Un ciclista en el Palau Macaya, la obra modernista de Puig i Cadafalch Barcelona
Sorpresa en esta obra modernista de Barcelona: tiene un ciclista y esconde una historia única
Hay que detenerse frente a la fachada y mirar con atención los detalles de la entrada
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Hubo una época, cuando los DVD estaban de moda, que éstos venían con los llamados easter eggs. Como si fueran huevos de Pascua escondidos en el jardín, las distribuidoras ocultaban material único en los menús de navegación, pequeñas joyas que estaban dispuestas allí para los más atentos y avezados.
Hay obras de arte que también tienen algo parecido. Detalles que pasan desapercibidos hasta que algún estudioso los descubre y los pone en valor. Y en los edificios pasa lo mismo. Los genios del modernismo, por ejemplo, lo hacían mucho.
Es conocida la historia de Sant Jordi oculta en la fachada de la Casa Batlló, también la bomba escondida en una de las columnas de la Sagrada Familia, o la botella de cava rota en la Pedrera. Detalles que solo un genio como Gaudí podía imaginar. Pero no fue el único.
Igual que en la catedral de Salamanca alguien esculpió un astronauta y un mono comiendo un cucurucho, Puig i Cadafalch incrustó una bicicleta en el capitel de uno de los famosos edificios que diseñó.
Dónde está
Para encontrarlo, hay que detenerse frente al número 108 del Passeig de Sant Joan y mirar con atención la fachada blanca y sobria de la Casa Macaya. La construcción tien un aire señorial y detalles góticos. Y una bici.
La obra fue proyectada en 1901 como residencia para el empresario Román Macaya, un hombre que regresó de América con una fortuna amasada gracias al cultivo del algodón y que quiso levantar su palacete en un área entonces relativamente alejada del bullicio urbano.
De casa a palacio
La Casa Macaya, convertido en un palacio con sus referencias medievales, es ahora un espacio cultural. Por allí pasan grandes nombres de la sociedad catalana y pocos reparan en el detalle de la bicicleta.
Tallada en piedra, sobre ella hay un ciclista cuyo cuerpo se inclina sobre el manillar y con las piernas preparadas para el esfuerzo. ¿Dónde está? Disimulada sobre uno de los capiteles del edificio.
Entrada al Palau Macaya Barcelona
A simple vista, podría parecer una escena cualquiera. Pero no lo es. Los estudiosos del modernismo coinciden en que esa figura representa al propio Puig i Cadafalch, igual que Velázquez se retrató en Las Meninas.
Si en la pintura es más común, no es habitual que los arquitectos se inmortalicen en sus obras, y menos aún de forma tan poco heroica. Pero en este caso, todo encaja.
Por qué un ciclista en el Palau Macaya
En los últimos años del siglo XIX, cuando Román Macaya encargó su casa, Puig i Cadafalch ya era un nombre consolidado y estaba al frente de varios proyectos importantes en la ciudad. Entre ellos, la Casa Amatller, situada en el Paseo de Gràcia, apenas a 1.300 metros de la Casa Macaya.
La coincidencia temporal de ambas obras hizo que el arquitecto tuviera que dividir sus días entre los dos edificios. Y lo hacía a golpe de pedal.
Palau Macaya Bicicleta Barcelona
En una época en que la bicicleta era aún una novedad entre las élites urbanas, Puig i Cadafalch se desplazaba entre ambas construcciones montado en una de estas modernas máquinas de dos ruedas. ¿Un hombre avanzado a su tiempo?
No era una excentricidad. Era una solución práctica, ágil, casi simbólica: un arquitecto moderno, al frente de un movimiento que fusionaba tradición y vanguardia, desplazándose entre sus obras en el vehículo más moderno del momento.
Quién lo diseñó
Eusebi Arnau, escultor de cabecera del arquitecto y colaborador habitual en muchas de sus obras decidió entonces hacer un pequeño homenaje al arquitecto y a su dedicación en la construcción de esta casa. El artista, conocido por su capacidad para dotar de expresividad y dinamismo a la piedra, captó esa escena cotidiana y la convirtió en un homenaje oculto.
Fue discreto. No firmó su escultura, ni dejó pistas explícitas. El ciclista está ahí, como un susurro entre los motivos florales, escudos y arcos conopiales de la fachada. Un detalle que sólo los ojos atentos pueden descubrir.