Caeréis todos conmigo
En el mundo de la política hay pocas figuras más atractivas y estimulantes que la del liante (al que a menudo se conoce por el eufemismo de comisionista, palabra ya de natural ofensiva, pues remite a alguien que se gana la vida, de manera discutible, pillando su tajada de una operación no necesariamente legal, pero interesante a nivel financiero). Actualmente, en España, el Gran Liante del Momento es un tal Víctor de Aldama (Madrid, 1978), del que poca cosa se sabe, aparte de que estuvo al mando del Zamora Fútbol Club y de que mantuvo relaciones aparentemente turbias con distintos personajes de la política nacional (sector progresista), los cuales niegan todo lo que Aldama afirma e insinúa y, prácticamente, aseguran que no lo conocen de nada. A lo sumo, se lo quitan de encima tildándolo de delincuente carente de la más mínima credibilidad (lo primero es muy probable, lo segundo habrá que verlo).
Víctor de Aldama estaba en prisión preventiva cuando se le ocurrió (a él o a su abogado) que igual, si largaba unas cuantas cosas de sus presuntas relaciones con el presidente del Gobierno (que no lo conoce de nada, pero se hace selfies con él), la parienta de éste, el exministro Ábalos y su fiel Koldo, también liante máximo, el interlocutor habitual con Puigdemont, Santos Cerdán, el ministro Bolaños, la ministra Mariajezú y no sé cuánta gente más (incluida una tal Delcy Rodríguez, secuaz de Nicolás Maduro que protagonizó hace años una extraña estancia en Madrid, pese a tener prohibida la entrada en toda Europa), conseguía mejorar un poco su futuro penal, que no pinta muy bien (parece que también anduvo metido en los líos de Air Europa y en las peculiares compras masivas de mascarillas cuando la pandemia).
Víctor de Aldama parece el Villarejo de la alta política. Entre los dos, da la impresión de que han estado metidos en todos los chanchullos habidos y por haber. De Villarejo, la verdad, ya empezábamos a estar todos un poco aburridos (ese look de la gorrilla y la carpeta en la boca ya resultaba algo cansino), así que el salto de Aldama al candelero del desastre y la corruptela nacionales ha sido de agradecer. Si lo que dice es verdad, al gobierno más progresista de la Historia le quedarán dos telediarios (o no, ya que la habilidad de Sánchez para escurrir el bulto es legendaria). Y si es mentira, pues entonces el tal Aldama será un cenutrio, porque ya me dirán ustedes para que lía la que está liando si no tiene pruebas al respecto.
De momento, la actitud de los señalados consiste en eso tan viejo de negarlo todo y tratar de infecto mindundi al whistle blower de turno. Y los que seguimos el culebrón a cierta distancia tenemos la sensación de estar volviendo a los buenos viejos tiempos de Luis Roldán, pero con un elenco más amplio. No sabemos si Aldama miente. Lo que sí sabemos es que Sánchez es un embustero contumaz y que su pandilla basura tampoco es muy fiable. Así que lo mejor que podemos hacer es seguir, pues, atentamente el sainete que se está representando ante nuestros ojos y esperar a ver cómo se resuelve. Tengo curiosidad por ver si Sánchez reconoce que él y los suyos son una pandilla de mangantes, pero que los mantengamos en su sitio, ya que son lo único que nos protege del farcihmo. Le creo muy capaz.