El ilustrador Paco Roca

El ilustrador Paco Roca JUAN MARTÍNEZ LAHIGUERA

Artes

Paco Roca: "En el cómic no existen límites. Se puede contar cualquier historia"

El historietista valenciano, Premio Nacional de Ilustración y uno de los grandes referentes de la novela gráfica española, reflexiona sobre las posibilidades expresivas de su disciplina, que en los últimos años ha logrado ampliar su reconocimiento social y alcanzar un prestigio editorial absoluto

16 junio, 2024 19:00

Uno de los grandes nombres del cómic español es, sin duda, el de Paco Roca. Obtuvo el Premio Nacional con Arrugas y hace apenas un año presentaba El abismo del olvido, una novela gráfica en torno a las fosas de la Guerra Civil y a la necesidad de recuperar los restos de quienes fueron asesinados sin que sus familiares pudieran recuperar sus cuerpos. Esta obra ha entrado a formar parte de la historia de este género, convirtiéndose en un referente ineludible. La memoria, individual y colectiva, ha marcado la trayectoria de Roca. Algunos de sus títulos, El faro y, especialmente, Los surcos del azar y El abismo del olvido, son una reflexión sobre la memoria histórica, una reivindicación de la necesidad de conocer y transmitir el pasado y una vindicación de aquellos protagonistas a los que se les ha robado la palabra y cuya historia ha sido borrada de la narrativa oficial. 

La memoria, personal y colectiva, el pasado, las historias que quedan olvidadas… Son los temas que han marcado su trayectoria, sobre todo a partir de El faro.

-Ha sido algo inconsciente. El tema de la memoria, que reúne todos los demás que mencionas, ha ido apareciendo en mi obra por motivos diferentes y no siempre de la misma manera: a veces, de una manera más literal, como por ejemplo en Arrugas y, a veces, de una manera simbólica, como por ejemplo en Los surcos del azar o en La casa. La memoria no apareció como tema de una manera consciente o, mejor dicho, no hubo una premeditación de querer convertirla en uno de los temas principales de mi trabajo. Con el tiempo, me doy cuenta de lo central que es y lo abordo, ahora sí, con una mayor conciencia. 

Paco Roca

Paco Roca JUAN MARTÍNEZ LAHIGUERA

¿El tema influye en el dibujo o el dibujo influye en el tema?

Lo primero siempre es el tema, que precede incluso al guion que escribo y que es el punto de partida para luego empezar a pensar y dibujar. Tengo la suerte de que puedo hacer los cómics que me apetece hacer, es decir, tengo la suerte de no hacer cómics por encargo, y esto me permite ahondar en asuntos sobre los que quiero reflexionar e investigar en temas o historias que me interesa conocer. Para mí, la manera de conocer algo es realizando un cómic y espero que esas historias y esos temas que despiertan mi interés resulten interesantes para los lectores. Ahí está también la maestría de cada uno, su capacidad en volver atractivo para los demás el tema sobre el que se quiere trabajar. Más allá de que haya elementos comunes, mis trabajos nacen de distintos intereses: en La casa o en Regreso al Edén, quería indagar en la condición humana, mientras que otros cómics tienen una impronta más social y más política y su origen se halla en mi curiosidad por conocer la historia de nuestro país. Una vez que uno sabe qué quiere contar y sobre qué quiere reflexionar aparece el dibujo y uno se enfrenta a la pregunta de cómo convertir esa historia que quiere narrar y de cómo abordar determinados temas en un cómic.

He querido comenzar preguntándole sobre el tema de la memoria porque, si nos fijamos en su dos primeros cómics, El juego lúgubre e Hijos de la Alhambra, vemos un gran salto a nivel temático, pero también en el dibujo. 

