El líder del PSC, Salvador Illa, en el Parlament

El líder del PSC, Salvador Illa, en el Parlament EP

Examen a los protagonistas

Salvador Illa

16 septiembre, 2023 23:30

Independiente del PSOE según para qué

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Como todo el mundo sabe, el PSC es un partido independiente que se trata con el PSOE de igual a igual, de modo fraternal y sin que ninguna de ambas cofradías tenga derecho a meterse en las cosas de la otra. Eso, en teoría. En la práctica, depende. Por lo que respecta a asuntos de ámbito nacional (o estatal, que dirían los lazis y TV3), suele haber unanimidad. Pero en lo relativo a temas que afectan a Cataluña, pueden darse discrepancias, habitualmente basadas en el síndrome de Estocolmo inoculado por Jordi Pujol in illo tempore y del que nuestros sociatas nunca acaban de desprenderse del todo.

El PSC ha decidido no apuntarse a la manifestación prevista para el día 8 de octubre y organizada por SCC (Societat Civil Catalana), con el apoyo del PP, Vox y lo que queda de Ciutadans, para protestar por el conato de amnistía para Cocomocho y su alegre pandilla que Pedro Sánchez pretende colarnos por la puerta de atrás para asegurarse la continuidad de su cargo y el de sus numerosos sicofantes gubernamentales. La decisión tiene toda la lógica profesional, pero ninguna perspectiva moral. Aquí se trata de que el PSC haga lo que dice el PSOE, y ya dejaremos las disensiones para otro momento. Salvador Illa (La Roca del Vallés, 1966), mandamás actual de los socialistas catalanes, no está para disentir, caso de que hubiese contemplado la posibilidad de hacerlo. Ha visto como pelaban las barbas de su vecino del PP, Alejandro Fernández, y no parece tener ganas de poner las suyas a remojar. Hay que obedecer las instrucciones del jefe y, sobre todo, no hay que dejarse ver con las diferentes facciones de la derechona, aunque en este caso les asistan todos los motivos para sentirse indignadas. En su condición de español del PSC o catalán del PSOE, Illa, como el resto de los dos partidos, obedece las instrucciones del patrón sin rechistar y no cabe disidencia alguna en el espinoso asunto de la posible amnistía: si el Gran Jefe la está considerando, por algo será y no hay más que hablar. Cualquier otra actitud representaría buscarse problemas, aunque algunos creamos que Illa debería haber adoptado ante este tema la misma que el camarada Fernández del PP: a fin de cuentas, los principales damnificados por la astracanada de octubre del 17 fuimos más de la mitad de los catalanes, muchos de los cuales tienen por costumbre votar al PSC (aunque sea con una pinza en la nariz). Y no olvidemos el célebre síndrome de Estocolmo, que implica tolerancia infinita con los lazis, y más aún cuando la practica en estos momentos el Gran Jefe de Madrid para su propio beneficio y el de todos aquellos que le muestren lealtad, aunque sea a costa de pasarse la Constitución por el arco de triunfo.

Vemos, pues, como el PSC reserva la disensión para temas de ámbito local, en los que suele empeorar las cosas a nivel nacional, como demostraron en su momento Pasqual Maragall reivindicando un nuevo Estatuto de autonomía que no había solicitado nadie (convirtiéndose en el heredero de Pujol y no en el sustituto razonable que muchos creímos que era y por eso le votamos) o José Montilla inventándose desafecciones, sobreactuando de charnego agradecido y saliendo por patas de manifestaciones patrióticas que él mismo organizaba en su condición de afectado por el síndrome de Estocolmo convergente. Cuando se trata de hacerles un favor a los separatistas, hasta ahora casi siempre se ha podido contar con el PSC (por eso nació Ciutadans, para hacer lo que los sociatas no hacían). Así pues, en el caso de la amnistía de marras, la cosa deviene un win win: se satisface a los indepes y al jefazo del PSOE no asistiendo a la manifestación de SCC.

Como apparatchik reciclado en líder (alcalde de su pueblo entre 1995 y 2005, ministro de Sanidad en los años del Covid, 2020 y 2021, candidato sin competencia interna a la presidencia de la Generalitat en las próximas autonómicas), Salvador Illa hace lo que le conviene. Si el jefe habla con golpistas, por algo será, y si hay que hacerle un feo a más de la mitad de los catalanes que no estamos por la independencia y la amnistía, se le hace. Puede que este oportunismo pusilánime le pase factura en las elecciones catalanas en forma de abstención, pero también es posible que no: para evitar un triunfo del lazismo, lo más probable es que la mayoría de los socialdemócratas se pongan nuevamente la pinza en la nariz y vayan a votar a votar al PSC. Tras la autodestrucción de Ciudadanos, ¿qué otra opción les queda aparte de la abstención?