Dos ejemplares de 'Cairo'

Dos ejemplares de 'Cairo' Cedida

Artes

Memorial de la revista 'Cairo'

El alma de 'Cairo', Joan Navarro, cumple 70 años, una efeméride que ha coincidido con la presentación de 'Conocerlo es amarlo', un libro en el que se recoge las entrevistas que hizo su ex, Victoria Bermejo, a los dibujantes y guionistas de la revista como Montesol, Daniel Torres o Ramón de España

Publicada
Actualizada

El otro día Joan Navarro, el actor más importante de comics de la historia de España, cumplió 70 años, que se dice pronto, con una fiesta en Barcelona, a la que supongo que asistió lo más granado del mundo del comic, no lo sé, no pude asistir.

Y pocos días después, en la librería Machado de Madrid, su ex Victoria Bermejo presentaba Conocerlo es amarlo, un libro (editorial Efe Eme) en el que recoge las entrevistas que hizo, allá por el año 82 u 83, a los dibujantes y guionistas de Cairo: Montesol, Daniel Torres, Tha, Roger, Ramón de España, Micharmut, Sento, Mique Beltrán, Gallardo, el veterano Coll, y otros. Un documento de época.

Ella venía de Nueva York, había estudiado la prensa americana y el Interview de Warhol y se propuso entrevistar a los dibujantes de tebeos españoles como si fueran estrellas de Hollywood.

Ignoro si para quien no vivió los años de Cairo el libro puede tener mucho interés, pero para los de mi quinta y para los aficionados al comic constituye un texto asombroso, muy revelador de nuestro aplomo y convicción de estar haciendo historia, por lo menos en el ámbito del comic, que entonces era una industria cultural y un medio de comunicación boyante, explosivo de creatividad, pero caótico, desvertebrado, que necesitaba “teología y geometría”, o sea una idea de orden, de relato bien contado, de claridad y de elegancia en el dibujo.

Beligerancia

E incluso de cierta beligerancia teórica, estética y narrativa, contra la revista de moda, que era El Víbora –publicación excelente, pero demasiado inclinada, a nuestro entender, a lo morboso y sucio, a lo escatológico y anarcoide: recuérdese que el título que iba a tener, en tiempos en que ETA asesinaba poniendo bombas del explosivo llamado Goma 2, era Goma 3--.

Ya se ve el nivel de inconsciencia. Cairo vino a aportar aquellas necesarias teología y geometría, y a impartir lecciones de cómo hay que hacer las cosas.

Un ejemplar de la revista'Cairo'

Un ejemplar de la revista'Cairo'

Esta beligerancia entre las dos revistas, representante, la nuestra, de “la línea clara” y la otra, de la “línea chunga”, tuvo eco en la prensa y la tele (cosa hoy increíble, que las diferencias entre dos revistas de comics se debatan en los diarios de información general) y nos resultaba muy divertida a unos y otros; pero llegó a tanto que recuerdo que un día pasé por la redacción de El Víbora a recoger a Gallardo –él publicaba en las dos revistas: en El Víbora  las aventuras de “Makoki”, y en Cairo historias vanguardistas— y el editor, Berenguer, viendo a quien consideraba un “pijo” en “su” mugrienta redacción, se sacó el porro de los labios para lanzarme una tremebunda maldición: “¡Ojalá cuando caiga la bomba atómica caiga sobre tu casa!”

Me impresionó mucho. Aún hoy lo recuerdo a veces, y levanto de vez en cuando la vista al cielo, por si veo acercarse un proyectil.

Por cierto que la última entrevista que hizo Victoria, la que cierra el libro, es la que me hizo a mí, donde, con una presciencia asombrosa, después de decir muchas burradas, predije: Cairo es una revista tan buena, tan extraordinaria, tan lograda, que no puede durar. Seguro que esta aventura naufragará pronto”.  

En efecto, al mes siguiente, Cairo cerró. De hecho, siguió publicándose durante algunos años, pero ya sin el núcleo “duro”, sin su alma, sin Navarro (y sin mí), la abandonamos por diferencias con el editor, Rafa Martínez. Rafa era un editor, la verdad, excelente, pero los dos, él y Navarro, tenían ideas claras y distintas, y no supimos, pactar, transigir. Ahora soy más complaciente y dialogante, y viéndolo en retrospectiva lamento aquella ruptura, dañina para todos. Pero no se puede llorar por la leche derramada.

Descatalogados

No digo que lo que se publicó en Cairo después de nosotros fuera malo, pero la revista había perdido el aura de modernidad, la sorpresa constante, la provocación que hacía que cada número dejara patidifusa a la afición. Personalmente sufrí un disgusto tan grande que a partir de aquel momento me alejé del mundo de los comics –había sido guionista, director y consejero de varias revistas, crítico y demás tareas colindantes, todas salvo dibujante--.

Cambié de profesión y cerré la puerta al reciente pasado con un manual o testamento titulado El canon de los comics, que publicó Navarro en una nueva editorial, en el que celebraba las mejores obras de todos los tiempos.

Es un libro de despedida pero apasionado. Lo redacté a medias con Ramón de España. Seleccionamos 100 obras maestras de la historia de los comics. De España escribió el panegírico de cincuenta, y yo el de las otras cincuenta. A veces le digo que “la mitad de aquel libro está muy, pero que muy bien. La mitad del libro está fenomenal”. Y él, pillando al vuelo la malignidad de mi comentario, responde: “Tienes razón, estoy totalmente de acuerdo, la mitad del libro está muy bien.”

Bueno, la mitad está muy bien, pero las dos mitades –o sea la unidad, el libro mismo-- están descatalogadas, y a lo mejor los autores también estamos descatalogados, en cierto sentido.

Asistí a la presentación de Conocerlo es amarlo temiendo un ejercicio de nostalgia, pero temer eso es no conocer a Victoria, que es mujer positiva, optimista, mirando siempre hacia el futuro. Celebró ante el público la experiencia de aquella revista barcelonesa y recordó que su estética, “su línea clara”, fue asombrosamente influyente en toda España.

Aprovecho la ocasión para enviar un saludo a todos los compañeros de viaje en aquella aventura, y en especial a nuestro capitán. Felicidades, Joan.