El desconocido pueblo medieval de 200 habitantes que conserva una muralla, una torre y una iglesia de la época
Uno de los templos religiosos más importantes del municipio fue completamente destruido por las guerras
11 septiembre, 2024 09:00Noticias relacionadas
Cataluña, tierra de historia y patrimonio, esconde pequeños pueblos que, aunque alejados de las rutas turísticas más conocidas, conservan vestigios medievales que transportan a sus visitantes a tiempos pasados.
Se cuentan por decenas los municipios que conservan puentes, murallas, torres o castillos de la época. Los más famosos son Besalú, Rupit o Siurana, pero en realidad hay muchos más, tan o más bellos, a pesar de ser menos famosos.
Uno de estos rincones es es La Pobleta de Bellveí, un pueblo del Pirineo, que, con el paso del tiempo y el abandono de la zona ha pasado en ser una villa más. Todo sucedió en 1970, antes de la llegada de la democracia, cuando este punto de la cordillera perdió su independencia y, desde entonces, no la recuperó. ¿Por qué? Es toda una incógnita.
Dónde está
Lo cierto es que la Pobleta de Bellveí, que destaca por la torre de su iglesia y su muralla interior, forma parte de la llamada Torre de Cabdella, en la Vall Fosca (Lleida). A pesar de ser el municipio de mayor población de la zona, no ha conseguido una identidad propia, aunque la tiene.
Este pueblito de menos de 200 habitantes (199 según los últimos datos del Idescat) es mucho más que una calle principal y sus ramificaciones, es un testimonio de la historia de Cataluña. Una historia que se remonta a finales de la Edad Media y que, a pesar de los golpes, se mantiene viva y en pie.
Origen del pueblo
Su origen está en la segunda parte de su nombre, Bellveí, un pueblo que quedó despoblado en el siglo XV, en favor de la Pobleta. Anteriormente, por eso, no era más que una villa que empezó a ganar peso al fondo del valle del Flamisell. Allí, muchos aprovecharon el terreno llano para edificar sus casas y, al final, todo Bellveí acabó viviendo en la Pobleta. Desde entonces, y siguiendo una trama urbana de planta rectangular, propia del fin de la Edad Media, la Pobleta de Bellveí cogió forma.
Sus primeras edificaciones, como solía pasar por aquellas épocas, fueron obviamente religiosas. La existencia de la iglesia dedicada a Sant Joan y Sant Vicenç quedó documentada en textos del siglo XI y XII, el problema es que en 1421 fue derribada. Aunque más adelante se erigió la Iglesia de Sant Feliu, que preserva parte del segundo recinto amurallado de cuando la ciudad fue creciendo, así como una enorme torre del campanario, y que ahora preside el centro del casco urbano.
El efecto de las guerras
Desde entonces hasta la actualidad, este poblado ha pasado por diversas manos: los condes de Pallars, los señores de Torralla y finalmente los Bellveí-Orteu. Así, del siglo XIII al XIX, los vecinos pasaron de ser 45 a 223 habitantes y las casas pasaron de ser una escasa decena a cerca de 78 edificios en 1910.
Entre medias, se erigió una nueva parroquia, dedicada esta vez a Sant Llorenç, vieron pasar a lo lejos la primera guerra carlista, que tuvo una batalla en Gurrea, y, sobre todo, los animales. Lo acreditan textos del siglo XIX de Pascual Madoz en los que acredita que “se criaban ovejas, vacas, yeguas y mulas. Había mucha caza, de perdices, liebres y conejos, y pesca de truchas y anguilas”. Unas tradiciones que todavía se mantienen, de alguna manera.
Entrado el siglo XXI, todavía se mantiene algunas de estas actividades agropecuarias, pero sobre todo una tradición antigua: la feria del ganado. La Pobleta de Bellveí es famosa por la celebración una vez al año de este mercado tradicional.
Más atrás ha quedado la actividad del molino de harina que tuvieron, la construcción de cestos o algunos cultivos. De los cultivos de judía, maíz, habas, trigo, patatas o manzanas, queda algo, pero no en los niveles de aquella época.
Qué hacer
En cualquier caso, pasear por La Pobleta merece la pena para ver el entramado de pequeñas calles, la arquitectura de las casas, varias de ellas hechas de piedra y, sobre todo, por respirar no sólo un aire limpio, sino también tranquilidad. La Vall Fosca es una de las áreas más verdes y tranquilas del Pirineo de Lleida.
Los amantes del senderismo también encuentran allí su lugar perfecto para conocer y explorar la naturaleza de la zona. Desde allí parten varias rutas para adentrarse a la Vall Fosca que dan la posibilidad de pasear por ríos, conocer otros municipios e incluso conocer construcciones como el Pont del diable, la central y la torre de Capdella, entre otros.
Cómo llegar
Para llegar a la Pobleta de Bellveí desde Barcelona, la ruta más directa es tomar la autopista AP-2 en dirección a Lleida. Después de aproximadamente 150 kilómetros, se debe tomar la salida 5 hacia la carretera C-13, que lleva directamente a la Vall Fosca. Esta carretera serpentea a lo largo del río Flamisell y ofrece vistas panorámicas que bien merecen parar para disfrutarla.
Una vez en la C-13, se continúa en dirección norte pasando por localidades como Tremp y La Pobla de Segur. Desde La Pobla de Segur, se sigue la misma carretera C-13 hasta llegar a Senterada, donde se toma el desvío hacia la carretera L-503. Esta última vía conduce directamente a la Pobleta de Bellveí, ubicada a solo 10 kilómetros de Senterada. El trayecto, de aproximadamente tres horas.