Las monjitas son unas santas
Genuina rareza de la televisión de pago, 'Lambs of God' es una buena noticia para los amantes de las historias trascendentes
24 agosto, 2019 00:00Interesante miniserie australiana en HBO: Lambs of God (Corderos de Dios) es una pertinente reflexión sobre los peligros de la religión para quien la convierte en el centro de su vida. Ese es el caso de tres monjitas aparentemente adorables, aunque algo excéntricas, que viven apartadas del mundo en las ruinas de un monasterio situado en una isla australiana a la que solo se puede acceder a pie o en coche cuando baja la marea. Dejadas de la mano de Dios (nunca mejor dicho), las monjas han acabado convertidas en una mezcla de religiosas y brujas de las que nadie parece acordarse. Consagradas a sus rezos, a sus cánticos y a sus ovejas (que consideran la reencarnación de las monjas del convento en ruinas que pasaron a mejor vida), viven plácidamente en el islote, aunque cada una de ellas lleva su cruz a cuestas en forma de un pasado horroroso que intentan superar sin mucho éxito.
Puede que Dios se haya olvidado de ellas, pero el arzobispo más cercano, no. Y el hombre ha recibido una oferta muy interesante de un grupo hotelero para edificar en la isla de las monjitas un complejo vacacional que requiere la demolición de los restos del monasterio y la expulsión de sus moradoras. Para informarles del asunto, aparece un día en la isla el padre Ignatius, que acabará siendo la víctima propiciatoria de las tres monjas chifladas, las cuales le someterán a un calvario de mucho cuidado.
A lo largo de cuatro episodios, Lambs of God muestra la difícil relación de las monjitas con el padre Ignatius -al que mantienen esclavizado con la esperanza de que también el mundo se olvide de él- mientras van aflorando las circunstancias del pasado que condujeron a las tres hermanitas al delirio permanente. Esta miniserie, aún dejando bien claro que las monjitas están bastante perturbadas, no se molesta en tomar partido por el progreso y la cordura y hasta acaba mostrando hacia el final cierta simpatía por la absurda causa de las habitantes del ruinoso monasterio: a fin de cuentas, el arzobispo es un tipo codicioso que solo piensa en la pasta que le va a sacar al grupo hotelero. Hasta la víctima de las tres monjas acaba entendiendo, más o menos, su peculiar actitud, pese a haberla sufrido en sus propias carnes.
Reflexión sobre los peligros de la fe y oblicua aproximación a las bondades de apartarse del mundo, Lambs of God no será un éxito masivo, pero puede atraer la atención de creyentes y agnósticos sobre un tema que nunca se había abordado en la pantalla. Y la adaptación que Sarah Lambert ha realizado de la novela homónima de Marele Day es tan ejemplar como la actuación de las tres actrices que interpretan a estas almas perdidas que creen no estarlo gracias a Dios. Genuina rareza de la televisión de pago, Lambs of God es una buena noticia para los amantes de las historias trascendentes. Que alguno habrá entre los suscriptores de las plataformas de streaming, digo yo.