Imagen de la serie Killing Eve, de BBC América

Imagen de la serie Killing Eve, de BBC América

Cine & Teatro

Villanelle, adorable psicópata

No se trata de una propuesta para todos los públicos, pero sí de una agradable sorpresa para cualquiera que busque nuevas emociones en la ficción televisiva

9 marzo, 2019 00:00

A medio camino entre el thriller y la comedia negra (muy negra), Killing Eve es una propuesta tan estimulante como majareta que puede (y debe) encontrarse en el catálogo de HBO, aunque en su origen fue una producción de BBC América. Basada en la tetralogía de novelas de Luke Jennings Codename Villanelle (publicadas en España por la editorial Libros del Lince), Killing Eve es una historia de espías con un giro delirante que le confiere una gran parte de su interés. La primera temporada --pronto llegará la segunda-- nos plantea el juego del gato y el ratón al que se enfrentan una agente del MI5, Eve Polastri --Sandra Oh, la doctora Yang de Anatomía de Grey-- y una asesina a sueldo llamada Oksana Vorintsova, apodada Villanelle (como el perfume favorito de Madame Du Barry, guillotinada en 1793), que no parece estar muy bien de la sesera --la brillante Jodie Comer, desconocida hasta ahora entre nosotros-- y que trabaja para una misteriosa asociación secreta conocida como Los Doce, cuya cabeza visible es un ruso que atiende por Konstantin y está interpretado por el actor danés Kim Bodnia, al que vimos en las dos primeras temporadas de El puente, donde intentaba aportar, sin mucho éxito, algo de calidez humana a la inspectora sueca Saga Noren, víctima del síndrome de Asperger.

Poco se nos cuenta en los ocho capítulos de la primera temporada acerca de cómo una encantadora chica rusa llegó a convertirse en una asesina a sueldo de una eficacia letal, pero sus andanzas por diferentes países son lo suficientemente entretenidas como para que no nos preocupe mucho. Gracias a Jodie Comer, Villanelle es una malvada adorable y una psicópata con sentido del humor. Y muy enamoradiza, además. Más bisexual que Ada Colau, Villanelle se obsesiona con Eve, la agente del MI5 que, a su vez, se ha obsesionado --profesionalmente y puede que algo más-- por ella. Ambas se persiguen por toda Europa, llegan a cruzarse y Villanelle desperdicia la oportunidad de matar a Eve, pues lo que realmente quiere es acostarse con ella.

Sobre un fondo de espionaje internacional, sociedades secretas y chanchullos turbios entre diferentes agencias gubernamentales, la extraña historia de amor entre Eve y Villanelle se desarrolla de forma trepidante ante nuestros pasmados ojos, a los que les cuesta --por lo menos a los míos-- un poco de tiempo aclimatarse a la chalada mezcla de géneros que nos ofrece la pantalla del televisor. Personalmente, al tercer capítulo ya estaba totalmente dentro del mundo desquiciado de Villanelle, y al llegar al último me quedé con ganas de más. No se trata de una propuesta para todos los públicos, pero sí de una agradable sorpresa para cualquiera que busque nuevas emociones en la ficción televisiva y comparta mínimamente el retorcido sentido del humor de la tan adorable como malvada Villanelle.