Laura Loomer, en una imagen reciente

Laura Loomer, en una imagen reciente Gage Skidmore (CC-BY-SA-3.0)

Examen a los protagonistas

Laura Loomer

15 septiembre, 2024 00:00

La 'influencer' de Donald Trump

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No sé si a ustedes les pasa, pero yo, cada vez que veo por la tele a Donald Trump diciendo burradas, me pregunto: ¿Pero a este hombre quién lo asesora?, ¿quién le sugiere que diga las cosas que dice? Pensemos en la última salida de pata de banco del Donald, lo de los inmigrantes haitianos que se comen los gatos y los perros de los norteamericanos. Si se le ha ocurrido a él, alguien debería haberle dicho que dejara correr ese argumento (por llamarlo de alguna manera). Y si la idea ha surgido de un asesor, ya tardan en cesarlo. No es de extrañar que un sector del partido republicano se eche las manos a la cabeza cada vez que el hombre anaranjado abre la boca. Lamentablemente, ese sector es tan reducido como la oposición interna a Sánchez en el PSOE y no parece pintar gran cosa. La mayoría del ahora mal llamado Good old party está encantada con todo lo que dice su líder, del aspirante a vicepresidente J.D. Vance (también conocido como Hillbilly Vanilli, en homenaje al libro que lo hizo rico), al súper asesor en el supuesto gobierno Elon Musk, el hombre que ha acabado de convertir Twitter en un estercolero mental y moral.

Estos últimos días ha salido a la luz el nombre de otra trumpista de pro que genera cierta inquietud en ese pequeño sector del partido republicano que piensa, como el resto de la humanidad, que el Donald es un energúmeno, un botarate malintencionado y un peligro público. Se trata de Laura Loomer (Tucson, Arizona, 1993), una influencer de extrema derecha que va a todas partes con el presidenciable y de la que se sospecha que provienen algunas de las teorías más disparatadas del hombre anaranjado. Su historial es de traca: antiislamista, antisemita (pese a ser judía), antifeminista, esparcidora de bulos y fake news a cascoporro, homófoba y cualquier cosa que se les ocurra y que no contribuya precisamente al progreso de la humanidad. No me extrañaría que lo de la ingesta de mascotas a cargo de inmigrantes haitianos haya salido de su prodigioso caletre.

Los esfuerzos del señor Trump por convertir los Estados Unidos de América en el grotesco sindiós que aparecía en la película de Mike Judge Idiocracy quedan claramente al descubierto a través de la gente que lo rodea y le ríe las gracias. Laura Loomer es la última estrella en el firmamento trumpista. Y la posibilidad de un gobierno presidido por Trump, con Elon Musk de gran chambelán y Laura Loomer de portavoz pone los pelos de punta. Me pregunto qué nuevos fenómenos de feria pueden salir a la luz en el tiempo que queda hasta las elecciones. De momento, algo es algo, uno se lo puede pasar muy bien con los memes que ha generado lo de la ingesta de perros y gatos. Hasta hay un tipo que ha fabricado un pedazo de hit añadiéndole música a la sampleada voz del Donald, con brillantes y demoledores resultados: no se lo pierdan. Y puestos a ser optimistas, piensen, como yo, que la negativa de Trump a celebrar un segundo debate con Kamala Harris es una señal de que no las tiene todas consigo.