Marta Rovira
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Después de apoyar la investidura de Salvador Illa, a Marta Rovira se le abre, de nuevo, otro frente complejo para las bases republicanas. En la presentación de unos autobuses en las cocheras de Transports Metropolitans de Barcelona, Laia Bonet ha vuelto a poner encima de la mesa la opción de ampliar el gobierno de Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona.
Las palabras de la primera teniente de alcalde tienen la intención de recuperar el preacuerdo del mes de junio que la sección local de ERC en Barcelona aplazó por falta de aforo y las posteriores negociaciones para la presidencia de la Generalitat. Pese a las disputas internas con Oriol Junqueras, la batalla dialéctica con Junts y el acoso de los sectores más extremistas del independentismo, Rovira ha sido capaz de priorizar los intereses de la ciudadanía y no caer en la tentación de ir a una repetición electoral o anteponer la voluntad de un partido sumido en una profunda crisis.
Desde su retorno de Ginebra, después del archivo de la causa del Tsunami, los negociadores del PSC han reconocido a la secretaria general de ERC como una interlocutora válida. A la vuelta de las vacaciones, Marta Rovira tendrá otra oportunidad de refrendar su actitud conciliadora, o bien si la presión de las bases, a pocos meses del congreso que deberá escoger una nueva dirección, la mueve a iniciar una operación de acoso y derribo contra el PSC.