Como pueblo mediterráneo que es, Cataluña tiene una gastronomía rica en pescados y mariscos. Paellas, calderetas, fideuá e incluso en el vermut unos berberechos, unas almejas o unas gambas saladas.

Pero hay platos que se arraigan a un lugar concreto y a un momento concreto. Es el caso de la conocida espineta. Este plato, común entre los pescadores, consistía en hacer una caldereta con los restos de los pescados y añadir patatas u otros ingredientes que se tuvieran por casa para remendar la comida principal del día.

Una espina en Calafell 

Todos los pueblos pescadores tienen su propia espineta, pero hay un lugar de Cataluña donde es más especial, Calafell. En este pueblo pesquero de la Costa Dorada, donde parece no pasar nada, la comida es algo fundamental desde hace años.

Todo el paseo marítimo de la ciudad está ocupado por restaurantes y bares. Apenas algunas tiendas de ropa y equipamientos para la playa interrumpen sus más de 5km gastronómicos. Y allí, dibujada en una antigua casa de pescadores que aún conserva su fachada original, aparece una “espineta”.

Una historia con tintes literarios 

Tanto el sustantivo, como la espina de un pescado, lucen en verde en una pared blanca. Este es el nombre de un local donde sirven todo tipo de comida marinera, pero donde en su día, el plato estrella era este pescado.

La persona que lo servía no era una persona cualquiera. Yvonne Hortet servía este manjar a todos aquellos que pasaban por allí. Claro que, al principio, sólo lo hacía para sus hijos y su esposo, el famoso escritor Carlos Barral.

Comida literaria 

El literato y editor era un fanático de la pesca, pero también del buen vivir. En sus veranos y años en su casa de Calafell, siempre había un buen plato sobre la mesa. Manjares que tenían mucho que ver con lo que él pescaba. La espineta era uno de esos platos.

Gran anfitriona, Hortet también podía agasajar a sus visitas con su receta. Personas como Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, José Donoso o Jorge Edwards, entre muchos otros pasaron por su casa y pudieron probar este manjar.

Un restaurante con estrella 

Si no lo hacían en su casa, lo degustaban en su local, un restaurante que abrió para que Barral y todos sus amigos pudieran estar de charla hasta altas horas de la noche sin molestar en casa. Como al principio este local no tenía comida, ella se encargaba de cocinar en casa y servirla en el local. Luego ya lo hacía allí.

Su plato estrella era la mítica espineta. De allí que cuando el local devino un restaurante con todas sus letras se llamara así. Y, a pesar de que ahora no lo lleva nadie de la familia y tampoco se sirve este plato, el nombre se mantiene.

Qué lleva 

Para aquellos que quieran saber en qué consiste este plato y pensar que puede degustarlo con sus amigos, como si fueran unos literatos de la Calafell de los 70, he aquí algunas instrucciones sobre cómo puede hacerse una buena espineta.

Como bien dice su nombre, la espineta son simplemente los restos que tras despiezar un buen ejemplar de pescado, especialmente de atún. A partir de allí debe hacerse la caldereta.

Cómo hacer la espineta

Para empezar uno ha de dejar la espina en cuestión en remojo e ir cambiando el agua cada tanto. Aparte uno puede ir preparando un sofrito, cortando ajos y cebolla y, si se quiere, ponerles un toque de pimentón.

Como no todo deben ser productos extremadamente picantes, se cogen unos pimientos (da igual si rojos o verdes) y unas berenjenas y se las rehoga junto al ajo y la cebolla hasta que quede un buen sofrito. Poco después se añade la espineta y se echa un vaso de vino blanco.

El toque personal

Tras comprobar que todo está bien cocido, se le añade un tomate previamente triturado, se mezcla bien para que todo pille sabor y listo. Sólo hace falta saber a qué se le añade.

Puede ser a una especie de caldo con patatas a los que añadir otros pescados hervidos o salteados a la paella con el sofrito. Los más aficionados a los caracoles de mar, también suelen ponerle este producto que con la espineta saben de lujo.

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