Rian Johnson, rey del pastiche
La serie 'Poker face' mezcla géneros de forma eficaz, con crímenes que se trufan con toques humorísticos y que satisfacen al espectador, aunque no sea una obra maestra
29 septiembre, 2023 17:57Puede que el cineasta norteamericano Rian Johnson (Silver Spring, Maryland, 1973) carezca de un mundo propio, pero es innegable que tiene una habilidad innata para vampirizar el de los demás, con resultados que oscilan entre lo brillante y lo lamentable. En su largometraje Cuchillos por la espalda (2019), entró a saco en el universo de Agatha Christie con un misterio doméstico en el que no faltaba ni un alter ego de Hércules Poirot, el detective Benoit Blanc (interpretado por Daniel Craig, que no se tomaba ni la molestia de impostar un acento francés), ni la heroína involuntaria que acaba convertida en una versión juvenil de Miss Marple (nuestra Ana de Armas, espléndida en el papel). Cuchillos por la espalda era un murder mystery entretenido gracias a un guion bien trazado y una carpintería narrativa francamente brillante. Había en él algo de postizo (como en todo lo que hace el señor Johnson), pero funcionaba como algo más que un entretenimiento simplemente correcto. Lamentablemente, la secuela de Knives out, Glass Onion (2022), fue una catástrofe absoluta en la que nada funcionaba y que aburría lo más grande (a ver qué pasa con la tercera entrega de la saga, prevista para el año que viene).
A la hora de pasarse a la televisión, con la serie Poker face (Cara de póker), en Sky Showtime (diez episodios), Rian Johnson ha cambiado de fuente de inspiración y ha recurrido, de manera un tanto oblicua, aunque no lo suficiente para que no se note, a un clásico de los años 70, Colombo. Como en la serie del astroso detective de la gabardina y el puro hediondo, cada episodio de Poker face (llevamos tres hasta el momento) se abre con un crimen del que no se oculta nada al espectador, que enseguida sabe quién es el asesino. Luego viene la investigación a cargo de una atrabiliaria buscavidas, Charlie (Natasha Lyonne, productora ejecutiva de la serie a la que podemos recordar por su participación en propuestas anteriores, como Orange is the new black o Girls), que deambula en su coche desvencijado por la América profunda, metiéndose en líos que se empeña en arreglar poniéndose en peligro y recurriendo a las mismas armas que el teniente Colombo: la curiosidad, el ansia de justicia y, sobre todo, la pesadez (cuando muerde, Charlie es de las que no sueltan).
En la línea de Cuchillos por la espalda, Poker face es una historia de crímenes con pinceladas humorísticas. La mezcla de géneros funciona bastante bien, los guionistas se esfuerzan, el tono es convincente a veces y otras, no tanto, y el resultado es un producto divertido, sin muchas pretensiones y bastante confortable, que es el término que uno usa para esos thrillers familiares en los que te encuentras muy a gusto cuando los ves en zapatillas y repantingado en el sofá. ¿Obra maestra? ¿Para qué les voy a engañar?: no. Pero sí un entretenimiento eficaz que lo es más gracias a los actores, tanto la señora Lyonne como los personajes secundarios, elegidos entre lo mejorcito de Hollywood (hasta ahora, hemos visto a Adrien Brody o Benjamin Bratt; pronto llegarán Nick Nolte, Joseph Gordon Levitt o Ron Perlman, inolvidable Hellboy de las películas de Guillermo del Toro).
Trabajo ingenioso y bien urdido
La premisa inicial es tirando a inverosímil, pero cuela: Charlie tiene unos extraños poderes que la llevan a reconocer inmediatamente a un mentiroso. Gracias a ese don, la buena mujer emprendió una lucrativa carrera de jugadora de naipes en casinos que acabó abruptamente cuando el propietario de uno de ellos consiguió vetarla entre todo el gremio y reducirla a un papel de observadora de mesas ajenas para identificar faroles y contribuir a la salud económica de la empresa. De ahí fue degradada a simple camarera, condición en que la encontramos en el primer episodio, cuando se topa con un crimen que atañe a sus jefes, lo investiga, lo resuelve y casi consigue que la maten.
A falta de ver cómo evoluciona la serie, las tres primeras entregas de Poker face garantizan un visionado satisfactorio para los devotos del género en su condición de entretenimientos ingeniosos y bien urdidos. Tengo la impresión de que los episodios de esta serie son del modelo “Visto uno, vistos todos”, pero también creo que los siete que me faltan serán tan amenos como los tres que ya me he tragado. Me sorprende la tendencia al pastiche de su creador, pero hay que reconocerle que es insuperable en lo suyo. Me pregunto a quién vampirizará próximamente.