Regreso a la zona crepuscular
La nueva 'The twilight zone', versión de un auténtico clásico, es respetuosa con la antigua aunque el color le siente peor que el blanco y negro original
14 marzo, 2020 00:00Es muy probable que la primera serie de culto en la historia de la televisión sea The twilight zone (en España, En los límites de la realidad y La dimensió desconeguda a su paso por TV3), un invento del escritor norteamericano Rod Serling (1924-1975) que solo tuvo cinco temporadas (1959-1964), pero ejerció una influencia fundamental sobre todos los productos de ciencia ficción que vendrían después.
Para Serling, la cosa era eso que los anglosajones definen como a labour of love, no en vano escribió 92 de los 156 episodios de la serie. Para el público, especialmente el estadounidense, fue el equivalente inquietante de la amable comedia protagonizada por Lucile Ball y su marido cubano, Desi Arnaz, I love Lucy: un motivo constante de celebración nostálgica para los que asistieron a su estreno y un feliz descubrimiento para todos los que la vieron con retraso gracias a esa costumbre tan americana del rerun.
De ahí que la serie llegase a generar un largometraje de episodios (En los límites, de la realidad, 1983, producido por Steven Spielberg, que también dirigió uno de los cuatro segmentos) y tres remakes televisivos en 1985, 2002 y 2019. Los dos primeros regresos a la dimensión conocida tuvieron una vida muy corta, y está por ver qué sucede con el tercero, cuya primera temporada puede encontrarse en el archivo de Movistar tras haber sido emitida por el canal Sy Fy.
Remakes de los años 60
En esta última versión de The twilight zone, el papel de Rod Serling --que salía al principio y al final de cada episodio en la serie original-- lo asume Jordan Peele, responsable de esas dos excelentes películas de terror con trasfondo social que son Déjame salir y la escalofriante Nosotros y el único negro que ha destacado en un género que hasta ahora era eminentemente blanco.
Algunos episodios son remakes de los de los años 60 y otros se han escrito especialmente para la ocasión. Lamentablemente, ya no están a mano autores como Ray Bradbury o Richard Matheson para darle tronío a la propuesta, aunque hay que reconocer que los responsables de estos nuevos paseos por la zona crepuscular se esmeran por estar a la altura de sus gloriosos antecesores.
¿Merece la pena asomarse a esta nueva versión de un clásico? Sí y no. La magia del original, con todas sus ingenuidades y todas sus agudezas, es imposible de reproducir y me temo que a lo máximo que se puede aspirar es a no escupir sobre el original, fruto de una época muy concreta en la que la Guerra Fría jugaba un papel fundamental.
En ese sentido, la nueva The twilight zone es respetuosa con la antigua, aunque el color le siente peor que el blanco y negro original. Peele está acostumbrado a mezclar la crítica social con el cine de género y su benéfica influencia se hace sentir en la propuesta.
Mejor la serie original
No estamos ante una catástrofe y una traición a una serie gloriosa, pero tampoco ante una vuelta de tuerca especialmente brillante, sino ante una propuesta que se ve con agrado y, a ser posible, en pequeñas dosis: la nueva The twilight zone no se presta al consumo a granel. Yo la he ido viendo con mucha calma, un episodio ahora, otro al cabo de tres días y el siguiente dos semanas después, siempre cuando disponía de poco tiempo, pero me apetecía ver algo decente antes de irme a dormir.
No sé si lo he hecho porque me guste la zona crepuscular del señor Peele o porque siento nostalgia de la del señor Serling, pero, aunque me he tomado mi tiempo, he acabado por tragarme entera la primera temporada. No sé si habrá una segunda, pero por mí se la pueden ahorrar: cuando me entre la nostalgia, siempre puedo recurrir a algún episodio de la serie original, que ha resistido muy bien el paso del tiempo y luce un tono vintage entrañable.