Steve Harley / WIKIMEDIA

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Examen a los protagonistas

Steve Harley

24 marzo, 2024 00:00

El tercero en discordia

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Hace una semana, entre la más absoluta indiferencia por parte de la prensa española, nos dejó, por culpa de un cáncer, el músico británico Steve Harley (Deptford, 1951 – Suffolk, 2024; nombre real: Stephen Nice), quien, a principios de los años 70 rozó la gloria al frente del grupo Cockney Rebel. Era la época del glam rock y a Cockney Rebel le tocó ejercer de tercero en discordia en una pugna entre David Bowie y Bryan Ferry, líder de Roxy Music, un poco en la línea del papel que ejercieron Ray Davies y los Kinks con respecto a los Beatles y los Rolling Stones. Los dos primeros discos -The human menagerie (1973) y The psychomodo (1974)- fueron dos piezas deslumbrantemente barrocas y con una sonoridad muy especial, en parte gracias a la peculiar (y a menudo bombástica) estructura de las canciones y también al curioso detalle de haber sustituido la guitarra eléctrica por un violín no menos eléctrico y recurrir a unos excelentes arreglos orquestales a cargo de Alan Parsons, cuya obra en solitario siempre me ha parecido un latazo pretencioso modelo Rick Wakeman, pero que como arreglista espectacular no tenía precio.

En los años del glam rock, Cockney Rebel disfrutó de eso que los franceses llaman un succés d´estime, pero nunca fueron tan famosos como Bowie o Ferry. De hecho, su único hit (de cuyos derechos ha debido vivir el señor Harley hasta sus últimos días) vino con su tercer disco, tras desmantelarse la formación original, (Come up and see me) Make me smile, que se vendió como rosquillas y fue posteriormente utilizado en infinidad de anuncios y largometrajes (sonaba en The full Monty, por ejemplo). En ese tercer disco, The best years of our lives (1975), empezó a despegarse del melodramático barroquismo inicial y convirtiéndose cada vez más en un cantautor electrificado. Antes de la disolución definitiva, salieron dos discos más, Timeless flight (1976) y Love´s a prima donna (1977), del que se extrajo un single que funcionó decentemente: una versión de Here comes the sun, de George Harrison. Los dos primeros álbumes en solitario del señor Harley, Hobo with a grin (1977) y The candidate (1978) pasaron total e injustamente inadvertidos, aunque estaban trufados de buenas canciones.

Yo lo conocí en 1980, en las oficinas de la discográfica EMI, donde me dio un par de horas de conversación y me contó su vida: poliomelitis infantil que lo tuvo años entrando y saliendo de hospitales y le dejó una pierna hecha polvo, trabajos como periodista en diarios de provincias, inicios musicales en el circuito folk de Londres, lectura pormenorizada de la obra de Dostoievski, epifanía que condujo a la creación de Cockney Rebel… Parecía tener asumido que nunca iba a triunfar a lo grande y que la oportunidad para conseguirlo se le había escapado, pero lo llevaba francamente bien (o eso parecía). Con el paso del tiempo, Harley se hizo con un público escaso, pero fiel, en Gran Bretaña y algunos países nórdicos (especialmente Holanda) y conservó en España a esos pocos a los que sus primeros discos nos volaron la cabeza. Últimamente giraba en formato acústico, como si quisiera volver a sus años de folksinger, y de ahí salió un excelente disco de versiones, Uncovered (2020), que incluía hermosas reconstrucciones de temas propios, así como de Bob Dylan, Cat Stevens o los Beatles. Fue el último disco suyo que me compré y ya no habrá más.