Desde luego, se produce un salto y esto se debe a que estos dos cómics que citas responden a un momento en el que lo que se hacía en términos generales no tenía mucho que ver con lo que se hace ahora dentro del cómic y de la novela gráfica. Por entonces, estaba empezando y creía que títulos como estos podían ser más fáciles de publicar y que me ayudarían a conseguir más lectores para así poderme dedicar por completo a lo que yo quería: hacer cómics. No fue fácil. La prueba es que durante casi veinte años viví de la publicidad y de la ilustración publicitaria, haciendo cómics en mis ratos libres. Estaba harto del mundillo de la publicidad y quería alejarme. Intenté muchos caminos hasta profesionalizarme dentro del cómic y dejar la publicidad. Al inicio, me centré en los superhéroes, coloreé cómics de Marvel e hice algunos que, a mi modo de ver, pudiera ser más o menos vendibles fuera de España, en concreto, en el merado francés. De ahí El juego de Louvre o Hijos de la Alhambra, dos títulos que creía que me podían abrir las puertas. A falta de mercado en España, yo y muchos otros autores de cómic intentamos fortuna en mercados más potentes como en el francés o el norteamericano, donde los superhéroes tiene mucho éxito. Esos primeros cómics iban un poco por ese camino.

'La Navidad del dibujante'

'La Navidad del dibujante' PACO ROCA

¿Cree que con Arrugas llegó su consagración? Fue un cómic muy celebrado en Francia.

Durante muchos años, sobre todo para un tipo determinado de cómic, la consagración en el mercado francés era lo más a lo que uno podía aspirar. Publicar en Francia te facilitaba dar el salto a otros mercados. Yo comencé publicando ahí títulos como El juego lúgubre, Hijos de la Alhambra e, incluso, El faro se había publicado en francés, aunque no había tenido mucha repercusión. Hasta entonces había publicado en pequeñas editoriales francesas y estaba convencido que debía conseguir entrar en un gran sello, algo que sucedió cuando la editorial Delcourt se interesó por Arrugas. Sin embargo, no te creas que tuvo mucha repercusión. Donde realmente tuvo éxito Arrugas fue en España. Para mí fue una gran sorpresa y marcó un punto de inflexión en mi trayectoria. Hoy en día es un libro que se sigue reeditando y que se ha traducido a quince idiomas. 

¿La adaptación cinematográfica, ganadora además de dos Goyas, acrecentó su éxito, por lo menos en España?

No sé hasta qué punto realmente la película contribuyó al éxito del libro. Hablamos de una película de animación para adultos y de poco presupuesto, así que no hubo una gran campaña de marketing. Sin duda, tras ganar los dos Goya, la película se dio a conocer más en España y, consecuentemente, dio a conocer el cómic. De todas maneras, creo que lo que hizo que lectores se acercaran y se interesasen por Arrugas fue la concesión del Premio Nacional. Arrugas es un cómic que, a mi modo de ver, es fácil de vender a lectores que no necesariamente son apasionados del género. De hecho, esto es algo que señaló la prensa con titulares como “el cómic se hace adulto”. Y, efecto, también en parte gracias a la atención mediática que vino tras el premio creo que Arrugas rompió fronteras y llegó a un público muy amplio, no solo al nicho de lectores de cómic.

Paco Roca, en su estudio

Paco Roca, en su estudio JUAN MARTÍNEZ LAHIGUERA

En 2007 fue instaurado el Premio Nacional de Cómic, que era considerado un género destinado una nicho restringido de lectores. Esto nos dice mucho del lugar secundario que ha ocupado dentro del campo cultural.

Hay muchos los factores que contribuyeron a que Arrugas funcionase y son todavía más los que hicieron posible que se cambiase la percepción que se tenía sobre el cómic y sus autores. De todos los factores, hay que señalar lo importante que fue que los cómics se vendieran en las librerías. Hasta entonces -hablo de la primera década de los 2000-, se vendían casi exclusivamente en librerías especializadas que, desgraciadamente, se convertían en una especie de gueto, donde solo iban los lectores de cómic. No se hablaba apenas de cómics y estos eran leídos por quienes eran fanáticos del género, no por otro tipo de lectores. En esos años, tiendas como FNAC ya vendía cómics y, fue por entonces, cuando librerías como La Casa del Libro o La Central empezaron a interesarse por este género, para cuyo éxito fue determinante el formato de la novela gráfica.

