Yvonne Farrell

Yvonne Farrell

Artes

Yvonne Farrell: "No hay ciudad sin comunidad. Los edificios sin habitantes son ruinas, no existen"

La arquitecta, Premio Pritzker 2020 junto a su socia de Grafton Architects, Shelley McNamara, evalúa los cambios que deben producirse en las ciudades y en la vivienda social tras la experiencia de la pandemia

7 julio, 2024 18:16

Yvonne Farrell es la mitad del prestigioso Estudio Grafton Architects, que fue Premio Pritzker en 2020 y tiene en su haber proyectos como la reurbanización del Temple Bar, el barrio situado en el corazón de Dublín, o el campus de la Universidad de Tecnología e Ingeniería de Lima. Ella y su socia, Shelley McNamara, alternan su trabajo como arquitectas con la enseñanza universitaria y el comisariado de exposiciones y eventos como la Bienal de Arquitectura de Venecia (2018). Tiene unos ojos claros que se le llenan de lágrimas en dos ocasiones durante la entrevista y una voz firme y queda al mismo tiempo. Usa un acento irlandés melodioso que le viene de tradición familiar. Defiende la sostenibilidad y la vivienda pública. E insiste en la idea de que ningún gran edificio lo es si quienes lo habitan no son felices.

¿Dónde guarda la medalla del Pritzker?  

¡Oh! En realidad nos dieron dos. Una para mí y otra para Shelley. Cada una la tiene en su casa. Al ser el año de la pandemia, en los momentos más duros del aislamiento, la entrega fue distinta a otras. Especial. Se decidió celebrarla por streaming, pero el Trinity College nos brindó su maravillosa biblioteca para que se retransmitiera desde allí. Intervino el presidente de Irlanda, miembros de la Academia y muchos medios de comunicación. A pesar de la dificultad de una ceremonia on line, fue muy emocionante porque todos éramos conscientes de estar viviendo un momento único. El mundo estaba sobrecogido, todo se había parado y esa celebración suponía de alguna manera una señal de esperanza. Una alegría en un tiempo que resultó muy doloroso para mucha gente (se le empañan los ojos y pide disculpas, se ha emocionado y se seca las lágrimas discretamente con la mano). Fue magnífico y emocionante a un tiempo.

Es el premio mas importante de arquitectura.

Éramos conscientes. También de la incertidumbre del momento. Todo interrumpido, las calles vacías y cualquier actividad que no fuera una emergencia suspendida. Después de tantos años de esfuerzo, de tanto trabajom, de tanta entrega de todo el equipo. Después de tantas dificultades desde que éramos recién licenciadas y muy jóvenes decidimos apostar por un oficio entonces tan masculino… se nos reconocía. La gratitud que sentimos nos devolvió la esperanza en un momento lleno de amenazas. Terrible.

Yvonne Farrel

Yvonne Farrel @JAIMEFOTO

 

¿Hemos aprendido algo de la pandemia? Ya hace tres años y aún incomoda ver imágenes de la gente con mascarillas y las ciudades desiertas.

Para mí, sin duda, ha dejado una huella y no es poco profunda. Estar sola en casa, sin ninguna de las herramientas de nuestra vida cotidiana y todos los proyectos suspendidos. Creo que es una alerta sobre lo que es de verdad importante y lo que no. A pesar de que las tecnologías han sido vitales para que no desesperarnos, fuimos conscientes de lo importante que son los contactos. De lo vital que resulta vernos en el estudio, estar juntos, compartir espacio y tiempo. De la necesidad del contacto. Nos hemos dado cuenta de nuestra fragilidad y de la necesidad de una protección global. La ciencia nos ha salvado aunque no siempre le demos los recursos que necesita. Y la salud se ha convertido en una prioridad para la supervivencia de todos, más allá de cada caso personal. Tendemos a olvidar las lecciones de la Historia, pero yo creo que, en el caso de Irlanda, la gente fue muy respetuosa con las medidas sanitarias. Y fue solidaria. No había negacionistas que boicotearan la obligación de salvarnos juntos. O, si los hubo, fueron irrelevantes. La mayoría de la gente demostró un gran espíritu cívico. 

Las ciudades estaban vacías.

Ess una imagen difícil de olvidar. No existe ciudad sin comunidad. Los edificios sin habitantes son ruinas, no existen. Cuando experimentas el silencio terrible de una ciudad vacía sabes que todo lo que construyes debe ser habitado. La arquitectura habla con la lengua de quienes le dan vida. Sin las personas no hay arquitectura. Edificar, construir, no tiene sentido.

