Siempre se habla de que el catalán se habla más allá de Cataluña. Lo más típico es hacer referencia a ese lugar de Cerdeña llamada Alguer, pero hay más zonas en el sur de Francia e incluso en algunos pueblos de Aragón que también se escucha hablar catalán.
Lo que es menos común es que este idioma sea el nombre de un pueblo fuera de la propia Cataluña, pero el mundo está lleno de sorpresas. Es cierto que no se trata de un país extranjero, esto sucede en España, pero en un municipio cercano al territorio catalán, sino a cerca de 170 kilómetros.
El pueblo en cuestión es Canfranc, ubicado en los Pirineos aragoneses y muy cerca de la frontera con Francia, de allí viene su nombre. Can en catalán es sinónimo de casa o “lo de” que dirían los argentinos, y el Franc, que en catalán es franco, pero en este caso se refiere a francés.
Los historiadores y filólogos confirmar esta teoría. El origen de este nombre viene del latín Campum-Francum, lo que hace referencia "el campo de los francos" o "el campamento de los francos", pero no por lo que uno cree. Este nombre se le impuso debido a la escasez de campos de siembra en esta parte alta del valle.
Lugar fértil y de cruce
La fertilidad de su tierra y su posición de frontera lo convirtieron rápidamente en un enclave estratégico de gran relevancia militar. Esta importancia se refleja en la construcción de diversas fortificaciones y estructuras defensivas, como la Torreta de Fusileros y el Fuerte de Coll de Ladrones, que aún hoy dominan el paisaje del valle.
En la actualidad, ya no es lugar de disputa y conflicto, pero sí territorio de paso frecuente, no de militares, sino de esquiadores que se dirigen a las cercanas estaciones de Astún y Candanchú. Asimismo, los peregrinos que recorren el Camino de Santiago Francés en su tramo aragonés también son visitantes frecuentes de Canfranc.
Qué hacer
Para los amantes del senderismo, Canfranc ofrece numerosas rutas que permiten disfrutar de los paisajes espectaculares del valle del Aragón. Estas rutas son ideales para explorar las montañas y descubrir la riqueza natural de la región.
Por otro lado, uno de los lugares más interesantes para visitar en Canfranc es el Laboratorio Subterráneo, una instalación científica única donde se llevan a cabo experimentos avanzados en el campo de la física de partículas y astropartículas, gracias a su entorno con baja radiación natural. También es de interés el Centro A Lurte, especializado en el estudio de la nieve y los aludes, que destaca por ser un centro de referencia en el ámbito pirenaico.
La estación de Canfranc: su historia
Sin embargo, el símbolo más icónico de Canfranc es, sin duda, su Estación Internacional. Este impresionante edificio, inaugurado en 1928, es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura industrial del siglo XX. La estación, que en su día fue la segunda más grande de Europa, se ha mantenido como un punto de interés turístico gracias a las visitas guiadas que permiten conocer su espléndido pasado.
La historia de la estación de Canfranc comienza en 1853, cuando se propuso construir una línea ferroviaria que conectara España y Francia a través de los Pirineos. El proyecto fue liderado por el ingeniero Fernando Ramírez Dampierre, quien diseñó un imponente edificio modernista de 241 metros de largo, con 150 puertas de acceso y cerca de 350 ventanas, todo ello rodeado por las montañas pirenaicas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la estación de Canfranc jugó un papel crucial como punto de paso para oro, obras de arte saqueadas y personas que huían de la persecución nazi, como los judíos que buscaban escapar de Europa. Este lugar, que combinaba estación de tren, hotel, casino y aduana, se convirtió en un refugio y un centro neurálgico en un momento clave de la historia.
Tras el cierre de la línea ferroviaria francesa en 1970, la estación de Canfranc entró en una etapa de abandono, pero recientemente ha renacido con una nueva vida. En enero de 2023, se inauguró el Canfranc Estación A Royal Hideaway Hotel, un alojamiento de cinco estrellas gestionado por el Barceló Hotel Group, devolviendo el esplendor a este icónico edificio.
Un hotel de lujo
El hotel cuenta con 104 habitaciones que combinan modernidad y elementos art déco, evocando el glamour de los años 20 y al mismo tiempo incorporando detalles de la cultura aragonesa. En la planta baja del ala norte, se ha instalado un spa con piscina climatizada, zona de fitness y una acogedora biblioteca. En el ala sur, los visitantes pueden disfrutar del concepto Royal Breakfast y de dos restaurantes, uno gastronómico y otro a la carta, situados en vagones de tren restaurados con el estilo clásico del siglo pasado.
El proyecto de renovación de Canfranc no termina con el hotel, ya que se ha planeado una ampliación para incluir viviendas tipo loft, una residencia para personas mayores, un Centro de Interpretación y un Museo del Ferrocarril. Estos desarrollos buscan revitalizar aún más el área, haciendo de Canfranc un destino que combina historia, cultura y modernidad en un entorno de incomparable belleza natural.
Cómo llegar
Desde Cataluña, el punto más cercano es el Pont de Suert, desde allí se va por la N-230 en dirección a Benasque y luego por la A-139. Al llegar a la localidad de Campo, se debe seguir por la N-260 en dirección a Sabiñánigo y Jaca y, una vez allí, proseguir por la carretera N-330, que lleva directamente a Canfranc. Un camino de dos horas y media.
Dos horas más se tarda en llegar se si va desde Barcelona. En ese caso, la mejor opción es tomar la AP-2 en dirección a Lleida y luego seguir por la AP-2 y la A-2 hasta Huesca. Desde esta capital aragonesa, se continúa por la autovía A-23 en dirección a Jaca. Y, a partir de allí, la N-330.