Pere Aragonès, presidente de la Generalitat

Pere Aragonès, presidente de la Generalitat Efe

Examen a los protagonistas

Pere Aragonès

13 diciembre, 2023 00:00

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Los últimos planes de la Generalitat para hacer frente a la grave sequía de Cataluña son una muestra más de la falta de previsión y la pésima gestión de los dirigentes secesionistas en cuestiones de primera necesidad para la ciudadanía que gobiernan. El mismo día en que su presidente, Pere Aragonès, presumía de la publicación de un artículo suyo en el Financial Times -dedicado, cómo no, a la propaganda nacionalista y a reivindicar un referéndum identitario-, la misma jornada en que los diputados de ERC y Junts reiteraban sus machaconas soflamas patrióticas en el Congreso, el Govern catalán salía a la palestra para anunciar sus últimas ideas para intentar garantizar el abastecimiento de agua de boca en la región. Una competencia que, por cierto, es suya.

Y, una vez más, esas ideas dejan en muy mal lugar a los mandatarios secesionistas. Entre ellas, su propósito de impedir la puesta en marcha de nuevas actividades económicas que requieran un uso intensivo del agua, ya sean hoteleras, ganaderas o industriales si Cataluña llega a entrar en fase de emergencia. O incluso cortar las duchas de los clubs deportivos. Situaciones que podrían darse en enero si los embalses cayeran al 16% de su capacidad. En la actualidad, las cuencas internas están ya a sólo un 17,5%.

Resulta, por tanto, obligado preguntarse cómo se ha llegado hasta aquí. Y la respuesta parece obvia: el procés y las fijaciones identitarias de los mandatarios de los partidos secesionistas, al frente de la Generalitat desde hace más de una década, han dejado en un plano secundario necesidades esenciales como estas. Algo que se refleja en datos como, por ejemplo, que en Cataluña sólo existan dos desaladoras de agua y que la última de ellas se estrenara en 2009... cuando gobernaba el Tripartit.

El Govern no es, por tanto, ajeno a la falta de agua de Cataluña, pues otras autonomías también padecen la sequía y no han llegado a estos extremos. Más bien al contrario: la responsabilidad es, básicamente, de la Generalitat. Al igual que ocurre con los desastrosos resultados de su sistema educativo, a la cola de Europa según el recién conocido informe PISA. Dos problemas gravísimos ante los que, encima, no se muestra capaz de ofrecer soluciones. Eso sí: propaganda secesionista y exigencias identitarias -referéndum, ley de amnistía, oficialidad del catalán en la UE, y así un largo etcétera- no faltan: de eso hay más que de sobra.