Elon Musk se ha convertido en un genio del mal
Cita en la cumbre entre Elon Musk, el hombre más rico del mundo –aunque está pasando una mala racha con sus empresas, especialmente X (Twitter) y Tesla– y Donald Trump, el candidato trumpista a la presidencia de los Estados Unidos, que anhela volver a la Casa Blanca de donde le desalojó Joe Biden.
Trump ha anunciado en su propia red social, Truth Social, que mantendrá conversaciones el lunes por la noche con el dueño de Tesla y de X, que respalda oficialmente su candidatura.
Elon Musk, que habitualmente adopta posturas cercanas a las defendidas por Trump, hizo oficial su apoyo al candidato tras su intento de asesinato a mediados de julio. Según la agencia de noticias especializada Bloomberg, el multimillonario ha decidido participar en la financiación de grupos que ayuden a Trump a ganar en varios swing states, los estados donde probablemente se decidirá la elección del 5 de noviembre. Y además –no hace falta que lo diga Bloomberg, cualquiera puede comprobarlo personalmente– ha puesto X al servicio de Trump y a la irrisión y ridiculización de la candidata demócrata, Kamala Harris, mientras alienta todo tipo de mensajes xenófobos, especialmente contra los inmigrantes musulmanes.
¿Por qué hace estas, y otras cosas peores, Musk, que era un sujeto complejo e interesante? James Moore, en The Independent, lo tiene claro: la compra de Twitter ha sido un negocio ruinoso para Musk, y este busca salidas del atolladero en que se metió:
“Ahora pregúntese lo siguiente: ¿qué podría dar la vuelta a lo que parece la peor decisión de inversión que ha tomado Musk? Así es: el compromiso. La polémica llama la atención, lo que atrae a los anunciantes y genera dinero. Sin embargo, existe un riesgo empresarial, ya que algunos se sienten activamente desalentados por el descontento latente en las redes sociales”.
El año pasado, un grupo de empresas se puso muy nervioso cuando Musk adornó una discusión con un tuit antisemita. Musk admitió que había sido una “tontería”, pero culpó a los medios de comunicación de provocar la reacción.
Su tuit provocó un boicot del sitio, aunque temporal en algunos casos. Musk intentó entonces retractarse de su comentario, visitando en privado Israel y Auschwitz-Birkenau en compañía del comentarista conservador Ben Shapiro.
“Así pues, no es nuevo en esto de avivar las tensiones raciales, sólo que esta vez son los musulmanes los que reciben sus ataques”.
Se refiere el analista de The Independent a los tuits repulsivos que Musk va colgando según se desarrollan en Gran Bretaña los altercados y enfrentamientos de manifestantes llamados “de ultraderecha” a raíz de los asesinatos de varios niños que asistían a una lección de “baile a lo Taylor Swift” en Southport y cuyo asesino –Axel Rudakubana, un inglés de 17 años de piel oscura, hijo de inmigrantes ruandeses– se hizo creer que acababa de llegar en barco con otros inmigrantes en situación ilegal islámicos. En varias ciudades de Inglaterra e Irlanda del Norte –desde Londres a Liverpool, pasando por Leeds, Bristol y Rotherham– numerosos grupos de furiosos han asaltado mezquitas y hoteles donde se alojan inmigrantes, provocado incendios y desafiado la policía.
Musk, de quien se ignoraba que fuera un experto en la sociedad británica, tuiteó que “la guerra civil” allí “es inevitable” (mientras, por cierto, políticos populistas como Nigel Farage e influencers como el inmundo Andrew Tate excitaban al pueblo inglés, clamando “¡Despertad!”).
“Si los disturbios en las calles equivalen a terrorismo, como se ha argumentado –concluye Moore–, me parece preocupante que nadie haya vigilado adecuadamente Twitter/X. Es claramente un caldo de cultivo para puntos de vista racistas y de extrema derecha, además de facilitar la organización de los disturbios. (…) Mientras Musk afirma defender la libertad de expresión, está haciendo un buen trabajo creando material para sus enemigos, y utilizando el poder de su (tristemente, todavía sin rival, al menos en términos de popularidad) plataforma para hacerlo”.
