamentables como Independence day. El principal desafío del asunto es cómo abordar la invasión extraterrestre desde una perspectiva nueva o, por lo menos, no demasiado trillada. El novelista chino Liu Cixin (Pekín, 1963) lo consiguió en el año 2008 con El problema de los tres cuerpos, primera entrega de la trilogía El recuerdo del pasado de la tierra, a la que siguieron El bosque oscuro (2008) y El fin de la muerte (2010). Tras un éxito brutal en China, la trilogía fue traducida al inglés (con un premio Hugo para la primera entrega) y posteriormente al español (a partir de 2016). En 2023 llegó la primera adaptación audiovisual de El problema de los tres cuerpos, nunca vista, que yo sepa, en Occidente. Y ahora, en 2024, nos llega la versión de Netflix, de la que se responsabilizan los creadores de Juego de tronos, David Benioff y D.B. Weiss, que se ha encontrado con una recepción dividida: a los fans de las novelas originales, en general, les ha parecido un pestiño y una traición imperdonable; a los que no las hemos leído (o, por lo menos, a mí) nos ha entretenido sobremanera por su indudable habilidad para contarnos lo de siempre de una manera más o menos nueva.
El problema de los tres cuerpos empieza a lo grande y, a partir de ahí, sigue subiendo cual canciones como Suspicious minds, de Elvis Presley, o River deep, mountain high, de Ike & Tina Turner (si se me permite la comparación): en plena revolución cultural maoísta, un intelectual tocado con el usual y humillante cucurucho de los supuestos enemigos de la patria, es asesinado por unos guardias rojos fanatizados ante una turba en la que se encuentra su propia hija, quien, pocos años después, mientras trabaja en una base secreta del régimen, logrará establecer contacto con los extraterrestres, quienes le informan de que tardarán cuatrocientos años en llegar a la tierra, pero que, cuando lleguen, nos vamos a enterar todos de lo que vale un peine.
Ya mayor, encontramos a Ye Wenjie (Rosalind Chao) instalada en Londres y convertida en la principal colaboracionista de los alienígenas, cuyo líder, conocido como El Señor, se comunica con ella y con un millonario que se ha apuntado a los supuestos efectos beneficiosos para la humanidad de la invasión en diferido, Mike Evans (Jonathan Pryce). Entran en acción los Cinco de Oxford: Auggie Salazar (la mexicana Eiza González), Jin Cheng (Jen Hong), Will Downing (Alex Sharp, inútilmente enamorado de Jin), Saul Durand (Jovan Adepo) y Jack Rooney (John Bradley-West). Se meten por en medio un excéntrico policía, Da Shi, un chino de Manchester (Benedict Wong), y una ejecutora implacable y enajenada, Tatiana (Marlo Kelly), que obedece ciegamente las órdenes del Señor. Ha empezado la guerra silenciosa (no hay que alarmar a la población) entre terrícolas y alienígenas, que permite todo tipo de secuencias espectaculares con unos efectos especiales asombrosos y de quitarse el sombrero. Y una vez te has olvidado de que el peligro no empezará hasta dentro de cuatro siglos (motivo más que suficiente para pasar de los marcianos como de la peste, pues ya estarás muerto para entonces, así como tus hijos, nietos y hasta bisnietos), ya puedes repantingarte en el sofá y disfrutar de la montaña rusa (o china) que te propone El misterio de los tres cuerpos en ocho vibrantes episodios que, eso sí, te dejan sin saber qué demonios va a pasar a continuación y colgado hasta que se estrene la segunda temporada.
En el fondo, El problema de los tres cuerpos nos cuenta una historia cien veces narrada desde los tiempos de H.G. Wells: extraterrestres con aviesas intenciones cuyo planeta se está yendo al carajo buscan casa nueva a costa de nosotros, pobres terrícolas, dividiendo a la humanidad en resistentes y colaboracionistas. Pero hay que decir en honor al escritor chino y a sus adaptadores anglosajones que se han esforzado lo suyo en vendernos lo de siempre de una manera nueva. Puestos a sacar la acción de China, no se entiende muy bien por qué la base de operaciones de la resistencia está en Inglaterra y no en Estados Unidos, como si aún viviéramos en la era victoriana y, como decía el himno, Britania controlara las olas, pero ese escollo conceptual se supera rápidamente y nos permite conocer a un jefe de la defensa terrícola que nos recuerda poderosamente a Mycroft, el hermano de Sherlock Holmes. Bien escrita, bien interpretada y dotada de un presupuesto generoso, El enigma de los tres cuerpos me ha parecido un entretenimiento (con pretensiones) muy digno y ameno que les recomiendo sinceramente. Hay que olvidarse, eso sí, de que la pesadilla extraterrestre no tendrá lugar hasta dentro de cuatrocientos años, pues si nos obcecamos con eso, corremos el peligro de desinteresarnos de todo lo que sucede en la pantalla, perdiendo así casi ocho horas de honesta y espectacular diversión.