El cómic seriado es de difícil venta en un determinado tipo de librería, puesto que, entre libros de fondo y novedades, publicaciones mensuales y periódicas, no encuentran su sitio. En cambio, la novela gráfica, que por formato está más cerca de la novela, encontró su sitio en las librerías generalistas. No hay que olvidar algo que siempre se ha comentado: el éxito del cómic comenzó con el fracaso de los CD y de los DVD: la superficie destinada a estos formatos fueron reduciéndose en las tiendas, mientras que la superficie destinada a los cómics aumentaba. Todo esto hizo que llegase a un tipo de público que habitualmente no lo leía, favoreciendo un cambio en la percepción de este género que muchos consideraban infantil.  

'Historia de una crisis anunciada'

'Historia de una crisis anunciada' PACO ROCA

La reivindicación del cómic ha ido de la mano de la reivindicación de la ilustración, dos expresiones artísticas a las que el adjetivo de “infantil” ha acompañado durante mucho tiempo. ¿Por fin se han legitimado como merecen?

En los últimos quince/veinte años, se ha producido un cambio brutal, sobre todo por lo que se refiere a la percepción que se tiene del cómic. Ha entrado en la universidad y en los museos; se estudia su historia y se analiza su lenguaje. Además, cada vez se hace más adaptaciones audiovisuales. Todo esto ha ayudado a la hora de desmontar todos esos prejuicios que había hacia su formato y hacia su lenguaje, que terminaban por tacharlo como algo infantil. 

Al respecto, quiero preguntarle sobre El invierno del dibujante, donde usted habla precisamente la historia del cómic como género y reivindica sobre todo a los dibujantes de Bruguera que marcaron la historia del cómic en España.

El invierno del dibujante es el primer cómic que hice directamente para el mercado español. Como te contaba, el éxito en España e, incluso, Italia, de Arrugas o de Las calles de arena me hizo pensar que no tenía mucho sentido publicar en una editorial francesa si mi primer mercado era el español. El invierno del dibujante fue una apuesta que hice con mi editorial, que sigue siendo hasta el día de hoy, Astiberri. Quería contar la historia que siempre quise contar; una historia que fuera una especie de homenaje a los autores que para mí fueron importantes y que fueron determinantes en la historia del cómic, si bien hoy apenas tienen resonancia y cuyos trabajos, como sucede muchas veces en literatura, difícilmente se encuentran en las librerías. Los cómics de entonces eran muy populares, sus personajes eran conocidos por todos; pensemos en Mortadelo y Filemón, pero también en Zipi y Zape, en Petra… Cuando todavía no existía la televisión o muy pocos tenían televisión en sus casas, estos personajes formaban parte de la cultura popular y eran parte de la vida de las personas. Para mí, era importante reivindicarlos y contar su historia, envuelta de prejuicios. Contar la vida de estos personajes me permitía contar la vida de los lectores y, a la vez, dignificar nuestro medio. No se puede dignificar si no escribimos su historia, rescatando sus personajes y mitos y analizándola. Con El invierno del dibujante quería dignificar el lenguaje del cómic.

Paco Roca dibujando

Paco Roca dibujando BIEL ALIÑO

Si habla con los lectores, ahora ya mayores, de las peripecias de estos personajes que cita, le hablarán de “tebeo” o de “historieta”, no de “cómic” y, menos aún, de “novela gráfica”.

No creo que importe mucho el término que utilicemos, porque la palabra no pone límites a lo que es y a lo que puede llegar a ser este medio. Dicho esto, es también cierto que muchos de estos dibujantes de los años 50 y demás se sorprenderían de los temas que se abordan actualmente a través del cómic. Probablemente, un lector del joven Ibáñez o Escobar se asombraría si le pones entre las manos una novela gráfica de trescientas páginas y que aborde cuestiones como la memoria histórica. Reconocería el formato, porque es el mismo, pero se ha transformado por completo. Lo bueno es que ahora ya no tenemos autolimitaciones. Hoy en el cómic no hay límites, se puede contar cualquier historia.

Me gustaría preguntarle sobre alguien con quien usted ha trabajado y que, además, ha sido uno de los precursores en esta reinvención. Me refiero a Miguel Gallardo.

