Carles Puigdemont
El expresidente de la Generalitat huido de la justicia planteó las elecciones europeas como una segunda vuelta de las catalanas. Aunque cedió el protagonismo de la campaña a Toni Comín, su fiel escudero en Waterloo, se implicó en el proceso y se lanzó a buscar los apoyos necesarios para intentar comerle la tostada al PSC de Salvador Illa.
El calendario electoral era beneficioso para los anhelos de Junts. No contaba con la presión de Aliança Catalana, el partido ultra de Sílvia Orriols al que han ido a parar sus votantes más radicales, y quería aprovechar su posición de fuerza en el independentismo catalán para frustrar la investidura del socialista. Pero la noche electoral ha sido aciaga para sus intereses. El PSC le ha sacado más de 300.000 votos y se deja dos escaños. Comín estará solo en la Eurocámara, la casa de Puigdemont desde 2019 y un territorio donde ha centrado esfuerzos políticos en intentar internacionalizar el procés.
Cinco años después, el procés está muerto y Junts suma otro revolcón en las urnas. Haber superado a ERC es un premio de consolación.