Oasis
Los restos de 'Cool Britannia'
Las dos grandes noticias de esta semana han sido el cruising con piña en el Mercadona y el regreso de Oasis, el grupo británico de rock que dominó los años 90 con sus lamentables imitaciones de los Beatles y demás luminarias del Swinging London de los 60. Aunque se llevan fatal, los hermanos Gallagher, Liam y Noel, han decidido aparcar sus rencillas para hacer caja (están en su derecho) y preparan una serie de conciertos para el año que viene cuyas entradas están alcanzando precios estratosféricos (Ticketmaster ha subido la tarifa de 150 libras a 350, dada la extraordinaria demanda). No creo que los Gallagher anden tiesos de pasta, pero a nadie le amarga un dulce y esta gira les puede hacer crecer exponencialmente su fortuna, cuyo origen sigue siendo un misterio para mí. Digámoslo claro: nunca soporté a Oasis, y por lo que puedo ver en las redes sociales, no soy el único.
Voluntaria o involuntariamente, los hermanos Gallagher (siempre a la greña, como Ray y Dave Davies, de los Kinks, pero sin gracia alguna) fueron el estandarte de aquella Cool Britannia de la que hablaba el cantamañanas de Tony Blair (Londres no se convirtió en un robo en descampado con la señora Thatcher, sino con el New Labour de Blair, célebre componente del Trío de las Azores). En teoría, los 90 fueron los años dorados del brit pop, con esa pugna entre Oasis y Blur que pretendía recordar a la de los Beatles y los Stones. En la práctica, fueron un quiero y no puedo con un material sonoro de lo más discutible (solo Pulp, los terceros en discordia, supieron fabricar canciones tan valiosas como Common people). Blur pergeñaron algunos temas apreciables, pero Oasis se lo llevó crudo, aunque cada vez que abrían la boca los Gallagher no sabías cuál de los dos era el más tonto y el más bocachancla (me inclino por Liam, ya que su hermano, por lo menos, componía las canciones, mientras que él se limitaba a berrearlas con las manos a la espalda y agachado para llegar al micrófono que, no sé por qué, nunca estaba donde debería estar; por no hablar de su romance con la insípida Patsy Kensit: Richards y Jagger se lo hacían con Rita Pallenberg y Marianne Faithfull, pero Liam, el rey de la Cool Britannia, se tenía que conformar con una cantante carente del menor interés).
En cualquier caso, Oasis fueron los amos en una de las épocas más tontas del pop británico. Y cosecharon un éxito monumental con sus ramplones homenajes a los Beatles. Hartos de llegar a las manos, los hermanos Gallagher acabaron disolviendo el grupo e iniciaron sendas carreras en solitario que no les han ido mal, pero con las que no han conseguido lucrarse como con Oasis. De ahí, intuyo, el regreso. Y el tocomocho para los fans a la hora de comprar entradas, que pueden estar subiendo de precio mientras escribo esto.