El president de la Generalitat, Salvador Illa, durante el Congreso España 360º, en el Hotel Palace, a 27 de noviembre de 2025
Una de las reclamaciones más recurrentes de los ciudadanos a los políticos es su falta de disposición y agilidad cuando se trata de resolver cuestiones relevantes o afrontar crisis con consecuencias notables para la vida y el día a día de los contribuyentes. De ahí que sea menester destacar el comportamiento y la actitud del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en relación con la situación que vive el territorio a causa del brote de peste porcina.
Pese a que las primeras noticias sorprendieron al jefe del Govern en México, de viaje oficial, el también líder de los socialistas catalanes no ha dejado de estar en el puente de mando desde el primer momento. La rápida actuación del Ejecutivo autonómico, que incluyó la solicitud de apoyo a la Unidad Militar de Emergencia para actuar con urgencia y evitar la propagación del virus, ha llevado su sello.
Una vez de vuelta en Cataluña, Illa ha seguido actuando con celeridad pero sin abandonar la diligencia. El president ha optado por la siempre prudente medida de escuchar a todas las partes afectadas por esta circunstancia.
Y además, no ha dejado de tomar medidas, por muy incómodas que éstas fueran; ha sido el caso de la decisión de auditar a varios laboratorios situados en el entorno de la zona considerada como epicentro del brote del virus. Aunque lo más cómodo hubiera sido descartar la negligencia y focalizarse en la primera teoría del bocadillo contaminado, Illa ha privilegiado lo correcto por encima de lo fácil.
No ha tardado el jefe del Ejecutivo catalán en recoger los primeros frutos de su actuación. Los expertos y la propia industria coinciden en que el virus está notablemente controlado. La rápida actuación ha impedido una explosión de la enfermedad, que hubiera sido imparable a la menor vacilación. Y las críticas de la oposición por no haber interrumpido su agenda en México se han diluido con la misma facilidad y ligereza con las que llegaron. O, más exactamente, han sido pasto de la evidencia aplastante que dan los hechos.