Lluís Bernabé
La bondad de los extraños
La perturbada Blanche Dubois, personaje fundamental de la pieza teatral de Tennessee Williams Un tranvía llamado deseo, no es el único ser humano que depende de la kindness form strangers o bondad de los extraños. En TV3 tenemos a un señor llamado Lluís Bernabé (Barcelona, 1966) al que esa bondad de los extraños le garantiza un sueldo anual de 92.748 euros en su condición de director ejecutivo de esa Marató benéfica que se celebra hoy mismo. Teniendo en cuenta que los gastos generales de la iniciativa son de 958.850 euros anuales, observaremos que el sueldo del señor Bernabé, que nadie insinúa que no se lo merezca, se lleva el 10% de lo presupuestado. Menos mal que en Cataluña, como es del dominio público, nos sobra el dinero (y que la gestión de la beneficencia hay que sufragarla generosamente).
Los catalanes estamos acostumbrados a que nuestros políticos sean los mejor pagados de España. Por eso (se supone que) nos parece normal que el Petitó de Pineda cobre el doble que Pedro Sánchez, aunque su número de súbditos sea notablemente inferior, y que cualquier subsecretario gane mucho más que los ministros de Madrid. Este es un tema que ni se discute en nuestra querida comunidad autónoma, y que a nadie parece resultarle mínimamente escandaloso. Por consiguiente, ¿para qué limitar a la clase política los emolumentos desorbitados? ¿Es que los que se mueven en su órbita, como el señor Bernabé, no tienen también derecho a llenarse los bolsillos, aunque sea estando al frente de una obra benéfica, lo que tal vez debería llevarle a cortarse un poquito y cobrar una pasta razonable, pero no exagerada? Ponerse casi en los cien mil euros anuales por organizar un evento de un día de duración es algo que no está al alcance de cualquiera. En ese sentido, lo que dice el señor Bernabé en su cuenta de Linkedin va a misa: “Destacaría de mis posibilidades la creación de negocio, la creación de valor y generar recursos. Pienso que mis puntos fuertes son la planificación, la estrategia y las alianzas empresariales públicas y privadas”.
Más razón que un santo. Ese hombre es, ciertamente, un hacha en las habilidades de que blasona. El único punto flaco de sus teorías está en lo de levantarse una pasta gansa con una actividad que se basa en la generosidad ajena y que, además, cuesta un poco de creer que le requiera una dedicación exclusiva durante todos los días del año (no me lo imagino llamando personalmente a todos los famosos y famosillos que se prestan, gratis total, a descolgar el teléfono en TV3 durante la Marató de cada año). Bernabé pide dinero para una buena causa, pero él cobra por sus servicios externos a la solidaridad humana y su eficaz aprovechamiento de la bondad de los extraños (consejos vendo, para mí no tengo). Atrás quedan los tiempos en que este licenciado en Ciencias de la Información pasado por ESADE cobraba un sueldecillo de profesor en Bellaterra, primero, y en la Pompeu Fabra, después.
Como en el caso de los políticos catalanes, lo normal sería que el pueblo encontrara ligeramente excesivo el sueldo del señor Bernabé, pero, al igual que con éstos, todo el mundo parece encontrarlo de lo más normal. No sé cuánto se embolsaba Jerry Lewis con sus telethons benéficos de los años 50 en la televisión norteamericana, pero algo me dice que no alcanzaban las cotas de los del señor Bernabé, al que aprovecho para felicitar desde aquí por haber entendido tan bien como funciona el paisito de sus entretelas.