El FC Barcelona ha protagonizado en los últimos días uno de los episodios más grotescos de su historia al perder a Dani Olmo para lo que resta de temporada o, incluso, para siempre si nada lo remedia.
El club azulgrana ha sido incapaz de cumplir los requisitos financieros de La Liga para inscribir a su fichaje estrella del pasado verano al iniciarse 2025. Y ahora corre serio riesgo de haber tirado por la borda los más de 55 millones de euros que pagó el verano pasado -más las indemnizaciones que puedan corresponderle- por el fichaje del pichichi del Mundial.
Un error mayúsculo y sin precedentes, imputable a la pésima gestión que de este asunto han hecho el presidente Joan Laporta y su directiva, que ni a última hora fueron capaces de resolver un problema que se veía venir desde hace tiempo. Y es que el Barça ha pagado su falta de previsión. Y sus desesperados intentos para evitar el desastre, como el de vender los palcos VIP del nuevo Camp Nou, tampoco han funcionado.
Llegados a este punto, todo indica que sólo un milagro podrá evitar la marcha de Olmo. El Barça fía su suerte a que la Federación Española (RFEF) haga una excepción en este caso, y acepte como válida la inscripción provisional del jugador -caducada desde el 1 de enero-, aferrándose a que se trata de un caso de "fuerza mayor". Un argumento, cuando menos, cuestionable.
La inscripción de Olmo da ahora paso a un desafío jurídico de muy difícil resolución por parte del club. Y no se atisban razones para el optimismo.