El pueblo más alto de Cataluña Web oficial de l'Ajuntament de Meranges
El pueblo más alto de Cataluña que da la bienvenida a sus visitantes con un manual de instrucciones: "Si no lo toleras, has llegado al lugar equivocado"
A 1.539 metros de altitud y con apenas un centenar de habitantes, este tranquilo municipio del Pirineo catalán defiende su manera diferente de vivir y sus bellas tradiciones
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En lo más alto de la Baja Cerdanya, a 1.539 metros de altitud, se halla un pequeño pueblo pirenaico que ostenta el título de ser el más alto habitado de Cataluña y el quinto de toda España.
Pero lo cierto es que no es solo su ubicación lo que llama la atención, sino la forma en la que recibe a sus visitantes: con un cartel que mezcla ironía y sinceridad, advirtiendo de que en esas tierras se escuchan campanas, hay ganado en las calles y los artesanos trabajan "para que puedas comer".
El mensaje es claro: "si no lo toleras, has llegado al lugar equivocado". O bien, "en caso contrario, recibirás una cálida biennvenida y mucha simpatía"
Un mensaje que se volvió viral
La idea de estos carteles nació durante la pandemia, impulsada por la Federació de la Vaca Bruna, una agrupación de ganaderos de la zona.
El objetivo era responder con humor al comportamiento inadecuado de turistas y ciertas quejas que llegaban de visitantes poco acostumbrados al ritmo rural: el sonido de las campanas a primera hora, el olor del estiércol o la presencia de animales sueltos.
Pronto, estos letreros se instalaron en varios pueblos del Pirineo catalán, como Ripollès, la Garrotxa, el Berguedà y la Cerdanya, a modo de carteles de entrada, y se volvieron virales en redes sociales. En Meranges, el municipio catalán de mayor altitud, el cartel sigue en pie, como un guiño a su carácter auténtico y a la vez una declaración de principios.
Meranges Adobe Stock
Un núcleo de piedra y silencio
Con apenas un centenar de habitantes, Meranges mantiene la esencia de los pueblos de alta montaña: casas de piedra, tejados de pizarra y calles estrechas que se adaptan a la pendiente natural del terreno.
Meranges Cerdanya Mountain Residences
En temporada baja, la tranquilidad es casi absoluta, pero en fines de semana o épocas de esquí la población crece con la llegada de visitantes y vecinos que mantienen aquí su segunda residencia.
El corazón del pueblo lo marca la iglesia de Sant Sadurní, un templo románico del siglo XI con influencias lombardas. Su torre campanario es visible desde cualquier punto y en su interior se conservan restos de un mural policromado con la figura del Cristo Pantócrator.
Iglesia de Sant Serni en Meranges Romànic a l'Objectiu
Iglesia de Sant Sant Serni en Meranges Agencia Catalana de Turismo
Iglesia de Sant Serni en Meranges Romànic a l'Objectiu
Frente a la iglesia se encuentra el Museo del Zueco, un pequeño espacio que recuerda la tradición artesanal del pueblo: la fabricación de zuecos de madera, un oficio que antaño fue común y que hoy se mantiene como patrimonio cultural.
Meranges Cerdanya Mountain Residences
Puerta de entrada a la naturaleza
Más allá de su atractivo urbano, Meranges es un punto de partida privilegiado para descubrir algunos de los paisajes más bellos de la Cerdanya.
Una de las rutas más populares conduce al refugio de Malniu, a unos 2.138 metros de altitud. Desde allí, un sendero lleva hasta el lago de Malniu, situado a 2.240 metros y envuelto de leyendas que hablan de brujas que vivían en sus orillas.
Lago de Malniu Turismo Cerdanya
El lugar, con sus aguas tranquilas y su marco de bosques y rocas, es un escenario perfecto para la fotografía y el descanso.
Para los amantes de los retos, el Puigpedrós se alza como la cima más alta de la comarca y de la provincia de Girona, con 2.915 metros. La ascensión, exigente pero gratificante, regala vistas panorámicas de la Cerdanya, Andorra y el Ariège francés.
Puigpedrós De Ruta en Ruta
También hay alternativas más suaves, como paseos por el bosque de Meranges o la Carbassa, ideales para disfrutar de la flora y fauna de la zona, o visitas a pequeñas aldeas cercanas como Girul, con sus chimeneas rústicas que parecen salidas de un cuento.
Tradición viva en cada rincón
En Meranges, la vida transcurre al ritmo marcado por las estaciones. En invierno, la nieve cubre sus tejados y caminos, y las actividades giran en torno al esquí de montaña y las caminatas con raquetas.
Meranges Cerdanya Mountain Residences
En primavera y verano, los prados se llenan de flores y los rebaños regresan a los pastos altos. El otoño, con sus colores ocres y dorados, es la época ideal para la recogida de setas, un recurso que también forma parte de la cultura local.
Gastronomía local de calidad
La gastronomía de la zona refleja este vínculo con el territorio: guisos de carne de vaca bruna, embutidos artesanales, quesos de montaña y postres tradicionales como la crema catalana o las tortas de requesón.
Muchos de estos productos se pueden probar en los pequeños restaurantes del pueblo, donde la hospitalidad se mezcla con la sencillez.
Respeto por lo auténtico
Aunque Meranges acoge con agrado a quienes lo visitan, sus vecinos no olvidan que este es, ante todo, un lugar para vivir, no un parque temático.
El famoso cartel de bienvenida, más allá de su toque de humor, es también una invitación al respeto: aquí el sonido de las campanas, el olor del campo o el paso de un rebaño por la calle forman parte del día a día.
Quien llegue con esta mentalidad podrá disfrutar de una experiencia más profunda, comprendiendo que lo que hace único a Meranges no es solo su altitud, sino su autenticidad.
Visitar Meranges va más allá de ver un pueblo bonito. Es aceptar una forma de vida donde el tiempo tiene otro ritmo, donde la naturaleza está a la puerta de casa y donde las tradiciones no son un espectáculo para turistas, sino parte esencial de la comunidad.
Porque el verdadero lujo reside en ese silencio, en sus paisajes y en la calidez de las gentes que lo habitan.