Pedro Sánchez
Noticias relacionadas
Cinco semanas después del encargo que recibió del Rey Felipe VI para tratar de formar gobierno, el candidato socialista y presidente en funciones, Pedro Sánchez, prosigue enfrascado en una espiral de negociaciones a varias bandas para lograr los apoyos suficientes con vistas a una eventual investidura.
Diálogo, alianzas y pactos forman parte del escenario democrático y de un Estado de Derecho, pero lo cierto es que en este caso ha derivado en una suerte de mercadillo en el que se comercia y regatea con asuntos tan sumamente sensibles como una ley de amnistía y su alcance, avances hacia un hipotético referéndum para Cataluña en el futuro y una condonación de deuda con el Estado para esta comunidad, al menos en un primer momento, que amenaza el equilibrio del actual modelo de financiación.
Pensar que todos estos ingredientes no tendrían un efecto negativo en el mercado es ir demasiado lejos. La prima de riesgo española no ha seguido el camino de rebaja de la de los países del entorno en las últimas semanas y acusa un escenario de incertidumbre política que, además, agrava la creciente sensación de inseguridad jurídica motivada por decisiones como prolongar los impuestos especiales a bancos y eléctricas, que también forma parte del entramado de la investidura.
Cuestiones que, además, repercuten en algo tan esencial para los ciudadanos como su propio trabajo, del que el Gobierno, actualmente en funciones, hace bandera con un triunfalismo sobre el incremento del empleo indefinido que no se corresponde con la realidad, toda vez que la escasa duración de los contratos que se firman hace que la precariedad laboral no haya desaparecido sino que, simplemente, se ha maquillado.
Bien haría Sánchez en tomar nota de todas estas cuestiones.