En acto de servicio
La serie 'Line of duty', basada en la corrupción policial, mantiene todo su vigor en la sexta temporada, al involucrar, supuestamente, al jefe de la policía del Reino Unido
8 mayo, 2021 00:00Me temo que no es la primera vez que les doy la chapa con Line of duty, pero no lo puedo evitar: me encanta esa serie, lamento que en España la sigan (en Movistar) cuatro gatos y no me cansaré de recomendarla porque acabo de tragarme la sexta temporada, que es tan buena como las cinco anteriores, y porque su final abierto --que en el Reino Unido ha sido acogido con cierta decepción-- deja la puerta igualmente abierta a una séptima que puede ser de traca.
Trailer de la sexta temporada de 'Line of Duty' / BBC
Creada por Jed Mercurio, un inglés de origen italiano, Line of duty (En el cumplimiento del deber o En acto de servicio) se centra en las actividades del departamento de asuntos internos de la policía británica, el AC-12, a través de tres personajes fundamentales, los inspectores Steve Arnott (Martin Compston) y Kate Fleming (Vicky McClure) y el jefe de la unidad, el comisario Ted Hastings (Adrian Dunbar). Aconsejo verla desde el principio porque hay tramas y personajes que saltan de temporada en temporada y es fácil perderse si te has ausentado de alguna.
El tema central es la corrupción policial, que en la sexta temporada alcanza cotas más que notables al involucrar, supuestamente, al actual jefe de la policía del Reino Unido (que se sale de rositas aquí, pero intuimos que se llevará lo suyo en la séptima entrega de la saga). Aunque no hay ni rastro de la habitual espectacularidad norteamericana en los productos del género (apenas alguna persecución motorizada y algún que otro asalto con tiroteos), el interés se mantiene a través de unas tramas ricas y a menudo complicadas que requieren la atención exclusiva del espectador (nada de ir al lavabo o a hacerse un bocadillo a medio episodio) y cierta memoria para recordar lo sucedido en temporadas anteriores. El premio a la atención consiste en un retrato muy creíble del AC-12, unas interpretaciones sólidas, unos guiones de hierro y una dirección más efectiva que efectista.
En Gran Bretaña, cada temporada de Line of duty es un acontecimiento y cada episodio es visto por millones de espectadores. La cercanía es un factor importante, pero la serie puede ser disfrutada por cualquiera que aprecie un buen thriller y sienta cierta devoción por las intrigas complicadas, a menudo rocambolescas, que constituyen la especialidad de la casa Mercurio (a quien también debemos aquella estupenda miniserie que fue The bodyguard). Eso sí, que nadie busque en ella grandes estrellas, pues no las va a encontrar: Dunbar, Compston y McClure son muy conocidos a nivel local, pero fuera del Reino Unido resultan prácticamente desconocidos.
En la sexta temporada, la única presencia mínimamente internacional (muy mínimamente) es la de la actriz escocesa Kelly McDonald (que tiene un acento muy gracioso), en el papel de una comisaria caída a su pesar en el mundo del crimen organizado por motivos familiares a la que se encarga la investigación de un caso de perfil alto: el asesinato de la periodista Gail Vella (Andi Osho), que huele a corrupción policial que atufa y que ella debe hacer como que resuelve mientras mira para otro lado. Algo que, evidentemente, no le va a permitir ese trío justiciero que componen Arnott, Fleming y Hastings.
Todo parece indicar que el público británico esperaba de la sexta temporada de su serie favorita un final más contundente en el que todos los malos recibieran su castigo, y yo creo que lo tendrá. Simplemente, el señor Mercurio se lo guarda para una mejor ocasión. Aunque nos hayamos quedado en un momento en el que Ted Hastings está a punto de ser apartado de su cargo y sus protegidos enviados a galeras, algo me dice que se acabarán saliendo con la suya en la próxima temporada. Habrá que esperar un año, pero yo diría que valdrá la pena.