
El presidente de la Associació de Municipis per la Independència (AMI), Jordi Gaseni, en una imagen de archivo
Hay algunos secesionistas que han entendido que la ruptura de España es imposible, y hay otros que todavía no; y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) pertenece a este segundo grupo. Este fin de semana, concretamente la tarde del sábado, este chiringuito liderado por el republicano Jordi Gaseni montó una concentración en Girona de esas a las que ya solo acuden quienes maman del erario público y las abuelitas nostálgicas de las grandes marchas del procés.
La "construcción nacional" sigue a la orden del día para estas gentes, ajenas a que ya hace tiempo que Cataluña decidió pasar página y buscar prosperidad tras más de diez años de retroceso. El manifiesto firmado por Gaseni y los suyos, mayoritariamente alcaldes rurales, podría haberse escrito en 2014. Las ilusas proclamas siguen siendo las mismas, y la "agenda propia" --uno más de esos conceptos vacíos con los que el independentismo manipuló a quienes humilde y legítimamente se sienten más de aquí que de allí-- sigue trufada de conflicto e imposición.
La AMI no hará ninguna independencia. Ni Gaseni, ni el comunista alcalde gerundense Lluc Salellas --presente en el akelarre--, ni siquiera Puigdemont. Pero seguirán a lo suyo allí donde tienen cuotas de poder, y continuarán con tan revolucionarios --e ilegales-- actos como dejar perennemente la bandera de España en la tintorería más cercana a la Casa de la Vila o señalar al que tiene familia en Teruel y no quiere que una frontera le separe aún más de los suyos, por citar dos ejemplos de los menos graves.
Nada nuevo en la Cataluña moderna, pero sí muy cansino y profundamente antidemocrático.