El confinamiento tambien ha evidenciado las malas condiciones de algunas viviendas.

Ha sido una prueba de fuerza que no hemos superado en muchos casos y de la que debemos tomar nota. Las casas necesitan espacios abiertos, ventanas, terrazas, luz.  Yo tengo un pequeño jardín en el que cada mañana venía un pájaro a cantarme. Vivo a veinte minutos del mar. Podía caminar por la playa. Pero para muchas personas el aislamiento fue un terrible castigo dada la precariedad de viviendas que no permiten una vida decente. Hay que hacer una revisión de cómo planeamos las viviendas, tenemos que preguntarnos si estamos ofreciendo condiciones dignas para la vida. Es una cuestión de supervivencia como sociedad. En mi país existe una enorme presión para ampliar la oferta de viviendas y desde el mercado se cae en la tentación de hacerlo rápido y reducir los estándares de calidad. Eso es un error que pagaremos caro. Ya lo hemos pagado, de hecho. No se puede vivir en cárceles. Yo espero que gane la cordura, porque es algo que los arquitectos tenemos muy claro.

La arquitecta Yvonne Farrell, en Sevilla

La arquitecta Yvonne Farrell, en Sevilla @JAIMEFOTO

Pero el mercado…

(Hace un gesto de desaprobación con la mano) Nadie gana si se alimentan los conflictos y créame que algunas condiciones de vivienda lo son en sí mismas. Shelley y yo, en las clases de la universidad, les pedimos a los alumnos que nos hicieran un croquis de lo que había sido la pandemia para ellos. Los resultados fueron muy curiosos. Una alumna pintó cuatro tazas de café porque, gracias al confinamiento, volvía a compartir el desayuno con sus padres y su hermano como cuando era una niña. Otro alumno dibujó balcones: los salvavidas del naufragio. Son dos mensajes positivos, pero debemos tomar nota. Estuve leyendo un libro sobre la peste en la Edad Media. Hemos vivido lo mismo. No somos del todo conscientes de la magnitud.

Ha sido una prueba de humildad para Occidente.

Ya lo creo. Estos días he estado leyendo otro libro de un divulgador de neurociencia y dice cosas muy interesantes. Se ve que tenemos unas células en el cerebro que nos ayudan a situarnos en el espacio y entender las distancias. Se trata de saber si a base de no usarlas estamos perdiendo ciertas capacidades. Si los niños se acostumbran a usar el GPS para ir de un sitio a otro van a perder toda su capacidad de orientarse en la ciudad, de entender el espacio y el lugar que ocupamos. Somos piel, somos células, no podemos olvidarlo por muy útiles que sean algunas de estas herramientas.

Yvonne Farrell

Yvonne Farrell @JAIMEFOTO

¿La idea de la ciudad de los cuidados tiene que ver con la incorporación de las mujeres en la arquitectura? 

Tal vez, pero hacen falta más mujeres. (Sonríe discretamente). El oficio las necesita. Para hacerlo más habitable: es una profesión muy dura. Muchas estudian la carrera e incluso en algunas universidades son ya mayoría, pero gran parte abandona cuando empiezan a trabajar. Requiere esfuerzos y renuncias que a veces no merecen la pena. Es posible que las mujeres, que han priorizado por cuestiones culturales los afectos, hayan ido cambiando ciertos paradigmas, aunque también es posible que no sea solo cosa de ellasm sino de una generación, porque los hombres también han cambiado.  (Piensa unos segundos) Yo creo que hay un tercer sexo en cuanto a sensibilidad y valores. Hay un cambio de paradigma, aunque sea lento. La arquitectura debe incorporar esos valores, pero sobre todo debe pensar en quienes no tienen voz.

De las seis mujeres Premio Pritzker, sólo una lo ha ganado en solitario. ¿Tienen otra forma de entender el trabajo distinto a los arquitectos-estrella? 

La idea de que en un estudio hay un talento en solitario es absurda y está superada. Nunca hay una sola persona detrás de un nombre. Nunca es fruto de un artista individual. La arquitectura es colaboración, es comunidad. De  lo que nos sentimos más orgullosas en Grafton es de la manera de trabajar: compartimos valores y somos un equipo. Pensamos en lo colectivo. Debemos ser conscientes del privilegio de trabajar para algo que no consiste solo en construir algo bello, colosal o magnifico. La arquitectura es cultura porque civiliza. El trabajo del estudio es como navegar en un barco de vela: hay capitanas pero la tripulación es imprescindible. 

