Receta de Mataró Best Maresme
Esta es la receta catalana que solo se prepara en Mataró y que pocos conocen de verdad
Un plato marinero que combina lo mejor de la tradición culinaria y los ingredientes locales de calidad para ofrecer esta sabrosa receta
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En cada ciudad existe una receta que además de cumplir su función más básica de alimentar, también transmite una identidad propia. Hay platos capaces de unir generaciones, de ser recordados como parte de la infancia o de resultar la mejor excusa para sentarse a la mesa con la familia.
En Mataró, capital del Maresme, esa tradición culinaria se materializa en una combinación sencilla pero magistral: los frutos del mar, los tesoros de la huerta y un ingrediente humilde que marcó la economía local durante décadas.
Lo que comenzó como una iniciativa más institucional se ha transformado en una seña de identidad gastronómica; un emblema que, pese a su aparente sencillez, encierra un profundo valor cultural.
El nacimiento de una tradición
A finales de los años 90, Mataró buscaba reforzar su proyección cultural y turística a través de la gastronomía. Fue en 1997 cuando la concejala de Promoción Económica, Pilar González-Agapito, planteó la idea de crear un plato que representara la esencia de la ciudad.
La propuesta fue recogida por el Gremio de Hostelería y Turismo del Maresme, que aceptó el reto con entusiasmo. Había que escoger ingredientes que hablaran de proximidad, de raíces, de lo que definía a Mataró y a su comarca.
La elección fue casi natural: del mar llegaba la sepia, presente en la cocina marinera desde siempre; de la tierra, los guisantes tiernos del Maresme, considerados uno de los grandes productos de temporada; y como tercer elemento, las célebres patatas de Mataró, que en épocas anteriores llegaron a exportarse con gran prestigio a mercados internacionales.
Tres ingredientes que, al unirse, daban forma a un guiso sencillo y honesto, perfecto para representar la dualidad del territorio.
En 1998 se celebró la primera edición de unas jornadas dedicadas a este plato, coincidiendo con la temporada del guisante. Desde entonces, cada primavera Mataró se viste de fiesta gastronómica para rendirle homenaje, consolidando una tradición que ya suma más de 25 años.
Mucho más que un guiso
Aunque la receta pueda parecer humilde, el plato encierra mucho más de lo que se ve a simple vista. No se trata solo de sepia, guisantes y patatas, sino de una declaración de intenciones: reivindicar la proximidad, defender la agricultura y la pesca local, y dar valor a la cocina de siempre, esa que se prepara a fuego lento y que guarda el saber de generaciones.
Plat de Mataró Best Maresme
Cada restaurante le aporta su toque personal, con matices en la picada, el sofrito o el punto de cocción. Pero la esencia siempre se mantiene intacta: un guiso jugoso, de aromas intensos y sabores equilibrados, donde el mar y la tierra se encuentran en armonía.
Una receta con proyección
El plato, nacido para dar identidad a Mataró, no tardó en ganar notoriedad. En la ciudad, cada primavera es protagonista indiscutible de menús y cartas, y fuera de ella ha despertado la curiosidad de gastrónomos y cocineros.
Incluso Karlos Arguiñano lo llevó a su programa televisivo, reinterpretándolo con un giro hacia el clásico mar y montaña al añadir albóndigas. Fue una manera de mostrar que la base del guiso es lo suficientemente versátil como para inspirar nuevas versiones sin perder su esencia.
Ese reconocimiento mediático ha contribuido a que más gente conozca la existencia del plato, aunque sigue siendo una receta íntimamente vinculada a su lugar de origen.
Son pocos los locales fuera de Mataró que lo ofrecen, lo que lo convierte en un tesoro gastronómico que invita a visitar la ciudad para descubrirlo en su entorno natural, en su verdadera esencia.
El sabor de la identidad
Lo más valioso de esta receta es que se mantiene fiel a lo que fue desde el principio: un símbolo de identidad local.
Comer este plato en Mataró es saborear el Mediterráneo y la huerta del Maresme, sentir la historia de una comarca que ha vivido de la agricultura y de la pesca, y disfrutar de la hospitalidad de una ciudad que ha sabido convertir la tradición en orgullo.
No es un plato sofisticado ni busca deslumbrar con técnicas modernas. Al contrario, su atractivo está en la honestidad: ingredientes frescos, cocina casera, sabores reconocibles y el poder evocador de los guisos de siempre.
Quizá por eso, quien lo prueba entiende enseguida que no se trata de un plato más, sino de un pedazo de Mataró servido en la mesa.
Una invitación a la mesa
Hoy, el plato sigue vivo gracias a las jornadas gastronómicas, a los restaurantes que lo incluyen en sus cartas y a las familias que lo preparan en casa cuando llega la temporada de guisantes.
Es, en definitiva, un ejemplo de cómo la cocina puede convertirse en patrimonio cultural, en vehículo de identidad y en excusa perfecta para compartir mesa y conversación.
Quien visita Mataró en primavera tiene la oportunidad de probarlo en su mejor momento. Pero incluso fuera de temporada, la receta circula entre libros, webs y recetarios que permiten recrearla en casa.
Y aunque pueda hacerse en cualquier cocina, no hay duda de que su sabor se disfruta con más intensidad allí donde nació, acompañado de la brisa marina y del ambiente mediterráneo que le da sentido.
El legado continúa
Más de un cuarto de siglo después de su creación oficial, este plato sigue cumpliendo la misión con la que fue concebido: ser el emblema culinario de Mataró.
Ha superado el paso del tiempo, ha ganado reconocimiento más allá de la comarca y, sobre todo, ha demostrado que la verdadera grandeza de la cocina no siempre reside en la complejidad, sino en la autenticidad.
En una época en la que la globalización puede unificar sabores, Mataró reivindica con este plato su singularidad. Y lo hace invitando a propios y visitantes a saborear un guiso que además de comida, también es cultura y memoria servida en un plato de barro.