¿Qué son las caras de piedra que hay en las esquinas de Barcelona? Señalaban la ruta a un lugar clandestino
Estas particulares figuras perviven en las calles de la capital catalana y muchas veces pasan desapercibidas
6 marzo, 2024 20:00Noticias relacionadas
Las calles del casco antiguo de Barcelona están llenas de historia. Desde la famosa plaza Sant Felip Neri hasta la calavera que cuelga cerca del Palau de la Generalitat o el templo romano escondido, el pasado traspasa el significado de unos muros y les da significado.
Una de las cosas que llama más la atención cuando uno pasea por el llamado barrio gótico es la cantidad de caras que aparecen incrustadas en algunos edificios. Son diferentes, algunas están en las esquinas, otras bajo balcones y uno no deja de preguntarse qué hacen allí. La explicación ya estaba en el titular.
Un nombre y una función peculiar
Estos rostros de hombres tienen un nombre, carasses (carazas) y eran los indicadores de otras épocas para indicar a algunos hombres dónde estaban los burdeles de la zona. Unos tienen cara de hombre, otros de mujer, pero la función siempre fue la misma.
Los historiadores apuntan que la prostitución se instauró muy pronto en el casco antiguo. La proximidad con el puerto hizo aflorar esta práctica de las que los marineros, comerciantes y otros profesionales se aprovechaban.
Tradición centenaria
Si bien muchas meretrices ejercían en la calle, los edificios donde se concentraban y a los que solían ir con sus clientes tomaron fuerza. La documentación apunta que fue después de la guerra dels Segadors, durante el siglo XVII y en adelante, que empezaron a proliferar.
La población no estaba alfabetizada, no sabía leer, por lo que indicar estos negocios con todas sus letras no era una posibilidad. Se había de tirar de imaginación y entonces apostaron por tirar de iconografía.
Las caras, una alternativa
Las caras eran algo muy común en las iglesias y catedrales de la época, también en otros comercios. Así, los prostíbulos empezaron a hacer lo mismo para señalar donde estaban sus negocios. Y el verbo es de lo más adecuado.
A pesar de lo diferentes que son algunas de estas caras talladas en piedra, todas coinciden en lo mismo, su nariz destaca por encima de todo. Esta parte del cuerpo era la que apuntaba directamente al inmueble en el que estaba el lupanar.
Propagación de los indicadores
La idea empezó a cuajar y a extenderse. Estos rostros no sólo se empezaron a ver en el Gótico , sino también en la zona del Born. Y entre todos ellos hay dos que destacan por sus características.
En el carrer de las Panses, entre la calle de los Canvis Vells y la de las Trompetes, se puede ver un rostro cortado por la mitad. Apenas se ve la boca y la nariz, que daba las indicaciones exactas. Y sobre la nariz, un balcón corta la faz de esta carassa.
Rostros conocidos
El menos discreto de todo, y tal vez el más lascivo, es el que se encuentra en la esquina entre las calles dels Mirallers y Vigatans. Esta figura de pelo largo y expresión seria aparece con los ojos entreabiertos y en blanco, se dice que por la sensación de éxtasis y placer que uno podía sentir al acudir a la mancebía.
Luego están los que tienen un nombre propio, como el Papamoscas. Este nombre es el que bautiza la cara de un señor con el pelo largo y bigote que parece ser una réplica de una figura similar que se encuentra en la catedral de Burgos. Al parecer, su nariz apuntaba a una de las casas de citas más famosas de la ciudad al ser considerada de categoría.
Expresiones relacionadas
De figuras como esta última, situada entre las calles de las Mosques i Flassaders, y de esa zona también se han llegado a sacar expresiones populares. Hay quien afirma que la expresión "al carrer de les Mosques hi ha funció a les fosques" (en la calle de las Moscas hacen función a oscuras), era una referencia clara a lo que allí sucedía y era apuntado por esa faz.
Esta fue una de las formas más originales de marcar los burdeles de la época. Otros, menos discretos, optaban por pintar de rojo la parte baja de su puerta o colgar flores en la entrada. Métodos todos que ya han desaparecido. No así la prostitución.