El Templo del Tibidabo de Barcelona y su arquitecto, Enric Sagnier

El Templo del Tibidabo de Barcelona y su arquitecto, Enric Sagnier

Historia

El arquitecto pionero del modernismo eclipsado por Gaudí: autor de más de 450 edificios de Barcelona

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El modernismo catalán conocido a nivel mundial se basa sobre todo en un hombre, Antoni Gaudí. Si alguien conoce un poco más puede reconocer el trabajo y la obra de Puig i Cadafalch y Domènech y Montaner. En cambio, otro arquitecto que llegó a diseñar hasta 450 edificios con toques modernistas ha pasado casi al olvido.

De poco le sirvió ser el urbanista más valorado por la élite catalana de su época y uno de los arquitectos con mayor reconocimiento en su momento, Enric Sagnier no goza hoy del mismo prestigio que figuras como Gaudí, Domènech i Montaner o Puig i Cadafalch. Es más, a penas se le nombra.

Qué hizo

Prueba de ello es que cuando uno habla de la manzana de la discordia de Paseo de Gracia, se habla del triángulo modernista que conforman la Casa Batlló (Gaudí), la Amatller (Puig i Cadafalch) y la Lleó i Morera (Domènech i Montaner). Ni un comentario sobre la vecina Casa Mulleras que construyó Sagnier en 1910. Una obra tan característica y en sintonía con el modernismo como cualquiera de sus obras.

Sagnier diseñó más de 450 edificios, una cifra impresionante que lo convierte en uno de los arquitectos más prolíficos de Barcelona y, sin embargo, desde hace cerca de un siglo está en el ostracismo. Además, no se puede decir que su estilo es repetitivo o que tantas obras lo hicieron poco original. Entre sus proyectos se encuentran desde iglesias neogóticas hasta bancos, fábricas y chalets para la burguesía.

Por qué no se conoce

Sagnier lo construyó todo con un estilo que combinaba el eclecticismo, la funcionalidad y el lujo con el modernismo y la naturaleza. Algo que conquistó a las altas esferas. La única razón que parece que pudo afectar a que apenas se le reconozca es porque “era el menos catalanista de los modernistas”, como confesó en su día Julià Guillamon, comisario de la exposición La ciudad de Sagnier. Modernista, ecléctica y monumental en CaixaForum. La otra razón puede ser que su eclecticismo fuese viste durante años como una falta de definición artística. Claro que hoy es toda una cualidad.

Sagnier fue un arquitecto versátil, capaz de adaptarse a cualquier encargo y estilo, desde el modernismo hasta el neogótico francés, siempre al servicio de una burguesía que buscaba reflejar su estatus en la arquitectura de la ciudad. Buena prueba de ello es su extenso legado arquitectónico: chalets, pisos de alquiler, fábricas, escuelas, casas baratas y edificios institucionales. 

El Palacio de Justicia de Cataluña, sede del TSJC y la Audiencia de Barcelona / EP

El Palacio de Justicia de Cataluña, sede del TSJC y la Audiencia de Barcelona / EP

Obra perdida y ejemplar

Sin embargo, no todas sus obras han resistido el paso del tiempo. Se calcula que entre un 15% y un 20% de sus construcciones han desaparecido, entre ellas dos edificios muy significativos: el Hotel Colón, que ocupaba una esquina del paseo de Gràcia con la Ronda de Sant Pere, y la sede del Reial Club Marítim, cariñosamente conocida por los socios como “la bombonera” o “la botella de Calisay”. Ambas edificaciones fueron destruidos por la Guerra Civil y del desarrollo urbanístico posterior.

Mejor  suerte han corrido algunas de sus obras más emblemáticas que todavía se conservan. Entre ellas destacan la Casa Arnús, donde se coge el funiular del Tibidabo, con su arquitectura fantástica decorada con gárgolas y galerías, el monumental Palacio de Justicia y, por supuesto, el Templo del Sagrado Corazón del Tibidabo, una de las siluetas más icónicas del skyline barcelonés.

Características de Sagnier

Todas estas obras demuestran otra de las cualidades de Sagnier: la introducción de materiales constructivos modernos, como la cerrajería de armar y el hierro, que aplicó en elementos singulares como la cubierta del patio de honor del Palacio de Justicia

Su obra religiosa, que incluye iglesias, escuelas y panteones funerarios, recupera formulaciones medievales y detalles ornamentales barrocos. Un ejemplo destacado es el Templo del Sagrado Corazón en el Tibidabo, un proyecto que inició y que concluyó su hijo, Josep Maria Sagnier.

Casa Arnús

Casa Arnús

Edificios para el pueblo

A pesar de ser muy querido por la burguesía y trabajar para las altas esferas catalanas, como arquitecto de la Caixa d’Estalvis y Mont de Pietat de Barcelona, Sagnier proyectó también edificios residenciales y viviendas protegidas para obreros, adelantándose a su tiempo con soluciones innovadoras. Entre ellos brillan La Constructora Obrera y la Cooperativa Obrera de Ahorro y Habitación, unos proyectos que muestran su compromiso social, algo poco habitual en su época.

Amante y respetuoso con la naturaleza, característica del modernismo, fue miembro activo de la sociedad La Ciutat Jardí. Allí promovió un urbanismo más humano y alejado del hacinamiento urbano. 

Premios en vida

Más allá de su profesión de arquitecto, Sagnier desempeñó un papel relevante en la vida cultural y política de su tiempo. Fue diputado, presidente del Círculo Artístico de Sant Lluc y miembro de la Junta de Museos. En 1923, el papa Pío XI le concedió el marquesado de Sagnier, un título que reflejaba su prestigio y su fuerte vínculo con la iglesia.

No sólo eso, a pesar de que ahora es un arquitecto olvidado, a lo largo de su carrera, el arquitecto recibió numerosos premios y distinciones, como la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona en 1917 y el reconocimiento de la Orden de Alfonso XIII.

Sus edificios, publicados en revistas especializadas tanto a nivel nacional como internacional, lo posicionaron como uno de los arquitectos más destacados de su generación. Hoy, a pesar de que se puede rastrear su obra, nadie habla de él. En cambio, si uno pasea por el centro de Barcelona es más que probable que quede fascinado por algunos de sus edificios sin saber que fue obra de este genio.