Él era una persona que estaba explorando continuamente. Venía de la ilustración, así que tenía un pie en cada disciplina, la ilustración y el cómic. Esto lo mantenía fresco en lo visual y le permitía tener un acercamiento desde una visión mucho más amplia con respecto autores que únicamente hacía cómic y no pensaban que se podía ir más allá. Este no era el caso de Gallardo, que siempre destacó, desde sus primeros trabajos en el underground, donde sorprendía con su humor y su grafismo. Cuando surge la novela gráfica, él es uno de los primeros en explotarla. Ahí está, como ejemplo, Un largo silencio: una especie de diario sobre la vida de su padre en el que reflexiona sobre la memoria. Es un libro que precede a todos los que vinieron después. Tiene un formato pequeño, como si se tratara de una novela corta. Ahí vemos que Gallardo era alguien con inquietudes y una mente abierta a la hora de pensar nuevos proyectos. Luego llegó María y yo. Fue un momento en que nos apoyamos muchos el uno en el otro, puesto que María y yo apareció al mismo tiempo que se publicaba Arrugas. Los dos libros hablaban de la enfermedad y los cuidados, así que nos reencontramos muchas veces en presentaciones o en entrevistas con los medios.

'La Navidad del dibujante, viñeta'

'La Navidad del dibujante, viñeta' PACO ROCA

Arrugas habla del Alzheimer y de la pérdida de la memoria. La casa habla del regreso a la casa familiar y de los recuerdos, pero también de los secretos y los olvidos que están en cualquier memoria familiar. En ambos casos, observamos que el punto de partida es una historia íntima que da pie a una reflexión social y política.

Está todo unido. La primera vez que planteé un diálogo de este tipo fue en El faro, donde confluían dos historias. Por un lado, Francisco, el abuelo de una amiga, me contó su historia como soldado republicano que había salido de España y acabó en un campo de concentración en el Sur de Francia. A mí siempre me ha gustado la historia y no conocía nada de lo que me contó el abuelo de aquella amiga, así que me interesó indagar. Por entonces, todavía no tenía el oficio y la madurez para afrontar a través del cómic una historia como aquella, así que mezclé el relato de Francisco con una trama de fantasía. De ahí que la historia real Francisco quede un poco perdida o, mejor dicho, sea más el detonante de la trama que la propia trama. En aquel momento no supe cómo afrontarla; tampoco estaba convencido de que una historia centrada en una vida real pudiese tener interés. Con el tiempo me he ido encontrando con otros asuntos e historias que tampoco conocía, pero que hubiera tenido que conocer. Es el caso de la compañía La nueve, formada por republicanos españoles que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo es posible que no supiera nada de ellos? Sentí vergüenza. Su historia me parecía increíble. Así surgió Los surcos del azar. Quería dar a conocer la historia de estos hombres que, en otro país y en otro contexto, hubieran sido considerados héroes nacionales. Son personas que lucharon  por la democracia en Europa; deberían tener un reconocimiento.  No tienen placas conmemorativas, no se han hecho películas ni se han escrito libros…De ahí Los surcos del azar y de ahí mis otros trabajos, todos ellos unidos por mi interés y compromiso con la memoria política y con la memoria democrática.

Paco Roca

Paco Roca BIEL ALIÑO

De este interés surge El abismo del olvido, una obra extraordinaria en la que se cuenta, entre otras historias, la búsqueda de una mujer de los huesos de su padre, fusilado y enterrado en una fosa común. A la hora de narrar una historia así supongo que aparece la pregunta sobre cómo hacerlo, qué se puede narrar, qué se puede mostrar.

Efectivamente. El abismo del olvido fue una historia muy complicada de contar. La complicación aparece siempre cuando trabajas con vidas reales, vidas que no son la tuya y cuyos protagonistas conoces. Es un terreno difícil porque, por un lado, debes ser muy respetuoso hacia esas personas que te ceden sus historias. Más todavía en el caso de El abismo del olvido, donde me contaron relatos familiares que se pasaban de madres a hijas y hasta a nietas. Para ellas, es más que un relato; es una especie de biblia familiar que te dejan y que debes tratar con respeto y cuidado. Es inevitable, preguntarte qué van a pensar cuando lean el cómic, si van a considerar que has interpretado bien su historia, si has dicho lo que debías decir… Por otro lado, tú necesitas una cierta libertad para narrar. No estás haciendo un ensayo, sino construyendo una narración y necesitas llevar las cosas un poco hacia donde tú quieres para contar lo que quieres contar.

