Nadie es lo que parece
'Hit & run' es una producción israelí que huye de la situación política y trata de presentar al país como un lugar normal, con sus intrigas policiales, sus gánsteres, sus crímenes y sus tramas
21 agosto, 2021 00:00Segev (Lior Raz) es un guía turístico de Tel Aviv felizmente casado en segundas nupcias con Danielle (Kaelen Ohm), una bailarina de un prestigioso grupo de danza contemporánea que se dispone a viajar a Nueva York para una audición con una importante compañía norteamericana. De camino al aeropuerto, Danielle baja un momento del taxi para pillar un café y es atropellada mortalmente por un coche que se da a la fuga. Lo que parece un accidente del que el responsable no quiere dar explicaciones pronto se complica, haciéndose evidente que la muerte de Danielle ha sido un atentado cuidadosamente preparado. ¿Por quién? Y, sobre todo, ¿para qué? Quitar de en medio a una profesional de la danza contemporánea no tiene ninguna lógica. A no ser que la bailarina en cuestión no sea exactamente quien decía ser, que es lo que se deduce de un exnovio un pelín turbio y de la identidad de sus asesinos, dos mafiosos neoyorquinos con falsos pasaportes húngaros.
Así empieza Hit & run (Atropello y fuga), la nueva serie israelí de Netflix creada por Avi Issacharoff y protagonizada por Lior Raz, que ya coincidieron en una propuesta anterior, Fauda, que también puede encontrarse en dicha plataforma. Si el primer capítulo (de un total de nueve) parece moverse en un territorio a lo Harlan Coben (novelista norteamericano especializado en vibrantes thrillers en los que ni nada ni nadie es lo que parece), el segundo emprende un viaje a lo Charles Bronson en sus míticas películas de los setenta, en las que se dedicaba a vengarse con especial saña de quienes le habían amargado la existencia violando, matando o las dos cosas a la mujer de su vida. Rodada en un Tel Aviv feísimo y una Nueva York previsible, Hit & run forma parte de ese sector de la producción audiovisual israelí que huye como de la peste de la situación política y trata de presentar al país como un lugar normal, con sus intrigas policiales, sus gánsteres, sus crímenes y sus tramas homologables con las de cualquier otra nación de occidente.
Por lo visto hasta ahora, el señor Issacharoff se sale bastante dignamente del desafío, aunque la fealdad del entorno urbano y lo no muy generoso del presupuesto le den al producto un tono ligeramente cutre que no mejora con el protagonista de la historia, un actor con pinta de armario ropero (imaginen una especie de versión judía de nuestro Roberto Álamo), feliz propietario de una expresión y media y con una cara ideal para atender en una carnicería (kosher, por supuesto). Mayor interés tiene la actriz Moran Rosenblatt, que interpreta a Tali, una policía embarazada, prima de Segev, a la que intentan apartar del caso por su relación familiar con el viudo, que tampoco es lo que parece: pasó cuatro años en México (como mercenario, intuimos al verlo de uniforme junto a otros camaradas) y puede que ahí consiguiera cabrear a un sujeto muy poco recomendable que podría estar (o no) tras el asesinato de Danielle, la bella y grácil bailarina de la que no acabamos de entender muy bien qué vio en un gañán de las características del bueno de Segev.
La serie está funcionando muy bien en Netflix y constituye un digno entretenimiento veraniego, época en la que cuesta encontrar en todas las plataformas propuestas de auténtico interés (en estos momentos, yo diría que solo The White lotus, de HBO, creada por Mike White y ya reseñada en esta sección, pone el listón lo suficientemente alto; habrá segunda temporada, por cierto). Los que vieran Fauda en su momento ya estarán acostumbrados a la presencia no muy rutilante de Lior Raz como protagonista y galán alternativo; los que no, van a tener que hacer un esfuerzo mental para situarle fuera del mostrador de una carnicería (kosher, por supuesto). Si uno no se pone muy exigente, Hit & run puede ayudarle a pasar el verano de manera bastante agradable. Si se empeña en pedirle peras al olmo, puede que la abandone al cabo de dos o tres episodios. Avisados quedan.