Carlota Pi
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La situación de Holaluz se complica por momentos. La nueva financiación no termina de llegar y la compañía continúa consumiendo recursos para mantenerse en funcionamiento y poder así responder de forma adecuada a sus compromisos con clientes y acreedores. Un cóctel que no hace sino estrangular cada día un poco más a la comercializadora eléctrica, que no termina de encontrar soluciones a un plazo más largo que unas pocas semanas pese a los mensajes de optimismo que lanza al mercado.
No obstante, algo que no puede negarse es que los gestores y fundadores de la empresa están luchando por salvar la situación y, por el momento, no han recorrido el siempre cómodo camino de tirar la toalla.
En este punto, al menos han logrado alejar un poco el fantasma del preconcurso durante algunas semanas, aunque haya sido a base de vender activos con descuento. Un respiro que permitirá al equipo liderado por su presidenta, Carlota Pi, tener algo más de margen y menos presión para tratar de cerrar esos préstamos que se resisten más de lo esperado.
Cuando se alcanzan situaciones como estas parece más que evidente que las estrategias no han sido las más adecuadas y que numerosas praxis han dejado que desear. Pero la capacidad de un gestor también ha de medirse por la respuesta que sea capaz de dar a desafíos como éste. La próxima prueba será de fuego: una junta de accionistas con buena parte de los socios en contra. Otra vara de medir para saber de qué pasta están hechos los inventores de la "revolución de los tejados".