A todo eso, se suma otra cuestión: cuando empiezas a enmarcar estos relatos en el contexto te das cuenta de que no todo lo que te están contando es posible o, por lo menos, de que hay cosas que debes matizar. Por lo que se refiere a El abismo del olvido, Rodrigo y yo realizamos al inicio muchas entrevistas con las personas cuyo testimonios nos interesaban. Seguimos hablando con ellas  a lo largo de los dos años y medio del proceso de creación del libro y, cada vez que teníamos una duda, les llamábamos para que nos la aclarasen. Sin embargo, no compartimos nada de lo que estábamos haciendo hasta el final. Pensábamos que, si lo hacíamos, nuestro margen de libertad iba a ser menor, puesto que todos iban a querer intervenir con comentarios del tipo “mi madre no era en realidad así” o “mi padre nunca hubiera dicho esta frase”.  Trabajamos con el máximo respeto, pero también con el rigor necesario y con esa libertad indispensable para inventar cosas -había en los distintos relatos muchos huecos por rellenar- para que el cómic funcionara.  

'El toro'

'El toro' PACO ROCA

Hablando de libertad: ¿el hecho de abandonar la publicidad, realizar sus propios proyectos y no trabajar por encargo, le da usted esa libertad total que deseaba?

Sí, claro. Y esta libertad que tengo a la hora de realizar mis proyectos no solo no se puede comparar con la libertad que uno tiene en publicidad, sino también en ámbitos como el cine. En estos ambientes uno debe mantener siempre el equilibrio entre la libertad para crear y las concesiones que hay que hacer para conseguir que alguien invierta millones de euros en tu proyecto. A veces, las concesiones no son muchas, otras sí lo son. Hay ocasiones en las que tú mismo ya sabes lo que esperan la plataforma o los inversores y creas a partir de sus expectativas y lo llevas hacia ese lado. Por otro lado, a la hora de crear, sobre todo cuando uno tiene éxito y tiene miedo de perderlo, siempre se tiene en mente a los lectores; aunque no quieras, te preguntas si les va a gustar más o menos lo que estás haciendo. Creo soy afortunado en el sentido en que tengo una buena cantidad de lectores fieles que, aunque los maree un poco, me siguen, porque les gusta mi forma de contar las cosas, de ver la vida y de contarla.

Como lector, yo tengo escritores que me gustan e, independientemente de lo que escriban, los leo siempre. Compro siempre sus libros porque me gusta como narran. Lo mismo me pasa con los cineastas: me da igual la película que hagan, la voy a ver. En mi caso creo que afortunadamente he conseguido esa misma fidelidad con misma lectores: muy mal lo tengo que hacer para perderlos o, por lo menos, para perderlos de golpe.

Paco Roca

Paco Roca BIEL ALIÑO

El cómic tiene elementos propios del cine -la imagen y su secuencialidad-, pero también de la novela -construcción de trama, personajes- ¿Estas dos disciplinas le marcan e influyen?

El cómic tiene muchos elementos propios de la novela; lo que sucede es que en el peso principal de la narración recae en la imagen. A diferencia de la novela, es narración visual. Yo sé escribir para mis cómics, pero sería incapaz de escribir una novela, de contar una historia con palabras. Antes de dibujar, siempre escribo un guion, pero mientras lo hago pienso que a todas estas anotaciones el dibujo las va a dotar de esencia y sentido el dibujo. El cómic es visual, pero creo que está más cerca de la novela y, por tanto, de la literatura que del cine por la manera en que se lee y por la forma de funcionar los dibujos en la cabeza de quien lee. En el cómic, el lector marca los tiempos -vuelves atrás, te detienes- y puedes elegir el lugar donde realizar la lectura. Además, mientras lees un cómic imaginas todo lo que ocurre, porque las viñetas son solo pequeñas pautas: entre viñeta y viñeta pueden acontecer mil cosas que, sin embargo, ocurren únicamente en la cabeza del lector. Por esto digo que está más cerca de la novela. De hecho, creo que con el lenguaje de la novela gráfica lo que hacemos es mirar y acercarnos a la literatura, que tiene muchas herramientas que ofrecer el cómic.