Un secuestro absurdo (en apariencia)
Círculo cerrado, la miniserie de seis episodios de HBO dirigida por Steven Soderbergh y escrita por Ed Solomon, tiene un ritmo narrativo trepidante pero es tan confusa como para que sea imposible de seguir para un espectador medio
1 septiembre, 2023 19:00Los devotos de las narraciones lineales –es decir, con su exposición, su nudo y su desenlace- harán bien en mantenerse a una prudente distancia de la miniserie de HBO Max Full circle (Círculo cerrado), dirigida por Steven Soderbergh y escrita por Ed Solomon, ya que sus seis episodios juegan hábilmente a sembrar la confusión en el espectador desde el primer minuto: depende de éste seguir pegado al televisor o buscarse alguna otra cosa que ver porque no entiende absolutamente nada de lo que acaba de elegir.
Círculo cerrado arranca con el asesinato a quemarropa de un mafioso en el interior de un coche. Acto seguido, su prima decide vengarse. Y su prima no es una mujer con la que se pueda bromear: Savitri Mahabir (la siempre eficaz CCH Pounder) es la jefa de una peligrosa banda de criminales originarios de Guayana y establecidos en la ciudad de Nueva York.
La venganza de la señora Mahabir, aparentemente incomprensible, consiste en secuestrar a un adolescente llamado Jared (Ethan Stoddard), cuyos padres, Sam (Claire Danes, coprotagonista de Homeland) y Derek (Timothy Oliphant, protagonista de Justified) se encargan del imperio comercial de una estrella del mundo gastronómico llamada Jeff McClusker y conocida como Chef Jeff (un irreconocible Dennis Quaid, brillante en su sobreactuación cargada de muecas y luciendo unas enormes gafas de montura negra que dificultan notablemente su identificación).
¿Qué tienen que ver el pariente de la señora Mahabir con el nieto de Chef Jeff? Aparentemente, nada, por lo que la venganza de la Madrina carece de ninguna lógica para el espectador medio, quien, como ya he dicho, puede rendirse a las primeras de cambio o perseverar, confiando en que, tarde o temprano, las cosas se aclaren (como así acaba sucediendo…Más o menos). Personalmente, llegué hasta el final de la serie para ver cómo se salía el señor Solomon del lío en el que él mismo se había metido. Y también porque el ritmo de la narración, aunque deliberadamente confuso, es indudablemente trepidante.
Intervienen en la trama el segundo de a bordo de la Madrina, dos infelices importados de Guayana para llevar a cabo el secuestro (se equivocan de víctima, lo que añade más confusión al asunto, pero también aporta un enfoque nuevo al personaje hasta entonces banal de Derek, que oculta un cadáver en el armario y hasta ahí puedo leer para no incurrir en el spoiler).
Derek no es el único con manchas en su pasado. Chef Jeff participó tiempo atrás, a través de su hija Sam, en un proyecto inmobiliario en Guayana que acabó como el rosario de la aurora y sobre el que se han echado todas las alfombras posibles. Como hilo conductor, una inspectora de policía lesbiana, desagradable y con problemas mentales que atiende por el improbable nombre de Melody Harmony (Zazie Beetz), con la que resulta imposible empatizar.
La clave de todo está en Guayana, y así es como, poco a poco, el espectador que se imponga (o se aclimate) a la confusión reinante acabará intuyendo que el centro geográfico de todo este clusterfuck está en esa isla caribeña. Lo de la señora Mahabir es una alambicada venganza que iremos descubriendo pasito a paso y esquivando las trampas para osos que el guionista va diseminando sobre el terreno.
No estamos ante la típica historia de familia ejemplar expuesta a las maldades de unos canallas. Aquí nadie es trigo limpio. Ni la señora Mahabir ni la familia de Chef Jeff, por la que el espectador tiene serias dificultades para sentir cierta empatía: hay algo en ellos, en todos ellos, que chirría considerablemente. Y al final, la incomprensible venganza de la Madrina de Guayana acabará mostrando una cierta lógica en la que juegan un papel fundamental la superstición religiosa y la interpretación literal del ojo por ojo.
¿Era necesario complicar el relato de tal manera, corriendo el riesgo de expulsar a un espectador medio que sigue sin aclararse al cabo de tres episodios? Lo ignoro, pero la táctica ha funcionado conmigo y me ha mantenido pegado a la pantalla hasta el final. Puede que estemos ante uno de los thrillers más peculiares de la temporada, y de los más difíciles de seguir (irse un momento a mear puede tener consecuencias catastróficas para el seguimiento de la trama), pero les aseguro que vale la pena quedarse hasta el final, aunque solo sea por la enérgica puesta en escena de Soderbergh y el alambicado guion de Solomon. Lo cual no quita para que si alguien abandona a mitad del primer episodio cuente con mi total y absoluta comprensión.