Ada Colau
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Ada Colau arrancó su carrera vendiéndose como una activista social, pero cada vez está más cerca de convertirse en la casta que tanto ha criticado. Tras cerca de 10 años en la primera línea política, la exalcaldesa de Barcelona sigue anteponiendo sus cálculos personales a los intereses de los barceloneses, bloqueando un acuerdo presupuestario, tanto en la Generalitat como en el ayuntamiento, a la espera de que Jaume Collboni la incorpore como teniente de alcalde.
Una gran parte de los sectores económicos y sociales de la capital catalana la consideran un activo tóxico para la política municipal. Pero parece que la única que todavía no se ha enterado de que ya no suma, más bien resta, es ella.
De este modo, Colau haría bien en dar un paso al lado y permitir que el gobierno de Barcelona siga adelante con un alcalde que debe desarrollar su proyecto sin la sombra de alguien que ha estado ocho años en el poder. No hay que olvidar que la líder de Barcelona en Comú ha pasado de defender la limitación de mandatos y regeneración política a seguir viviendo de ello.
En este contexto, cuando todavía insiste en ser teniente de alcalde, cabe preguntarse: ¿Querrá repetir como candidata en las elecciones municipales de 2027?
A nadie le sorprendería. Y es que Ada Colau es la eternización de un proyecto personal a través de un partido que comenzó poniendo su cara en las papeletas y que es incapaz de deshacerse de su tutela. Pues cabe recordar que no sólo tiene secuestrados a los comunes en el Ayuntamiento de Barcelona, intentando interferir en el grupo municipal. También influye hasta en los Presupuestos de la Generalitat, donde aprieta a los de Jéssica Albiach para torpedear un pacto con PSC y ERC, que no la quieren cerca.