Artur Mas
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Artur Mas continúa sin ser consciente de que su etapa política ya pasó y sin asumir los graves perjuicios que le causó a Cataluña su mandato como presidente de la Generalitat. Que el artífice del procés y de la espiral identitaria que tanto daño ha hecho a la región a todos los niveles durante la última década siga creyéndose un referente, y presentándose ahora como una suerte de bombero para apagar el incendio que él mismo originó resulta, además de poco creíble, inaceptable.
El exmandatario convergente continúa empeñado en dar consejos -cuando nadie se los pide, y debería ser el primero en no darlos- a través de los medios de comunicación. Ahora dice dar por acabado el procés, aboga por aparcar para mejor ocasión su idea del referéndum secesionista, y aprovechar la "gran oportunidad" que le brinda el Gobierno de PSOE y Sumar -y su disposición a dar cesiones a los nacionalistas- para que la Generalitat obtenga aún más competencias y privilegios. Entre ellas, un pacto fiscal, que considera "el gran tema".
"Es muy evidente que el referéndum no llegará en los próximos años y ahora hay que llenar el cesto", ha dicho Mas de forma explícita, al tiempo que ha expresado su preocupación ante la posibilidad de que el secesionismo no sume mayoría en las próximas autonómicas. Vistos sus resultados, queda claro que lo que necesita Cataluña es lo contrario: que los partidos que lo representan pierdan ese poder, y dar paso al constitucionalismo.