Los originales artistas de 'Debajo del sombrero'
La galería Aina Nowack de Madrid reúne obras de artistas con alguna alteración mental que enganchan a los visitantes por la radical extrañeza de las propuestas
24 diciembre, 2022 21:00Entre las galerías de arte de Madrid una de las más peculiares (y bonitas) es la galería Aina Nowack, que ocupa la planta baja de un chalet en el Viso, adonde es preciso telefonear y reservar hora para visitar sus exposiciones. Actualmente en la Nowack se puede admirar la obra de una docena de artistas amparados o recogidos bajo la asociación llamada Debajo del sombrero. Son: Alberto Bustillo, Ángel Luis Palacios, Esther González, Itziar Martín, Jorge Bermejo, José María Morillas, Luis Miguel Edjabua, Luis María Herrero, Manuel Cuba, Manuel Vela, Mar Rodríguez, Marina Sacaluga, Miguel Ángel Hernando, Miguel Ángel Suesta, Olga Peña, Rodrigo Cabrera, Rubén Cabanillas. Es difícil que el visitante salga descontento o indiferente de ese precioso chalet con grandes paredes de vidrio que dan al jardín, especialmente atmosférico en estos días tan lluviosos en Madrid, después de contemplar la radical extrañeza sus propuestas plásticas.
Debajo del sombrero, asociación sin fines de lucro y declarada de utilidad pública, es un proyecto de referencia en España y ya conocido en el extranjero, en parte gracias a la proyección de los asombrosos artistas a los que acompaña o tutela. Desde hace quince años la asociación se dedica a apoyar a los creadores o a las personas con tendencias artísticas que además padecen alguna alteración del desarrollo mental, algunos de ellos con un trastorno del espectro autista. La función de esta asociación es tratar de abrirles puertas para su creatividad pictórica y “acompañarles” –como dice la directora, Lola Barrera— en las necesidades que puedan tener y en su acercamiento o incorporación al escenario del arte. Dispone de un espacio para los talleres en la nave 16 de Matadero, también trabajan (los viernes) en Casa encendida, y el archivo de la obra realizada está en unos trasteros alquilados al otro lado del río. Recibe financiación privada y una ayuda, este año muy pequeña, de la Comunidad de Madrid.
Sucede que no pocos de los 36 artistas que acuden con cierta periodicidad a los talleres son dueños de un estilo muy original, y algunos están profesionalizados –en el sentido de que tienen galerías, coleccionistas, mercado nacional e incluso internacional--. José Manuel Egea, por ejemplo, hace siete años que está representado por una muy buena galería en París y su obra figura en colecciones importantes; la obra de Andrés Fernández fue reunida para una gran exposición en el MUSAC y ha participado en las bienales de Berlín y, como otros de Bajo el sombrero, en la de Shangai--.
Mundos interiores
El tipo de arte que practican se encuadra en lo que Jean Dubuffet (1901-1985) bautizó en 1945 como “art brut” (en el ámbito anglosajón se usa más el término “Outsider art”), para referirse al arte creado por personas ajenas al mundo artístico que no poseen formación académica. Así, sus obras son el reflejo de una creatividad pura, sin contaminar por la imitación de modelos ya establecidos. En un principio fue el arte de los locos, de los internados en psiquiátricos, y más adelante se apuntaron a esta estética artífices de todas clases sin formación académica, empujados por una necesidad interna de expresión inmediata, muchas veces al margen de consideraciones de éxito o pretensiones de reconocimiento.
Los artistas de Bajo el sombrero tienen muy reducidas sus capacidades de expresión con el lenguaje verbal. Es la plástica donde mejor se manifiesta su visión del mundo, de la vida y del yo. Tal como explica Lola Barrera, las obras, tan diferentes y tan particulares, de cada uno de ellos “tienen mucho misterio y son enigmáticas, porque no pasan por la razón sino que son reflejos de mundo interiores que llegan al espectador sin haber sido procesados, y por eso el espectador las recibe en bruto. Uno se pregunta: ¿Por qué esto y de dónde viene?”
Efectivamente, ¿de dónde salen las madejas delirantes y bellas de Marina Sacaluga, las extrañas construcciones arquitectónicas de Jorge Bermejo, la fauna fantástica de Miguel Ángel Hernando, las alineaciones de casitas elementales, en dorado y azul, de Manuel Vela, los ogros espantosos de Olga Peña los elegantes y preciosos informalismos de Ángel Luis Palacios, o los graciosos híbridos de dibujo y escritura de Luis Miguel Edjabua, por mencionar sólo a siete de los artistas expuestos?
El precio de las obras oscila entre 300 y 500 euros.