Ni Nobel ni catalán: esta es la historia detrás de este famoso escritor en Cataluña
- Este dramaturgo todavía es referencia en el teatro y en la política catalana por su conexión independentista
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Este pasado 2024 se han cumplido 100 años justos del nacimiento de Ángel Guimerá, uno de los autores más queridos de Cataluña. Obras como Terra Baixa y Mar i Cel o su relación con movimientos culturales nacionalistas como la Renaixença lo han convertido en un símbolo del catalanismo al que, se dice, se le negó el Nobel de la literatura por las presiones ejercidas por las presiones del Estado español. Pues bien, por mucho que TV3 insista en su nuevo documental, el dramaturgo ni era catalán ni nunca tuvo un Nobel.
El literato en realidad era canario. Un canario que hizo suya la lengua y la cultura catalana, contribuyendo como pocos al auge del catalanismo cultural y político. Pero canario al fin.
De dónde es Guimerà
Ángel Guimerá Jorge nació en 1845 en Santa Cruz de Tenerife, pero ya de nacimiento tenía ADN catalán. Su bien su madre era canaria, su padre era un reputado comerciante catalán, Agustín Guimerá. Su infancia transcurrió en la isla hasta los ocho años, cuando la familia se trasladó primero a Barcelona y luego a El Vendrell, en Tarragona. Allí comenzó a sumergirse en la lengua y la cultura catalana, elementos que marcarían toda su trayectoria.
Aunque la distancia física separaba a Guimerá de su tierra natal, el vínculo emocional permaneció intacto. En cartas a su familia, recordaba con cariño sabores como el gofio y evocaba con nostalgia los paisajes de su infancia. Incluso en una carta al alcalde de Santa Cruz agradeció la instalación de una placa en su casa natal y expresó que “mis amores son para esta Isla y su capital, y para Cataluña, en cuyo idioma está escrita mi obra literaria”.
Relación con la Renaixença
A pesar de su conexión con Canarias, el joven Guimerá encontró en Cataluña el escenario ideal para su desarrollo como escritor y como figura pública. Participó activamente en el movimiento de la Renaixença, orientado a revitalizar la lengua y la cultura catalana, convirtiéndose en uno de sus máximos exponentes.
Fundador y director de la revista La Renaixença, el escritor desempeñó un papel crucial en el resurgir de la literatura catalana. Su discurso en catalán al asumir la presidencia del Ateneo de Barcelona en 1895 marcó un hito, pues reivindicaba el uso de esta lengua en un momento en que estaba relegada a los ámbitos familiares.
Obra literaria
Otra de las facetas por las que es todavía reconocido es por su obra literaria, especialmente la dramatúrgica. Guimerá escribió tragedias como Mar i cel (1888), Rei i monjo (1890), María Rosa (1894) y Terra baixa (1897), considerada su obra maestra. Esta última se tradujo a más de diez idiomas y fue adaptada en óperas como Tiefland de Eugen d’Albert y que quiso ser llevada al cine por Leni Riefenstahl. La universalidad de sus obras y su capacidad para retratar la complejidad humana le valieron el reconocimiento internacional, y durante años fue candidato al Premio Nobel de Literatura.
No obstante, como bien refleja el documental de TV3, la presión del gobierno español, que prefería premiar a un autor que escribiera en castellano, impidió que Guimerá obtuviera este galardón. En su lugar, el Nobel recayó en José Echegaray, quien traducía las obras de Guimerá al castellano. Este episodio generó un gran revuelo en los círculos intelectuales de la época, especialmente entre los jóvenes de la Generación del 98.
Compromiso político
Se dice que lo que pudo influir en esta decisión también fue la cercanía del literato con el independentismo catalán. De hecho, la obra de Guimerá no solo lo consolidó como un dramaturgo de renombre, sino también como un referente político y cultural.
Además de su relevancia cultural, Guimerá tuvo una destacada relación con los movimientos catalanistas. Su compromiso con la lengua catalana y su papel como símbolo de la catalanidad lo convirtieron en una figura central del catalanismo político. En este sentido, su legado tiene conexiones con los postulados independentistas contemporáneos, al ir más allá de una simple reivindicación cultural y contener un componente político evidente.
Amor a Canarias
¿Eso hace que se pueda negar la insularidad de este hombre? Cuesta de ver. Aunque abrazó con pasión la causa catalana, Guimerá nunca dejó de lado su identidad isleña. En una entrevista, afirmó: “Sigo considerándome tan isleño como el que más”.
Una prueba más de su relación con Canarias también se vio reflejada en su amistad con Benito Pérez Galdós. Este otro gigante literario fue algo más que un compañero de profesión del dramaturgo, su lazo con raíz insular era el de la amistad.
Un clásico actual
En cualquier caso, no se puede negar la catalanidad y el compromiso político de Guimerà con Cataluña. Se sintió catalán como el que más, adoptó su lengua, la defendió y se comprometió por defender la cultura, historia y derechos de esta región. De allí que desde Cataluña cueste creer que sea canario.
En Cataluña, su obra sigue siendo reivindicada y reinterpretada, como lo demuestra el éxito de Mar i Cel. Esta obra, reconvertida en musical por Dagoll Dagom no sólo es seña de identidad de la compañía teatral catalana que ahora se despide, sino que ha unido a varias generaciones que en estas cuatro décadas que han pasado desde su estreno la han ido a ver en algún momento. Eso sin contar las veces que se ha representado Terra Baixa, durante tiempo lectura obligatoria en secundaria. Y quien quiera ver más, este 2025, el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) estrena una versión de L’aranya, adaptada por Jordi Prat i Coll.