Melancolía cuántica
La televisión ha entrado en la edad adulta con 'Devs', una fábula futurista con una visión humanista de la existencia
9 mayo, 2020 00:00Una enorme estatua policromada de una niña se impone sobre las vastas instalaciones de la empresa de investigación cuántica que lleva su nombre, Amaya. El jefe del tinglado, Forest (Nick Offerman), parece el típico friki enriquecido de Silicon Valley, pero, en el fondo, es un hombre devastado por la muerte de su hija y de su mujer en un estúpido accidente de tráfico. También parece alguien que se ha agarrado a la ciencia alternativa para encontrarle algún sentido a su vida, pero todos intuimos desde el principio que su interés por los universos paralelos se basa en la posibilidad de dar con uno en el que, aunque todo sea falso, su vida vuelva a ser la que era antes de la muerte de esa niña cuyo nombre le ha puesto a su compañía, por la que el gobierno de los Estados Unidos manifiesta un interés muy notable. Especialmente, por el departamento conocido como DEVS, palabro que viene de Development (Desarrollo), pero que leído a la manera romana significa Dios.
Este es el entorno en que se desarrolla la serie de HBO Devs, creada, escrita en su totalidad (ocho capítulos) y dirigida por Alex Garland (Londres, 1970), cineasta procedente de la literatura --su primera novela, La playa, fue un éxito cuando se publicó en 1996 y volvió a serlo en 2000 cuando se convirtió en una película de Danny Boyle protagonizada por Leonardo Di Caprio-- y actualmente instalado en el audiovisual, donde ha dirigido dos largometrajes, Ex Machina (2015) y Aniquilación (2018).
Aunque dotada de ciertos elementos de thriller --algo huele a podrido en Amaya y quien mete la nariz donde no debe puede acabar muy mal--, Devs es, principalmente, una fábula futurista impregnada de una profunda melancolía, en la línea de largometrajes como Gattaca, de Andrew Niccol, o el más reciente Ad Astra, de James Gray. La búsqueda cuántica de universos mejores está aquí puesta al servicio no de la aventura o la fantasía con fines de entretenimiento, sino de las posibles alternativas a una vida destrozada. Aunque aparentemente esté dirigida a los aficionados a la ciencia ficción, Devs interpelará principalmente a los espectadores interesados en una visión humanista de la existencia, como era el caso de las dos películas recién citadas.
Tristeza desoladora
Como suele suceder en estos casos, se corre el peligro de no captar la atención de los devotos del género fantástico ni la de los que buscan cierto poso intelectual en las ficciones que consumen, pero el resultado me parece absolutamente brillante. Que una de las principales plataformas de streaming se haya atrevido a dar luz verde a un proyecto como éste, con un público potencial dudoso, es una señal más de que la televisión ha alcanzado su edad adulta e, incluso, se permite experimentos que en la gran pantalla se aprueban con cuentagotas.
Aunque de vez en cuando alguien es acosado, torturado o asesinado, Devs no es una miniserie de acción, sino una reflexión sobre la dureza de la vida y la locura que algunos pueden alcanzar para intentar ponerle remedio. En ese sentido, estamos ante una propuesta casi de arte y ensayo que avanza a su ritmo (a algunos les puede resultar moroso), evitando la pirotecnia habitual del género al que teóricamente se adscribe y centrándose en los quebrantos del alma humana. Estamos ante una propuesta que puede resultar absorbente, pero también provocar una tristeza desoladora. Devs no es para todo el mundo, pero constituye una rareza admirable en una industria que, como todas las demás, se mueve básicamente por dinero. Es también la ficción más convincente del señor Garland hasta la fecha: de la audiencia dependerá que se le permita rodar más historias del calibre de ésta.