Xavier Masgrau
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El nivel de degradación de la política en Cataluña a manos del nacionalismo alcanza extremos que, además de indignantes, resultan esperpénticos. La enésima muestra de ello ha ocurrido en Òrrius, un pequeño municipio barcelonés cuyo alcalde, Xavier Masgrau (de Junts), además de incumplir la ley de banderas como gran parte de sus correligionarios, ha llegado a colgar la fotografía del prófugo Carles Puigdemont en la sala de plenos y a convocar un referéndum secesionista para celebrar el aniversario del 1-O.
Masgrau se ha llevado esta vez un correctivo de la Junta Electoral de Zona (JEZ), que le ha ordenado retirar de la fachada del consistorio los símbolos, pancartas y banderas secesionistas -así como la imagen del fugado antes citada- que alteran la debida neutralidad institucional y el respeto a la pluralidad propios de las instituciones democráticas. Más aún en periodo electoral, como es el caso.
La intervención del órgano regulador de las elecciones ha tenido lugar gracias, una vez más, a una denuncia de Impulso Ciudadano, una entidad constitucionalista cuya labor a lo largo de los últimos años en contra los abusos del nacionalismo es digna de elogio.