Scott Thorson
El juguete (roto) de Liberace
Reventó hace unos días Scott Thorson (1959 – 2024) a causa de un cáncer agravado por problemas cardíacos. Nadie se acordaba de él, pero lo cierto es que tampoco queda mucha gente que se acuerde de su amante y mentor Wladziu Valentino Liberace (1919 – 1987), en arte Liberace a secas, aquel pianista dramático y flamboyant que fue famosísimo en Estados Unidos durante las décadas de los 50 y los 60 (el hombre logró el éxito con unas versiones fantasiosas de los clásicos que pudieran ser disfrutadas por las cacatúas de la burguesía norteamericana que constituían su principal base de fans). Liberace fue el rey de Las Vegas durante años, y hasta tuvo allí un museo a él dedicado que tuve el placer de visitar en septiembre del 2005 y que acabó chapando por falta de visitantes. Nuestro hombre vivió siempre con su madre (en el museo había un retrato de la vieja sentada en un sillón y no le llegaban los pies al suelo) y nunca reconoció su homosexualidad, aunque resultaba más que evidente, dado que la discreción jamás fue lo suyo y se mostraba al mundo como lo que era, una locaza espectacular. En una extraña muestra de tolerancia, la sociedad estadounidense se pasó la vida mirando hacia otro lado en el caso de Liberace, al que se consideraba, simplemente, un excéntrico muy divertido. Eso sí, mientras su madre dormía apaciblemente, la piscina de su mansión se convertía en una cancha de waterpolo sodomita.
Liberace pilló al pobre Scott cuando éste tenía 18 años y lo convirtió en su pupilo, asistente, chófer, amante y esclavo (aunque siempre negó que entre ellos hubiese algo más que una bonita amistad a lo Batman y Robin). Le llevaba 40 años y tengo la impresión de que lo consideraba su juguetito particular. En su delirio, Liberace convenció a Scott para que se sometiera a distintas operaciones de cirugía estética que le confirieran el aspecto de un Liberace juvenil, con la peculiar intención de follarse a sí mismo (ahí debió intervenir algún profesional de la psiquiatría). Cuando el pianista se cansó de él, lo cesó de todos sus cargos y le soltó una pasta muy inferior a la esperada por el pupilo, quien llevó su caso a los tribunales, pero no consiguió gran cosa, pese a acusar a su mentor de haberlo iniciado en las drogas para soportar los dolores de las visitas al quirófano.
Tras el cese, la vida de Scott Thorson se convirtió en un desastre del que no salió nunca. Para ganarse unos pavos, escribió un libro, Behind the candelabra: my life with Liberace, que le sirvió en 2013 a Steven Soderbergh para rodar la película de HBO Behind the candelabra (Detrás del candelabro, en referencia a las velas que el pianista colocaba sobre su instrumento en los conciertos), con Michael Douglas en el papel de Liberace y Matt Damon en el de Thorson. Aparte de eso, consumo de drogas, problemas con la justicia a causa de algunos timos que salieron mal y años de dar tumbos sin llegar a ninguna parte. En resumen, una vida muy triste que, según él, le había arruinado el pianista de los candelabros. Scott Thorson solo es una nota a pie de página en la historia de Liberace, pero su muerte me ha hecho pensar cómo tu vida puede irse al traste a los 18 años, cuando no sabes donde te da el aire y te deslumbran las luces de las bambalinas. Descanse en paz.