Pedro Ferrer, vicepresidente y CEO de Grupo Freixenet Madrid
No son tiempos fáciles para el sector agroalimentario en España. Y más concretamente en Cataluña, donde aún son más que evidentes los efectos negativos de la pertinaz sequía. Precisamente por este motivo, se hace más necesario que nunca el empleo de una serie de herramientas fundamentales en el ámbito de la empresa: el diálogo, la negociación y, fruto de todo ello, el consenso.
De ahí que resulte más que llamativo que un grupo tan prestigioso e importante en el territorio como Freixenet muestre una actitud tan inmovilista a la hora de plantear un ajuste de plantilla, destinado a reducir nada menos que una cuarta parte de la fuerza laboral.
Hace tiempo que, además, el particular segmento del cava se encuentra en una situación complicada, con una feroz competencia de productos alternativo que cada vez se hacen un hueco mayor en los mercados. Los precios, los procesos de fabricación menos dilatados y elaborados y un cambio en los gustos y preferencias de los consumidores confeccionan un nuevo escenario que, muy probablemente, obligue a una serie de cambios. Incluso, algunos de ellos estratégicos y estructurales.
Pero ninguno de ellos debe llevarse a cabo de forma poco menos que unilateral. La negociación con los trabajadores, con el resto del sector y con otros grupos de interés es más necesario que nunca en estas situaciones de crisis, en el más literal sentido del término griego
Los tiempos cambian, los desafíos son cada vez mayores y, aunque nunca hubo demasiado lugar para el romanticismo en los negocios, ahora parece que menos que nunca. Aun así, y aunque nada es como antes, la dirección de Freixenet debería tener en cuenta de dónde viene la compañía y el lugar que le vio nacer. Y no olvidar esas raíces que deben siempre unir a la tierra, a modo de las de aquel árbol que tanto simboliza su origen.