Tiene razón el señor Moore. Y añadimos que el primer ministro, Keir Starmer, está haciendo todo lo posible para acabar con el estallido de violencia racista: ha creado un grupo de miles de policías para desactivar futuras algaradas y organizado tribunales de juicios rápidos para poner fuera de circulación a los camorristas más activos. No estaría mal que alguno de esos tribunales llamase a Elon Musk a declarar…
El nuevo líder de Hamás
Asesinado por los servicios secretos israelíes Ismail Aniya, el jefe de Hamás, ya se ha entronizado a su sucesor, Yahia Sinwar, que fue el arquitecto de la matanza de cerca de 2.000 civiles inocentes del pasado 7 de octubre que dio paso a la actual destrucción inmisericorde de Gaza y sus habitantes a manos de Israel. Sinwar es un hombre con un currículum siniestro, perfecta contraparte del genocida Netanyahu. La BBC traza su perfil:
“Sinwar, de 61 años –conocido ampliamente como Abu Ibrahim–, nació en el campo de refugiados de Khan Younis, en el extremo sur de la Franja de Gaza. Sus padres eran de Ashkelon, pero se convirtieron en refugiados después del evento que los palestinos llaman ‘al-Naqba’ (la Catástrofe) o el desplazamiento masivo de palestinos de sus hogares ancestrales en la guerra que siguió a la fundación de Israel en 1948”.
“Fue educado en la escuela secundaria para niños Khan Younis y luego se graduó con una licenciatura en lengua árabe de la Universidad Islámica de Gaza. Sinwar ha sido arrestado tres veces, la primera de ellas en 1982, a la edad de 19 años, por ‘actividades islámicas’ y luego arrestado nuevamente en 1985. Fue por esta época cuando se ganó la confianza del fundador de Hamás, el jeque Ahmed Yassin”.
“Dos años después de la fundación de Hamás en 1987, Sinwar creó la temida organización de seguridad interna del grupo, Al-Majd, con apenas 25 años de edad. La facción Al-Majd se hizo famosa por castigar a personas por los llamados delitos contra la moralidad (según algunos analistas, uno de sus objetivos eran las tiendas que vendían ‘videos sexuales’), así como por perseguir y matar a cualquier sospechoso de colaborar con Israel”.
“Sinwar ha pasado gran parte de su vida adulta (más de 22 años) en prisiones israelíes. Estuvo preso de 1988 a 2011. El tiempo que pasó allí, una gran parte en régimen de aislamiento, parece haberlo radicalizado aún más. Se posicionó como líder entre los presos, negociando en su nombre con las autoridades penitenciarias y haciendo cumplir la disciplina entre ellos”.
“Una evaluación del Gobierno israelí sobre Sinwar durante su estancia en prisión describió su carácter como ‘cruel, autoritario, influyente y con habilidades inusuales de resistencia, astuto y manipulador... Guarda secretos incluso dentro de la prisión, entre otros prisioneros... Tiene la capacidad para atraer multitudes’”.
“Mientras estaba encarcelado, Sinwar aprendió a hablar hebreo con fluidez y leía periódicos israelíes. Salió de la cárcel en 2011 como parte de un acuerdo por el que 1.027 prisioneros palestinos y árabes israelíes fueron liberados a cambio de un solo rehén israelí, el soldado de las FDI Gilad Shalit. Shalit había estado cautivo durante cinco años después de haber sido secuestrado, entre otros, por el hermano de Sinwar, un alto comandante militar de Hamás. Desde entonces, Sinwar ha llamado a que se hagan más secuestros de soldados israelíes”.
Tal como están las cosas en Gaza, es probable que más pronto que tarde a este currículum se le agregue un nuevo dato: la fecha de su fallecimiento por causa violenta.