Campus Tech de Lima

Campus Tech de Lima GRAFTON ARCHITECS

El proyecto de Temple Bar en manos de mujeres resulta algo muy estimulante ¿Hubo reservas?

No. O no las sentimos. Fue increíble: ganamos el concurso cuando éramos muy jóvenes, en un momento muy duro para la profesión y para la economía de Irlanda. En los ochenta había poco trabajo y grandes tentaciones por parte de los promotores y las inmobiliarias de derribar los edificios más deteriorados del centro de Dublín. Se hizo un concurso con concurrencia pública y nos presentamos, juntos, un grupo de estudios con proyectos diferentes , todos enfocados a la recuperación del barrio. Ganamos. En aquel momento nos dedicábamos más a organizar exposiciones y eso nos ayudó a darnos a conocer más allá del mundo cerrado de la arquitectura. Los arquitectos hablan un idioma que la gente no entiende. Nos ven la realidad de la vida cotidiana. La experiencia de intervenir  ocho estudios a la vez en un solar del Temple fue muy importante para cambiar una manera de actuar en la ciudad. Se trataba de proteger un barrio que además de tener veinte mil vecinos representa a Dublín. ¡Querían demolerlo para hacer una estación de autobuses!

Hubiera sido matar la gallina de los huevos de oro.

No crea que entonces se veía tan claro. Hoy hablamos del urbanismo como parte esencial de cualquier planteamiento, y no sólo desde la propia arquitectura, pero en aquel momento, al finales de los ochenta y comienzos de los noventa, no se veía tan claro. El sector quería proyectos a lo grande, no pequeñas intervenciones. A mis alumnos, para explicarles mi manera de entender la arquitectura, les hablo de la boca, de la dentadura. Una vez les llevé una imagen de un rostro desdentado y una dentadura postiza reluciente, nueva. Así lo ven algunos, como un cambio completo en una boca con caries. Otros lo que queremos es salvar las viejas piezas sanas. (Sonríe ampliamente).

Yvonne Farrel

Yvonne Farrel @JAIMEFOTO

No sé si a los arquitectos les gusta verse como dentistas.

Pues es una buena comparación, se lo aseguro. Cuando un edificio es demolido sin contemplaciones se aniquila su historia y el papel que ha tenido en la ciudad y en la vida de quienes lo han habitado o lo han tenido como su paisaje. Se arrasa con el pasado. Se acaba con la memoria de los que construyen los lugares, con su alma. Los edificios sin gente que los habite no son nada por magníficos o imponentes que puedan resultar. No hay gran obra sin personas que le den vida, ahora y en el pasado. Yo vivo en una plaza donde hay arboles y juegan los niños del barrio y, cuando hace viento y las ramas y las hojas están en el suelo, los veo jugar a hacer pequeñas construcciones. Porque la idea de construir, hasta con arena, en la playa, está en nuestra naturaleza. Siempre que los veo me acuerdo de cuando era una niña y jugaba a levantar casas con palos. Cuando destruyes algo acabas con muchas más que con sus paredes o su estructura. Acabas con una historia de esfuerzo, de trabajo y e laboriosidad. 

Supongo que las imágenes de las ciudades arrasadas en la guerra le darán horror.

(Se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas) Obviamente las imágenes de muerte y de sufrimiento de los niños o los ancianos son las que más me impactan, son terribles. Pero las casas destrozadas, las ciudades arrasadas, son tambien la huella de ese dolor. Hace poco estuve en un país nórdico ante un antiguo campo de concentración nazi. Había una simple lápida en la que sólo había una palabra: gracias. Me conmovió. Deberíamos haber aprendido  la lección de las víctimas y de quienes se resistieron al terror. Ninguna idea merece la muerte de una sola persona. Ninguna idea vale más que la vida de nadie.

The Marshall Building  en Lincoln's Inn Fields

The Marshall Building en Lincoln's Inn Fields GRAFTON ARCHITECS

Irlanda ha vivido tambien la violencia.

(Hace una pausa). La gente quiere vivir en paz y quiere olvidar, pero yo creo que lo correcto es olvidar y recordar. Olvidar el rencor, no pensar en venganzas ni alimentar el odio, pero no olvidar a las víctimas y cómo llegamos a hacernos tanto daño. Leí las memorias de un superviviente de Srebrenica, en la guerra de los Balcanes, y es increíble la capacidad que tenemos los humanos para sobrevivir y mirar hacia adelante, aunque nuestra vida haya vivido un infierno. Hace pocos días escuché en la radio un testimonio increíble de Estados Unidos. Un error policial llevó a la cárcel a una familia que hacia autostop y tuvo la mala fortuna de ser recogida por un asesino huido. Los acusaron de cómplices; a la niña la mandaron con la abuela, el padre murió en prisión y la madre, años después, al descubrirse su inocencia, decía no guardar odio. Si odiaba lo había perdido todo. Me impresionó profundamente esa lección. El odio mata.

