Las visitas a monumentos son un tipo de excursión que a veces puede darnos pereza, pero casi siempre vale la pena. Especialmente en Cataluña, donde el amor por el patrimonio es tal que tenemos edificios conservados (y algunos, en uso) desde la época romana.
Nos encanta
comer en sitios bonitos porque la experiencia gastronómica va más allá del simple acto de alimentarse; se trata de disfrutar con todos los sentidos. Los lugares con una decoración cuidada, un ambiente agradable y unas vistas espectaculares elevan la experiencia de la comida a otro nivel. La estética del entorno, la iluminación suave, la disposición de las mesas y la música ambiental contribuyen a crear un ambiente acogedor y relajante donde podemos desconectar del ajetreo diario.
Por ejemplo, comer en un monasterio es una experiencia única que combina historia, espiritualidad y gastronomía en un entorno incomparable. Estos lugares, muchas veces, situados en paisajes tranquilos y pintorescos, ofrecen una atmósfera de serenidad y contemplación que enriquece la experiencia culinaria.
El monasterio medieval más bonito
El monasterio medieval mejor conservado de Cataluña es el Monasterio de Sant Benet, en San Fruitós de Bages, a una hora de Barcelona. Se construyó en el siglo X y fue historiografiado y restaurado, a principios del siglo XX, por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Está declarado Bien de Interés Cultural y es Patrimonio Histórico de España.
Este monasterio combina la belleza de la arquitectura románica con la tranquilidad de los paisajes circundantes. Al pasear por sus claustros, salas y jardines, los visitantes pueden apreciar la armonía y el equilibrio que caracteriza a este lugar. Las paredes de piedra, los arcos antiguos y los frescos bien conservados transportan a quienes lo visitan a un tiempo de contemplación y devoción.
Món Sant Benet / MÓN SANT BENET
En el 1594 se anexionó a la Abadía de Montserrat y, desde el siglo XVIII, albergó a los monjes ancianos de la Abadía. Además, funcionó como Escuela de artes y oficios.
Hacia 1835 el monasterio fue abandonado cuando los monjes huyeron del mismo por la 'Desamortización de Mendizábal' hasta que, en 1907, Elisa Carbó -dueña de diversas fábricas textiles de la zona- compró el Monasterio para regalárselo a su hijo, el pintor Ramón Casas.
Un menú por 20 euros
En el mismo recinto del monasterio podrás comer en el Restaurante La Fonda del Hotel Món Sant Benet. El menú está inspirado en la típica comida catalana, pero reinventada y aconsejan probar las albóndigas de jabalí.
En su cocina manda el chef Ignasi Domènech, manresano y pionero de la gastronomía catalana moderna.
Ofrecen un menú diario a elegir entre cuatro primeros, cuatro segundos y tres postres, bajo la marca Cocina Catalana; todo ello acompañado de vinos del territorio del Bages. Los menús se adaptan a los productos de temporada que ofrece el huerto de Món Sant Benet.
Este es su horario: de lunes a viernes, el servicio de bar es de las 11 h a las 17 h, y las comidas, de las 13 h a las 15.30 h. Los sábados y los domingos, el servicio de bar es de las 10 h a las 17 h y las comidas, de las 13 h a las 16 h.