Casa modernista Helados Labubu Barcelona
La casa modernista de Barcelona que esconde decenas de Labubus: te los puedes hasta comer
El edificio se levanta entre medianeras en pleno centro de la capital catalana
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La fiebre de los Labubu ha llegado a Barcelona. Tras una primera pop-up en la calle Pelayo, Popmart, comercializadora de estos muñecos chinos de vinilo con caras extrañas, ha abierto una tienda en Portal de l’Àngel y las colas son kilométricas.
Pero este no es el único lugar donde se encuentran estos juguetes. Hay varias tiendas de Cataluña que los venden. Lo que pocos se esperaban es que estas criaturas se escondieran en una casa modernista.
Concretamente, si uno se asoma en el número 654 de la Gran Via de les Corts Catalanes de Barcelona, se encuentra, apoyados en una pared, como los presos en las películas, una decena de Labubus de diferentes colores esperando.
Forman parte de la decoración de un restaurante, Let’s Seat, que, además, se encuentra en una de las más de 400 casas y edificios que el arquitecto modernista Enric Sagnier construyó en la ciudad de Barcelona.
Dónde están los Labubus
Se trata de la casa Camil Mulleras, nombre de quien encargó el edificio al catalán. Miembro de una familia con una larga historia vinculada a la comarca de la Garrotxa, en el siglo XIX se trasladó a Barcelona y quiso una casa acorde con su estatus.
El empresario contactó con Sagnier para este proyecto y sumó a un colaborador: el escultor Alfons Juyol, con quien trabajó en varias ocasiones.
Qué edificio es
El edificio se levanta entre medianeras, con planta rectangular y seis niveles: planta baja, planta principal y cuatro plantas piso. El acceso único se sitúa en la fachada a la Gran Via, flanqueado por dos locales comerciales.
Tras la entrada, un vestíbulo amplio distribuye la circulación: una escalera directa hacia la planta noble y otra comunitaria para acceder a las viviendas de los niveles superiores.
Bajos de la casa modernista Camil Mulleras Barcelona
La fachada presenta una composición de aberturas organizadas en cuatro ejes verticales. En la primera planta, una tribuna de piedra ocupa dos de estos ejes y se prolonga en un balcón corrido con piedra calada que abarca toda la anchura del inmueble.
En las plantas intermedias, los balcones son individuales y de planta sinusoide, mientras que la última planta cuenta con un balcón corrido con barandilla metálica. El coronamiento está decorado con una serie de arcuaciones ciegas bajo el alero, que se sostiene sobre ménsulas de madera.
Cómo es la casa Camil Mulleras
El paramento se compone de pequeños sillares de piedra de textura irregular en contraste con la piedra lisa de la planta baja. El uso de piedra natural en la fachada y la incorporación de ornamentos de temática vegetal forman parte de un repertorio formal habitual en las casas de vecindad proyectadas por el arquitecto entre 1900 y 1907.
La cubierta es plana con terraza, salvo en el sector más próximo a la fachada, donde se dispone una falsa cubierta inclinada de tejas que sobresalen para formar el alero. En cuanto a la ornamentación, destacan la decoración de la piedra en la puerta principal, las ménsulas y las barandillas del balcón de la planta principal, con motivos vegetales de estética modernista, así como las rejas de hierro forjado en los balcones.
Casa modernista Camil Mulleras Barcelona
En el interior, el vestíbulo aprovecha el reducido espacio del patio de luces para integrar la escalera noble con un espacio vertical que amplifica las dimensiones interiores. A continuación se encuentra otro espacio que alberga la escalera comunitaria.
Estos espacios cuentan con arcos trilobulados sobre columnas con capiteles florales. La arquitectura interior mantiene la piedra tallada con un lenguaje historicista híbrido, mientras que la decoración conserva elementos originales como arrimaderos cerámicos, carpinterías vidriadas y faroles.
Labubus escondidos
Lo más curioso de todo es que, con el paso de los años, en sus bajos, se han ubicado comercios de todo tipo. En realidad, el edificio es tan grande que en la actualidad hay dos. Y, en uno de ellos se encuentran los Labubu, escondidos.
Cuando el restaurante que los alberga está cerrado, parecen estar allí preparados para cometer cualquier tipo de tropelía. Por suerte, siguen allí, fijos, cuando se abren las puertas del local que guarda más de una sorpresa respecto a estos seres.