Volvamos a la arquitectura, No sé si ocurre en su país que, a veces, en una ciudad o un pueblo el edificio más feo sea precisamente una inversión pública. Parece como si la belleza fuera un lujo excesivo.

Es una pregunta interesante porque no es más barato hacerlo bien. A nosotras nos encanta construir espacios para la educación. Una de nuestras escuelas infantiles, la primera que hicimos, está basada en un viaje por Italia a un monasterio de Florencia con pequeños jardines individuales y zonas comunes. Copiamos esa estructura porque en ese modelo hay mucho más que un diseño. Hay una propuesta llena de historia, de cultura y de crecer con el espacio. Debemos pensar en qué supone vivir de una determinada manera. La arquitectura es construcción y cultura. La relación entre los costes y los resultados debe estar medidísima pero hay tener una visión de futuro, de qué representa un determinado espacio. (Sonríe). El trabajo de un arquitecto se me representa muchas veces como una fotografía antigua de un hombre que cruza las cataratas del Niágara con un remo y haciendo equilibrios. Así nos veo: manteniéndonos a flote y empujados por el agua y las corrientes. El problema es que se olvida demasiadas veces nuestra obligación civilizatoria.

Yvonne Farrell

Yvonne Farrell @JAIMEFOTO

Hablemos de la vivienda como derecho.

Eso sí que es remar contra las cataratas. Es muy preocupante, sobre todo en algunas ciudades, aunque se trata de un problema global. Dublín tiene una vivienda muy cara que no resulta accesible para las rentas medias. Y sucede en otras ciudades, sobre aquellas que viven del turismo. En Grafton estamos trabajando en un proyecto de vivienda social y en otro para la Tercera Edad. Es otro reto: el envejecimiento de la población. Se pueden hacer bien las cosas, pero deben ser las administraciones las que asuman la responsabilidad y no cedan a las presiones de  los constructores. No se puede elegir lo más barato;  a la larga es un error que se paga. Hay un arquitecto en California, que llevamos a la Bienal de Venecia,  Michael Maltzan, que mostró un edificio para personas vulnerables hermoso, digno y sostenible. Se trataba de combinar estructuras existentes, fijas, con paneles prefabricados. Es espectacular. Y posible. 

Recibieron el Pritzker por su trayectoria, pero se destacó sobre todo la Universidad Técnica de Lima (Perú).

Fue una experiencia maravillosa. Nos pidieron un campus de nueva planta y que se integrara en la ciudad. Nos pareció magnifico trabajar en un clima tan bueno, cerca del mar y sin cambios de temperatura. Tuvimos un equipo de más de trescientos trabajadores de extraordinaria profesionalidad. Aprendimos mucho y disfrutamos también. Quisimos diseñar un espacio convivencia, integrado en la naturaleza y adaptado al clima. Estamos muy contentas con el resultado. 

Yvonne Farrell

Yvonne Farrell @JAIMEFOTO

¿Cuál es para usted el mejor edificio del mundo? 

(Calla un rato y niega con la cabeza). No se trata de uno solo, sino tal vez de una ciudad, una calle o un barrio. El Taj Mahal es bellísimo, pero a mí me interesa menos la monumentalidad que la capacidad de dar vida, de dar la bienvenida. Hablo de su calidad de acogimiento. Hay una casa en Mallorca de Jørn Utzon que me parece un ejemplo Se llama Can Lis y está hecha con azulejos y hormigón, pero da la sensación de estar construida con telas. Tiene aspecto textil. Está integrada en el espacio y es muy acogedora. Es un buen ejemplo pero prefiero barrios, calles y ciudades como Sevilla, Barcelona o Dublín.

¿Canta en su tiempo libre?

(Ríe abiertamente). Oh, sí pero no soy muy buena. Mi padre sí tenía vocación y cantaba maravillosamente, pero la familia le obligó a dedicarse a las Leyes. Se dice que los irlandeses hemos nacido para cantar. Una vez en África, que tiene ritmos deslumbrantes, me dijeron que los irlandeses hemos nacido con ese don bajo el brazo. Me gusta cantar. pero aún me gusta mas ver cómo se canta en la calle, en los bares. Ver los edificios que hemos construido llenos de gente que canta es feliz.