Carles Puigdemont interviene en el congreso de Junts en Calella por las pantallas

Carles Puigdemont interviene en el congreso de Junts en Calella por las pantallas EFE/Quique García

Examen a los protagonistas

Carles Puigdemont

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Carles Puigdemont es el protagonista del fin de semana en lo político en Cataluña. Ha vuelto. No a España, puesto que el Tribunal Supremo ha evitado que se salga con la suya con la Ley de Amnistía, sino a Junts (si es que alguna vez se había ido). Desde su residencia en Waterloo, ha sido proclamado presidente neoconvergente por segunda vez. Durante los pasados meses, ha hecho y deshecho a su antojo para regresar al máximo cargo orgánico del partido, siendo este el mejor acomodo que ha encontrado para incumplir su palabra de abandonar la primera línea política si no lograba el puesto que ocupa el socialista Salvador Illa desde el 8 de agosto.

El expresiente de la Generalitat pretende marcar la agenda desde la presidencia de Junts. No le parecía digno hacerlo como jefe de la oposición, puesto que le corresponde como cabeza de lista del segundo partido más votado en las elecciones del 12 de mayo, por detrás del PSC. Por "respeto" al cargo que ostentó hasta 2017 y que aprovechó para organizar el referéndum del 1-O antes de fugarse al extranjero, se justificó a inicios de mes. Lejos de ofrecer una oposición constructiva, lleva al segundo grupo parlamentario más importante en representantes en el Parlament directamente a la trinchera. De ello ha servido el congreso celebrado este fin de semana en Calella, Barcelona.

En su primera aparición como nuevo presidente de los neoconvergentes (mediante pantallas y televisiones), ha llamado a recuperar la Declaración Unilateral de Independencia, o DUI. Un discurso propio de siete años atrás, pronunciado precisamente el día que se cumple el séptimo aniversario del conato independentista que él mismo suspendió. Ahora pasarán "de la resistencia a la ofensiva", ha dicho con el apoyo del 90% de los militantes. Pero Cataluña no está en 2017, por suerte. Ha avanzado, ha costado, pero lo ha hecho. La normalidad política e institucional se ha abierto paso tras la formación del Govern socialista, algo ampliamente anhelado y celebrado a la vez por los agentes económicos y sociales catalanes.

Con un pretendido aire de renovación y amenazas sobre hacer caer gobiernos, se empecina en batallas pasadas para "reactivar" el independentismo. Pero el resto ya ha pasado página, incluso aquellos que lo acompañaron en el camino hacia el callejón sin salida del que hoy sigue sin salir. La obstinación del organizador del referéndum del 1-O lo condena a ser una simple piedra en el zapato en esta nueva etapa.