Francisco Ibáñez, por Farruqo

Francisco Ibáñez, por Farruqo

Artes

Francisco Ibáñez: luto en la ‘tebeoesfera’

Ibáñez, el dibujante de Mortadelo y Filemón, fallece fiel a su idea de que son sus personajes los que han enseñado a leer a tantos niños

15 julio, 2023 21:17

Su legión de dibujantes y humoristas literarios lo dice claro: Francisco Ibáñez ha entregado el lápiz. Tras conocerse ayer la muerte del gran historietista a los 87 años se declaró el luto en la Calle del Percebe y se les da un permiso a los agentes de la T.I,A. Los del humor plasmado sobre el papel que retrata la invisible no pueden hacerle más; ellos saben que la risa y la tristeza no solo no son incompatibles, sino que se complementan en un lugar intrincado del alma que aprende a sobrevivir, cuando la astrofísica ha decretado a clausura del tiempo. Ibáñez no está, pero Mortadelo y Filemón son inmortales. Algunos no habían contado con ello.

El mundo de la Tebeoesfera nos lleva ventaja a todos en el arte de narrar la realidad desde una ventana oculta que agranda virtudes y defectos. Les pondré un ejemplo cercano a Ibáñez: Corría la última década del siglo XX, cuando apareció Superlópez en el cluster metalúgico español. Era López Arriortua, un ejecutivo vasco que dejó de ser el Ceo de General Moros, en plena agonía industrial de Detroit, para convertirse en el hombre fuerte de Volkswagen. Le llamaron Superlópez por la resonancia con un personaje del Comic de Juan López, Jan, y colocaron su apellido en la salvación de las cadenas de montaje españolas propiedad del consorcio alemán, mermadas por la crisis de 1993.

Random House se había comido a la antigua Bruguera de los dibujantes para entrar en el mundo de Bertelsman una holding que ahora se pelea por la hegemonía en el duopolio editorial Random-Planeta. En un doble fondo de este andamiaje empresarial, vivía sin hacer ruido Francisco Ibáñez, el maestro de la historieta más olímpico del Cómic español, desde que sus agentes investigaron el  Mundial de futbol y el de Basquet --acaba de aparecer el Álbum de Mortadelo y Filemón dedicado al Mundial de Baloncesto 2023-- o el mismo COB 92, además de desvelar los secretos de Luis Bárcenas, en el complejo mundo delictivo de Gurtel.

El dibujante e historietista Francisco Ibáñez, con dos comics

El dibujante e historietista Francisco Ibáñez, con dos comics EFE

Ibáñez, que había debutado con sus tiras en los años cincuenta, en la revista Pulgarcito, era lo más vendido de Bruguera -y acaso lo menos retribuido-, frente a los derechos de autores como Fitzgerand, Le Carré o Capote. El popular TBO seguía tirando del carro y eternizaba los buenos momentos con anuncios de caducidad siempre adelantados por pura dejadez y desconocimiento. En cualquier punto de España, el lector parecía dispuesto a dejarse a Calvino en el estante de la librería del barrio, pero no aceptada la interrupción de series como La familia Trapisonda 13 Rue del PercebeEl botones SacarinoRompetechos y Pepe Gotera y Otilio.

Todos se rescatan hoy de la memoria en un momento de luto como el actual; las juegos de Ibáñez son pura magia; obras de arte de perfil bellamente medio, juegos menores que definen vidas enteras; instantes fugaces que vuelven a la primera página cuando una administración crea una brigada de espías domésticos o la familia del vecino no consigue arrancar el coche cargado hasta la bandera, el primer día de vacaciones.

Afán por la lectura

Ibáñez fue dibujante de la desaparecida Bruguera, la casa editorial barcelonesa que traducía la Serie Negra norteamericana con títulos de Ros Mc Donald o Raymond Chandler, y que promocionaba obras entrelazadas sin demasiada relación, donde aparecían entregas sublimes junto a títulos menores. Él puso en marcha su invención para suplir a compañeros que lo dejaban, como Escobar, Peñarroya o Cifré, y aquella fue su penúltima mejor etapa, marcada por los éxitos preestablecidos de Corín Tellado y Marcial Lafuente Estefanía, que probablemente le ensombrecían.

Fue el momento del entorno grisáceo de la Barcelona del Medio Siglo, la irrupción magistral de Eduardo Mendoza, del contraste de la Teresa de Juan Marsé entre el Carmel y la Bonanova. Se decidió entonces la hegemonía de la coyuntural aventura del llamado libro de bolsillo, motor turbo de un afán por la lectura que se estampaba contra los precios del papel impreso. Merecidamente o no, Bruguera simbolizó también el pie en pared de los lectores que se identificaron con la resistencia. Antes de desaparecer, la editorial recolectó sus mayores éxitos de ventas gracias al comic, con un papel destacado por parte de Victor Mora, con El Capitán Trueno y Francisco Ibáñez, con Mortadelo y Filemón.

Algunas de las revistas editadas en Barcelona, referentes del futuro Museo del Cómic / GALA ESPÍN

Algunas de las revistas editadas en Barcelona, referentes del futuro Museo del Cómic / GALA ESPÍN

Cuando Barcelona era una ciudad en blanco y negro, las historietas de Ibáñez desbordaban de color. Entonces lo sospechábamos pero todavía no los sabíamos: el cómic ya era una conexión natural y sin empalmes entre la caricatura inventada y la ficción literaria. Fueron pasando los años e Ibáñez coleccionó galardones. Ganó cuatro veces el Aro de Oro; en 1994, el Salón del Cómic le otorgó su Gran Premio y en 2002 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Los agentes de la T.I.A, conocían el desenlace con antelación de aquel reconocimiento unánime, pero no se lo confesaron ni a su propio creador, como suele ocurrir en las películas de replicantes.

Este artista, que ha vivido encerrado por la muralla de sus propios dibujos, tuvo una adolescencia bonita de la que él desertó para hacerse lo que ha sido: un enorme inventor de tiempos muertos que sobreviven y alcanzan muy alto gracias al símbolo más que al propio dibujo. De joven, trabajó en una oficina de Banesto y estudió economía contable hasta que un día rasgó el visillo que separa la vida de la nada. Quienes le han conocido de cerca saben que la tira cómica tiene su origen en los aforismos cervantinos invisibles, pero situados  a la luz del día. Para no contar su secreto, Ibáñez ha preferido decir que él no vive sino a través de sus personajes. Que son sus personajes los que han enseñado a leer a tantos niños.