‘El cisne, nº 16, Grupo IX/SUW’, de la artista sueca Hilma af Klint. HILMA AF KLINT, VEGAP, BILBAO 2021

‘El cisne, nº 16, Grupo IX/SUW’, de la artista sueca Hilma af Klint. HILMA AF KLINT, VEGAP, BILBAO 2021

Artes

El lado femenino de la abstracción

El Museo Guggenheim de Bilbao saca a la luz las aportaciones al arte conceptual de más de un centenar de artistas femeninas desde finales del XIX hasta la década de 1980

16 diciembre, 2021 00:00

Cuando hablamos de arte abstracto suena a hombre. La historia del movimiento rebosa testosterona. La abstracción se ha fijado como una expedición creativa de alto voltaje capitaneada por hombres que dibujaron su itinerario dejando alguna grieta por donde pudiesen asomar algunas artistas. Quizás Sophie Taeuber-Arp, quizás Sonia Delaunay. Más recientemente Lee Krasner, Judy Chicago y, por supuesto, Louise Bourgeois, pero no muchas más. Su canon es, por tanto, arrebatadamente masculino.

Pero lo que se viene adivinando es que en el ancho catálogo de la corriente caben más de un centenar de damas que dan también forma y contorno a aquella agitación desde mediados del siglo XIX a la década de 1980. Es decir: se puede viajar por el arte no figurativo a través de las firmas femeninas sin perder buena parte del mejor camino. Es, al menos, la senda que apuntala la exposición del Museo Guggenheim Bilbao Mujeres de la abstracción, abierta hasta el 27 de febrero de 2022. 

La artista iraní Monir Shahroudy Farmanfarmaian trabaja en la escultura Estrella heptágono / ESTATE OF MONIR SHAHROUDY FARMANFARMAIAN

La artista iraní Monir Shahroudy Farmanfarmaian trabaja en la escultura Estrella heptágono / ESTATE OF MONIR SHAHROUDY FARMANFARMAIAN

De algún modo, Mujeres de la abstracción aspira a apartar a las artistas del rol secundario y situarlas en el centro mismo de la modernidad pictórica, un lugar disputado generalmente por señores: Piet Mondrian, Kazimir Malévich, František Kupka y, sobre todo, Vasili Kandinsky, quien se autoproclamó como el primer autor de un cuadro no figurativo, firmado allá por 1911. “Sí, fue el primero de todos. Por aquel entonces, ni un solo pintor utilizaba el estilo abstracto. En otras palabras, se trató de un lienzo histórico”, aseguró. 

“La invisibilización de las mujeres en esta historia pasa por la ausencia de su representación, de su encarnación visual y de la difusión de sus imágenes, inversamente proporcionales a las de sus compañeros, que personificaban el mito del genio pionero en lo que virilmente se designó, con una metáfora militar, como avant-garde”, anota Christine Macel, responsable de la muestra y comisaria del Centro Pompidou, donde ya pudo verse con el título Elles font l’abstraction entre mayo y agosto de este año. 

Llámina del Álbum de arte espiritualista (1866-84), de G. Houghton /THE COLLEGE OF PSYCHIC STUDIES, LONDRES

Llámina del Álbum de arte espiritualista (1866-84), de G. Houghton /THE COLLEGE OF PSYCHIC STUDIES, LONDRES

Mujeres de la abstracción tiene, en este sentido, un claro ánimo reparador, pero sin ambición enciclopédica. No dibuja al completo el mapa del arte concreto abanderado por mujeres, sino que pone el foco en las numerosas tendencias que conviven y colisionan en casi siglo y medio de panorámica. Así, entre las ciento seis creadoras desparramadas por las salas del museo vasco, hay quienes levantan su estética desde una marcada voluntad identitaria y quienes plantean en su obra las coordenadas de un feminismo más o menos militante y de distinta índole, desde el arraigo o el desarraigo.

El contexto político, económico e ideológico hurtó algo que es evidente ya: la polifonía de voces sobre la que se aúpa el movimiento abstracto a lo largo los últimos ciento cincuenta años (más o menos), en la que participan casi a la par hombres y mujeres. Casi a la par en perspectiva, aunque no equilibrada ni en foco ni en oportunidad. Eso se aprecia en la aportación que propone la exposición del Museo Guggenheim Bilbao, por la intención de instalar de nuevo en el paisaje a distintas autoras difuminadas, entre ellas las españolas Aurèlia Muñoz, Elena Asins y Esther Ferrer. 

Sophie Taeuber-Arp en su taller de l’Aubette, en 1927 / COLLECTION FONDATION ARP, CLAMART

Sophie Taeuber-Arp en su taller de l’Aubette, en 1927 / COLLECTION FONDATION ARP, CLAMART

Otro de los temas que explora esta presentación es el papel de los textiles en las conquistas de la abstracción. Así, a partir de la década de 1960, algunas artistas, fundamentalmente de Europa del Este y de Estados Unidos, crearon obras textiles, a menudo monumentales, que venían a proponer una nueva relación de las piezas con el espacio, es decir, los grandes telares planteaban el mismo juego que las esculturas. El trabajo de la artista catalana Aurèlia Muñoz supone el aporte más importante al Fiber Art desde coordenadas españolas.   

El óleo La arena del sol (1954), de la artista turca Fahrelnissa Zeid / ISTANBUL MUSEUM OF MODERN ART 

El óleo La arena del sol (1954), de la artista turca Fahrelnissa Zeid / ISTANBUL MUSEUM OF MODERN ART 

Abundan las salas en un profundo desapego por la indiferencia histórica que ha demarcado el territorio de la abstracción y, a la vez, traspasan las claves de recepción de los momentos sociales y culturales en que muchas de estas mujeres conviven o existieron. Aquí la mejor brújula es la curiosidad, la revisión o el asombro. Pintoras, escultoras, fotógrafas, cineastas, performers... Qué más da. Se trata de una historia coral, sin otra adherencia que la autenticidad, que nos dice que ellas, también.