Tatxo Benet
Quiero ser califa en el lugar del califa
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El millonario trotskista Jaume Roures ha sido echado de su propia empresa, Mediapro, y sustituido en su cargo de baranda en jefe por su segundo de a bordo de toda la vida, Josep Maria Benet Ferran, en arte (o lo que sea lo suyo) Tatxo Benet (Lleida, 1957). Teniendo en cuenta que Roures, dado su carácter adusto (tirando a desagradable) no le caía bien a nadie (por no hablar de su costumbre de presentarse como un héroe de la clase obrera cuando era un capitalista como los de los cuadros de Grosz, pero sin la chistera y el puro), no se han derramado muchas lágrimas ante su caída en desgracia en la compañía china que se hizo hace unos pocos años con la parte mayoritaria de Mediapro. Y dada su inveterada costumbre de llevar a los tribunales a cualquiera que se le pusiera de canto y por los motivos más pedestres (a un amigo mío lo llevó a juicio porque lo definió en un artículo como magnate, término que yo diría que no es necesariamente un insulto), muchos respirarán tranquilos. Su sustituto, Tatxo Benet (¿sabrá que en Argentina un tacho es el cubo de la basura?) ha emitido un comunicado con lágrimas de cocodrilo, lamentando la desaparición de su jefe (al que conoció cuando ambos trabajaban en TV3), pero corre el insistente rumor de que ha tenido algo que ver en el cese de Roures, cuya posición ha heredado y que le permitirá seguir comprando arte transgresor de ése con el que acaba de llenar el antiguo súper piso de la Fundación Mapfre en Barcelona (junto a algunas piezas decentes, se encuentran atrocidades tales como la estatua del Emérito sodomizado que le costó la dirección del MACBA a Bertomeu Marí y los retratos de héroes del prusés a cargo de Santiago Sierra).
Los orígenes de la fortuna de Mediapro siguen sin estar muy claros a día de hoy, pero siempre estuvieron en el ajo, desde el principio, Roures y Benet, que formaron durante años un dúo aparentemente bien avenido (el crítico de televisión Ferran Monegal los comparó con Al Capone y su lugarteniente Frank Nitty: no sé si acabó en los tribunales). Empezaron controlando, no se sabe muy bien cómo (aunque salió el nombre de Cruyff en el asunto), los derechos de retransmisión de algunas actividades deportivas, y a partir de ahí fueron creciendo, hasta construir un imperio audiovisual que incluía la producción de películas, el alquiler de unidades móviles y la colocación de programas en diversos canales de televisión (mayormente, TV3, pues ambos eran hombres del régimen que pretendían hacer compatibles sus sentimientos separatistas con una supuesta pertenencia a la izquierda). Mientras Roures daba la cara, propiciaba el encuentro entre Pablo Iglesias y el beato Junqueras, fundaba un diario que pasó del papel a lo digital dejando a un montón de trabajadores con una mano delante y otra detrás y le caían acusaciones de soborno en Estados Unidos (donde hace tiempo que quieren tener unas palabritas con él o con su socio Gerard Romy, presunto encargado de los chanchullos), Benet adoptaba un perfil bajo y gustaba de presentarse como un mecenas del arte con preocupaciones sociales: así empezó a comprar esas birrias anti sistema que constituyen el grueso de su colección.
No sabemos exactamente qué ha hecho para ganarse el favor de los chinos, pero todo parece indicar que, como el gran visir Iznogud, ha conseguido ser califa en el lugar del califa.