Cataluña inspira. No es un eslogan del de turismo de la Generalitat, sino una realidad. No es una opinión subjetiva, pruebas hay a decenas. La más obvia son los cuadros de Dalí, pero también los de Picasso e incluso a Cervantes.
La inspiración puede llegar de muchos sitios distintos, pero el Mediterráneo y las playas que forma cuando llega a este rincón de España y una luz especial. La arena dorada y las aguas cristalinas, adquieren el color turquesa y oro que cada año atrae a millones de turistas. Entre ellos, también hay artistas que aprovechan para dibujar sus cuadros, realizar sus fotos e incluso rodar sus películas.
Sorolla y la Costa Brava
Uno de estos pintores que un día visito la costa catalana y quedó prendado de ella fue Joaquín Sorolla. Este profesional de atrapar la luz en sus cuadros, dibujó diversas playas de España a lo largo de sus años y, entre ellas, destaca una de la Costa Brava, que muy poca gente supo identificar.
La obra en cuestión, titulada El pescado, forma parte de un conjunto de piezas que el artista valenciano pintó para Henry Huntington. Este estadounidense, conocedor del talento de Sorolla, le pidió al español una serie de paneles para una sala que tenía en su piso de Nueva York.
Origen del cuadro
El pintor aceptó la propuesta y, como si fuera un influencer de viajes, emprendió un viaje por varios puntos de España para capturar su belleza y trasladara a la Gran Manzana. En total compuso 14 paneles y, a pesar de que no indican el lugar representado, hace poco más de 30 años se pudo descubrir que uno de los lugares retratados estaba en Cataluña.
El cuadro en cuestión era el décimo panel de la obra. En él, Sorolla, ya no se fija tanto en capturar el azul del mar, que aparece de fondo, sino las actividades a su alrededor.
Como es 'El pescado'
El lienzo es una observación detenida sobre un grupo de mujeres (y algunos hombres) que parecen vender el pescado recién capturado por los marineros. Aquí, la luz destaca el blanco puro de los ropajes y brilla con especial atención en las escamas de los peces. De allí que la obra se llame El pescado.
Otro de los puntos más destacados es la amplia gama cromática con la que juega el valenciano. Las personas de la izquierda son de colores más oscuros, con colores que se camuflan casi con el bosque, y va deviniendo en el blanco más absoluto de los ropajes de las mujeres a la derecha de la escena. Y en el centro, los cestos y pescados recogidos, epicentro de la acción que lleva a elevar la vista hasta el fondo, en el que se divisa unas enormes rocas y el mar.
Qué playa catalana pintó Sorolla
Lo cierto es que, como suele pasar con los cuadros, los expertos y aficionados tratan de ver en qué lugar se inspira. En este caso, Sebastià Ruscalleda es el que vio claramente, después de un exhaustivo análisis que la playa de El pescado es en realidad, la Platja de Santa Cristina de Lloret de Mar. Un rincón de la Costa Brava que, en varias ocasiones, ha llamado la atención de la prestigiosa revista National Geographic.
Lo cierto es que fue 1992 cuando este catalán tiene esta primera intuición y no duda en ponerse en contacto con la bisnieta del pintor, Blanca Pons Sorolla, quien confirmó todo. Le mostró una carta que el pintor le envió a su esposa en el que decía “Santa Cristina es una maravilla. Grandes pinos sobre el monte con escollos claros de color, sobre una mar maravillosa, de azul y verde. Algo griego y estupendo”.
Homenaje a Sorolla
Una vez recibida la información, el ayuntamiento no dudó en poner en valor esta playa. En el camino de acceso hasta ella, se puede ver un pequeño mosaico con la imagen del artista y la cita epistolar. Un aliciente más para acercarse a esta cala que es de las más escondidas de Lloret de Mar.
Escondida entre los acantilados del Jardín Botánico de Pinya Rosa y el pinar que rodea la Ermita de Santa Cristina, para acceder a esta playa, los visitantes deben cruzar la barrera del parquing de pago o, alternativamente, estacionar en los alrededores y caminar.
Cómo es la playa
La ruta hasta allí merece la pena, tal y como evidencia Sorolla y subraya National Geographic. Su reducido tamaño ofrece un ambiente único con su arena fina y blanca, rodeada de una frondosa vegetación mediterránea. Sus aguas, de un transparente turquesa, son perfectas para actividades acuáticas como la inmersión, proporcionando una experiencia inigualable para los amantes del mar.
Uno de los aspectos más destacados de esta playa es su entorno natural bien conservado. Un pequeño riachuelo desemboca en la playa, y un altar dedicado a Santa Cristina, la patrona de Lloret de Mar, añade un toque espiritual y cultural al paisaje. Este lugar, rodeado de vegetación, ofrece un ambiente tranquilo y pintoresco, ideal para disfrutar de la naturaleza.
Un secreto escondido
La playa de Santa Cristina está dividida en dos partes, separadas por una característica roca con una abertura que permite el paso hacia la Cala Treumal. La primera parte, de unos 500 metros de longitud, se abre frente al camino que llega desde la ermita, pasando por la arboleda bajo la sombra del Hotel Santa Marta, el único establecimiento turístico de la zona. Por otro lado, la Cala Treumal, que pertenece a Blanes, es más recogida e íntima, con unos 200 metros de longitud y un aspecto más salvaje y natural.
En ambos casos, esta playa escondida no sólo inspirar a artistas y relaja a los visitantes, sino que es ideal para lo aficionados al snorkel. Oculta en algún lugar bajo las aguas, frente a la costa se esconde una imagen de Santa Cristina.
Cómo llegar
Llegar a Lloret es sencillo. Está a medio camino de Barcelona y Girona. De hecho se tarda, una hora desde la primera y tres cuartos desde la segunda.
Desde Girona se debe tomar la AP-2 y salir por la C-35 a Vidreres y una vez allí seguir por la C-63 hasta Lloret. Desde Barcelona se va por la C-32.